Factores agravantes sobre el COVID-19

Por Miguel Ángel Caloca Heredia.
SUMARIO No venía en la etiqueta: Sobre los riesgos ocultos DESARROLLONo entendemos que no entendemos. Según quien compre boleto… (Acerca de las Probabilidades). Esa maldita campana: Probabilidad e Impacto. La complejidad sistémica ¡no es nuestra amiga! Darwin llora en su letargo (cómo opera la selección natural). Evita Jugarte la Piel (cómo operan burócratas y empresarios). CONCLUSIONES Sed unus Leo. La ética detrás de la sobrerreacción. Lecciones bíblicas en administración de empresas. BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
FACTORES AGRAVANTES SOBRE EL COVID-19
El principal problema dentro de la crisis del COVID19 es que, para los sistemas complejos, las acciones individuales (principalmente, las egoístas) tienden a tener afectaciones sistémicas e imprevisibles: a mayor grado de complejidad, menor es la previsibilidad de la totalidad de los efectos que un evento “x” pueda tener. Dicha cuestión se vuelve mucho más severa tratándose de efectos no lineales (exponenciales), como es el caso de una pandemia.
Siguiendo este orden de ideas, el presente trabajo académico pretende abordar la pandemia del COVID-19 desde distintas vertientes, explicando una amplia variedad de sus efectos en distintas ramas del actuar humano, asimismo me he planteado la tarea de exponer los motivos que han vuelto al COVID-19 especialmente peligroso para el ser humano en la edad contemporánea, para lo que el presente ensayo incluye algunos estudios de economía conductual, tanto como de sentido común.
ANOTACIÓN
Comienzo la presente redacción mencionando que este escrito no aborda ni abunda respecto de cuestiones técnicas o científicas en el tratamiento médico del COVID.19, en tanto que dicha cuestión no es mi área de interés ni de conocimiento. Soy una persona dedicada a cuestiones empírico-financieras, con lo que mi análisis versará sustancialmente sobre tópicos relacionados con ello. ¡Agradezco tu atención!
No venía en la etiqueta: Sobre los riesgos ocultos
Existen una serie de factores que pintan para agravar drásticamente la situación global, y particularmente los manejos locales de cada país que enfrenta los retos supuestos por la pandemia del nuevo virus COVID-19. De entre todos estos factores, los de mayor impacto son, sin dudarlo los Riesgos Ocultos.
Hacia los primeros años de la zapatería moderna (buscar referencia), existían en las tiendas comerciales unos simpáticos aparatos que le darían (previo pago del servicio) una radiografía de su pie; un aparato sencillamente tecnológico, de moda, lo que se dice “la sensación del momento”. Sin embargo, para ese momento los estudios médicos no se encontraban al día de las implicaciones que la radiación, utilizada para sacar las radiografías, terminaría implicando dentro del largo plazo: Las máquinas fueron rápidamente retiradas de los establecimientos sin que nadie pudiera volver a saber si alguna vez existió realmente o se trataba de un vago recuerdo…
El ejemplo referido con anterioridad evoca dos conceptos que serán fundamentales para el desarrollo del presente trabajo académico: Los riesgos ocultos y los daños colaterales, que se explican a continuación.
Los riesgos ocultos son afectaciones de carácter indirecto que un evento “A” trae consigo de forma tal que suele pasarnos desapercibida. La extensión de este concepto puede parecerse, pero solo en una forma distante, al concepto de daño colateral, que fue acuñado en el seno del ámbito militar, tal como lo enuncia el sociólogo polaco Zygmunt Bauman蜉.
Los daños colaterales también cuentan con cierto grado de impredecibilidad, o más bien, con una constante necesidad de reajustes estadísticos; pero distan sobremanera de los riesgos ocultos por cuanto que los daños colaterales son intencionales; es decir, se encuentran previstos. Lo que no nos debe dejar en un enfoque ingenuo, tengamos en cuenta que un daño colateral (intencional) a su vez podría traer una serie de riesgos ocultos (imprevistos). Una situación que con desafortunada frecuencia se ve reflejada en la óptica de quienes suelen adoptar enfoques intervencionistas pecando de sencillez en su planeación: Como Nassim Taleb plantea de forma contundente蜉, un riesgo oculto dentro de los daños colaterales en el fallido intento de cambio de régimen para derrocar a un dictador libio es que hacia 2017, existieran mercados de esclavos improvisados.
Un riesgo oculto suele ser más que una variable no integrada a un modelo (quienes sepan algo de matemáticas sabrán que dicha consideración puede ser fatal). De hecho, el riesgo oculto, guarda la consideración especialmente grave de que ni siquiera suele encontrarse considerado como variable. La naturaleza del riesgo es subsistente y persistente: El valor del riesgo nunca llega a cero, si bien se pueden tomar acciones mitigantes para reducirlo al mínimo posible, pero como veremos mas adelante nuestras consideraciones y enfoques típicos del riesgo se encuentran modelados sobre enfoques erróneos, que únicamente tienen en consideración a uno de sus elementos: La Probabilidad, pero… ¿qué pasa con el Impacto? ¡Ya lo veremos!
No entendemos que no entendemos
El ser humano es falible, tiende a la perfección en sus discursos pero, irremediablemente estamos demasiado distantes de ella. Lo que no sería un problema especialmente grave salvo por la consideración de que nos hemos vuelto ciegos a esta obviedad.
Tendemos a pensar en términos estáticos y no dinámicos. Sin embargo, sabemos que la vida implica una constante transformación (es dinámica, pues), lo que suele volver falibles –por citar un ejemplo– buena parte de los intentos estadísticos por delimitar los alcances y consecuencias que el COVID-19 tendrá en nuestra cotidianeidad. Dichas estadísticas han fallado por el simple hecho de que se centran en un aspecto estático, partiendo del presupuesto de que la nueva información no alterará sobremanera los datos ya incluidos en la muestra, subestimando el carácter exponencial del virus. Volvamos algunos años en la historia, hacia el famoso Arquímedes (¡Eureka!) quien no solo pudo descifrar los misterios de la densidad para ayudar al rey a resolver los asuntos de su corona, muy literal.
Otra de las proezas menos conocidas de Arquímedes fue la de obtener un cálculo cercano por 0.3% al valor real de Pi, una misión en la que ya varios matemáticos habían fracasado hacia aquellos días, ¿la clave de Arquímedes? Su enfoque no partió del supuesto de que Pi fuera un valor absoluto, sino que se limitó a introducir la circunferencia entre dos cuadrados e ir reduciendo progresivamente el perímetro de los polígonos, es decir; al comienzo tenemos que el valor de Pi (la circunferencia entre los cuadrados mayor y menor será menor que 4 (Figura 1).: el cuadrado mayor, del cual cada lado es igual a 1 y mayor que 3: el hexágono menor (Figura 2), del cual cada lado es igual a 0.5.
Posteriormente se realizan una serie de cálculos engorrosos basados principalmente en el teorema de Pitágoras para el cálculo de un polígono interno que tiene cada vez más lados y cuyo trazo se acerca progresivamente al de la circunferencia (Figura 3), hasta el punto en el que dejan de ser reconocibles:
6 < 12 < 48 < 96 (en este punto pareciera que el polígono se integra a la circunferencia)…
Dicho procedimiento se repite con los polígonos exteriores para arrojar una aproximación que sitúa el valor de Pi, dentro del siguiente rango:
3,1408 > Pi > 3,1428
Como se afirma categóricamente por Mickael Launay蜉, “el poder del método de Arquímedes no radica únicamente en su resultado, sino asimismo en su posibilidad de prolongarse”. Por cierto que, el nombre técnico del método empleado es “Aproximaciones por exceso y por defecto”.
Figura 1 Figura 2 Figura 3

Fuente: La gran novela de las matemáticas; La búsqueda de Pi.
Así, Arquímedes entendió hace más de veintidós siglos, lo que hoy día parece haberse olvidado, el carácter perfectible de la realidad, es decir que la vertiente dinámica/perfectible prevalece por encima de la versión estática/perfecta.
Dicho de otra forma: Es preferible una aproximación con cierto grado de error (respecto del cual debemos guardar la mayor certeza posible蜉) que un absoluto falible y extremadamente frágil. En este sentido, por aterrizar el concepto en un ejemplo, la mortalidad del COVID-19 se debe actualizar constantemente, no guardando un punto de referencia inicia: Cuando comenzó la pandemia en China, su tasa de mortalidad, y el punto de referencia mediático fue del 2% – con especial agravante para los grupos vulnerables– , siendo que al día de hoy la mortalidad en países como Italia y España dista bastante de dicho valor (9% y 6%, hacia el 23 de marzo del año en curso).
Adicionalmente, tampoco parecemos entender con suficiente claridad las interacciones que abarca un sistema complejo y su constante recomposición/ajuste; es decir, podemos pensar en acciones inmediatas con sus distintos efectos a corto, mediano y largo plazo, pero sin duda alguna, fracasamos cuando se trata de prever las interacciones que el sistema tendrá una vez apliquemos los remedios. Pecamos de simplistas al momento de calcular los efectos que una intervención podría producir o no dentro de un cierto sistema, un asunto que se ve especialmente agravado cuando no somos nosotros quienes resienten las consecuencias. La ausencia de “Jugarse la Piel” (un concepto que será explicado más adelante) invita a enfoques reduccionistas y análisis simplistas, en tanto que los daños, ya sean por riesgos ocultos o de carácter colateral, o cualquier naturaleza, no se adscriban a nuestra esfera personal de afectaciones, tanto menor será el interés por profundizar y hacer un análisis exhaustivo.
Finalmente, las heurísticas (atajos mentales) existentes de facto en nuestro código genético y que afectan invariablemente nuestra forma de pensar, nos invitan a mantenernos en la pequeña escala; es decir, inevitablemente enfocamos nuestra atención al entorno inmediato: las amenazas actuales.
Lo que explica sin lugar a duda, el que ahora mismo, nadie pueda dudar de que el mundo entero gastará trillones de dólares para paliar los efectos del Coronavirus (sumados a las pérdidas acumulables), en tanto que el gasto hubiera sido mínimo en el mes de enero; por no mencionar la inmensa cantidad de vidas que se podrían haber salvado y las grandes pérdidas en acciones que las bolsas alrededor del mundo se habrían evitado. Pero, nuevamente, el sesgo de corto plazo nos ha hecho una mala jugada.
Según quien compre boleto… (Acerca de las Probabilidades)
Uno de los aspectos favoritos de quienes adoptan una óptica reduccionista del COVID19 es que “la mortalidad del virus es del 2%”, claramente quienes suelen esbozarlo son personas que, a juzgar su estado de salud, no se encuentran dentro de dicho 2% (esto puede hacer una gigantesca diferencia).
A este respecto existen varias consideraciones sobre cómo no sabemos ver las asimetrías ni los aspectos complejos en la interpretación estadística. Comencemos pues:
Ya anteriormente te he expuesto la falibilidad de los conceptos que tienden al absoluto, y más tratándose de aspectos dinámicos, como es sin dudarlo el comportamiento de una pandemia; en la cual diariamente se va agregando información que pasa a integrarse dentro del universo de datos que compone la creación de una estadística relativa.
En este sentido, tenemos la aplicación de un sesgo conductual; conocido como sesgo de anclaje o “efecto impronta”. La descripción adecuada de este sesgo se realiza mediante un proceso biológico que implica a los patos, quienes al nacer reconocen como su madre al primer objeto con movimiento que puedan divisar dentro de su campo de vista, siguiéndolo en adelante. De esta forma, nos casamos irremediablemente con nuestra primera exposición a un dato o bien una impresión.
No es de extrañar que sigamos pensando en términos absolutos respecto de una mortalidad del 2%, dado que esta tasa fue la primera arrojada por los medios en el momento en que la situación del COVID-19 aún era local. En estos momentos, el Coronavirus ya es una pandemia mundial, asumiendo las recientes noticias podríamos afirmar que el epicentro de dicha pandemia se ha desplazado de Asia a Europa, y que, en su momento, llegará el turno para el continente americano.
Cabe mencionar, adicionalmente, que dicha mortalidad ha alterado sus índices dependiendo de cada país afectado, algunos de forma más seria; como es el caso de España e Italia (6 y 9% respectivamente) y otros de forma menor, como son el caso de Corea del Sur y Alemania, con su respectivo 1% y 0,36% (tan solo 68 muertos entre 19,000 casos confirmados).
Como puedes ver, centrarnos en un simple valor estadístic0, desactualizado per sé ya es suficiente monstruosidad para añadirle más leña al fuego, continuemos con una obviedad: Los valores estadísticos en el ramo de la salud no pueden ser absolutos.
¿A qué me refiero? Si cada segundo que pasa no nos acerca a la inmortalidad –sabemos que, eventualmente moriremos–, entonces podemos inferir con facilidad que la mortalidad se agrava exponencialmente a mayor edad. He aquí uno de los efectos de mayor grado por el Coronavirus la composición de las sociedades occidentales nos invita a pensar que son estas quienes se encuentran especialmente frágiles ante su propagación; y es que, al momento de escribir estas líneas, aún estamos reacios a comprender que la verdadera amenaza del COVID-19 no radica en su mortalidad, sino en su alta tasa de contagios.
Finalmente y en un esfuerzo por ser congruentes, es notable que la mayoría de las personas que esbozan esta estadística –del “2%”– como una justificación aparentemente racional del pánico y la sobrerreacción no se encuentren probabilísticamente en dicho porcentaje. Como veremos adelante con mayor énfasis, resulta sencillo apostar y ser valiente respecto de las consideraciones ajenas. Finalmente, quienes sean el mínimo 2%, siendo lo suficientemente generosos para admitir que dicho valor fuera cierto, entrarían perfectamente bajo el concepto de “daños colaterales”. ¿Daños colaterales respecto de qué? Pues de la economía, ¡claro!
Esa maldita campana: Probabilidad e Impacto
“¡Cisne Negro! ¡Cisne Negro!” es una de las proclamas más usuales en este mundo moderno, desde que, hacia el fatídico 2008, el filósofo matemático Nicholas Taleb Nassim encumbrara este concepto; son cada vez son más los sensacionalistas, banqueros y agentes financieros que gustan de nombrarlo sin comprenderlo.
Son dos elementos del Cisne Negro los que, en la redacción de este subcapítulo constituirán puntos de apoyo esenciales para contravenir la campana gaussiana como modelo efectivo en el cálculo de riesgos sistémicos. La esencia del Cisne Negro radica en contraposición a uno de los modelos más utilizado –no obstante, inadecuado– para la medición del riesgo: La curva de distribución normal, conocida también como Campana Gaussiana.
En este sentido, la Campana Gaussiana se centra exclusivamente en uno de los dos elementos que componen el Riesgo: la probabilidad, acorde al cálculo de una distribución “promedio” respecto de la repetición de cierto evento “x” en un número de casos determinado “y”, se tiene que probabilísticamente su distribución será uniforme y tenderá a hacer una curva, como la de la imagen a continuación.

Campana Gaussiana: Elaboración propia en Excel.
Aquí tenemos que los escenarios se dividen de forma simétrica y gradual, lo que no da espacio para las No Linealidades; es decir, las consideraciones potenciales, antes que las aritméticas. Acorde a la teoría de la curva de distribución normal, deberíamos ser omisos respecto de aquellos casos que tienen una ínfima probabilidad de suceder, recordemos que la curva de distribución nunca toca el cero, pues el riesgo siempre será latente.
Continuando, la idea del Cisne Negro se compone de tres elementos, el primero de ellos relacionado directamente con la inaplicación de la campana gaussiana, en términos fácticos, a las necesidades del mundo moderno:
El suceso no se encuentra en el ámbito de lo conocido/previsible.
El suceso tiene un gran impacto aparejado.
El suceso puede ser explicado a posteriori.
Ya hemos explicado el primer punto y su correlación con la campana gaussiana, por cuanto que el tercer punto no es relevante para estos efectos. Centrémonos pues, en el elemento intermedio, a saber el impacto que implica la consecución del evento.
El segundo elemento que integra el Riesgo es el Impacto, que ha sido desplazado de los reflectores y consideraciones académicas debido a su compleja constitución y lo impredecible que suele ser. Perdiendo terreno frente a la probabilidad y “esa maldita campana”, el impacto se había visto relegado a los rincones más distantes de las consideraciones científicas, hasta que su rescate sucedió en el año 2008 (con algunos intentos previos, cabe destacar).
Y es que, según el dogma gaussiana, o centrado en la probabilidad estadística, tendremos que desechar de facto aquellos sucesos que tienden a ser imposible de suceder. Los teóricos que defienden este enfoque fragilista se centran en decir que, tomando el ejemplo de la imagen, es mejor prevenirse respecto de una situación con un 34,1% de probabilidad de suceder cuyo impacto sea del, digamos… 10%; que tomar las precauciones para un suceso extremadamente raro (¡Cisne Negro!), digamos del 0,1% de probabilidad de suceder con un impacto del 99%.
La complejidad sistémica ¡no es nuestra amiga!
Anteriormente, hacia la Introducción, te comentaba que uno de los mayores desperfectos en las aproximaciones teóricas que realizamos es el enfoque simplista, reduccionista. No se nos da especialmente bien el entendimiento de fenómenos complejos, lo que sin duda nos lleva a realizar analogías inadecuadas, por no decir inaplicables.
En tiempos de crisis resulta una obviedad lo siguiente: Mientras más complejo es un organismo, mayor será su fragilidad. También tenemos que mientras mayor sea el tamaño de un cierto organismo o una estructura particular, tanto mayor será su fragilidad en tiempos de crisis.
A nadie extraña que durante una sequía sean los grandes animales los primeros en caer, puesto que –dicho en términos darwinianos– su adaptación no se realiza con suficiente rapidez; lo que antes fue una fortaleza y una ventaja competitiva se revela en el sentido contrario de sus poseedores; los poderosos músculos del león esconden su necesidad de proteínas, aunque en principio pareciera un punto no relevante dado que con una caza de aproximadamente quince animales al año, con veinte kilogramos de carne por sentado, parecieran ser suficientes; ¿qué sucede si espaciamos un poco más de lo usual estas quince víctimas? O mejor aún, si debido a una circunstancia extraordinaria, se vieran reducidas a diez… Otra historia toca.
La majestuosidad del elefante nos invita a olvidarnos de sus altos costes de mantenimiento como el hecho de que requieren ingerir hasta 225 litros de agua por día, ya sabemos que en tiempos de sequía los primeros afectados están en este rubro.
Puesto en términos más domésticos, cualquier amante de los perros sabrá que los costes por mantener a su compañero aumentan progresivamente según sea el tamaño de su canino de compañía.
Retomando el punto, la complejidad sistémica y la burocracia –de la cual constantemente se hace una analogía a la de un elefante reumático– no son buenos puntos de soporte para tiempos de crisis. Algo que veremos en las analogías inaplicables (respecto de enfoques reduccionistas) y de la centralización del poder administrativo y su potencial efecto dañino cuando el dirigente es un fragilista…
Darwin llora en su letargo (cómo opera la selección natural)
Otro de los asuntos que han quedado especialmente claros respecto del Coronavirus es que a las sociedades les falta solidaridad y empatía. Anteriormente ya te he explicado de que forma los jóvenes se encuentran, aparentemente, a salvo de la mortalidad y sus valores absolutos.
Algo que invita al actuar responsable e inconsciente por parte de quienes posiblemente no se vean afectados ante el COVID-19 y su propagación. Dentro del planteamiento del teorema de la supervivencia del más apto tenemos que los genes guardan la información genérica relevante y son aquellos que pueden pasar sus genes a las siguientes generaciones quienes terminan perpetuándose y ganando en el largo plazo.
Hasta aquí, todo bien. Pero para quienes dicen que “es selección natural saber mantenerse en el hogar” incurren en un grave error; empero, lo deseable sería que así fuera:
Con meridiana claridad se alcanza a adivinar el argumento, en la selección natural es el individuo quien resiente su toma de decisiones, ya sean inteligentes o negligentes. La vida salvaje resultaba mucho más sencilla que la compleja modernidad, donde el actuar negligente de un individuo –y no hablaremos de los individuos que están al mando (también conocidos como “fragilistas”– termina afectando exponencialmente el funcionamiento de un sistema entrelazado e interdependiente蜉.
Así que un joven (lo suficientemente joven) cuenta con un claro incentivo para seguir adelante en el desempeño de sus actividades cotidianas y de esparcimiento en tanto que conoce de antemano que su exposición al Coronavirus no debería implicar ninguna complicación mayor蜉
A efectos de contar con un sustento estadístico para la presente, utilizaremos los datos que recientemente ha publicado el Ministerio de Sanidad de España蜉 (con un universo de 18,959 casos notificados con información de edad al día 22 de marzo del 2020, del total de 28,572 casos). De la interpretación de dichos datos, que guardan cierto grado de congruencia con el panorama general se deduce que el 95,4% de los muertos por Coronavirus contaban con una edad mayor a los 60 años, aún suponiendo un porcentaje menor a la mitad de los casos confirmados (47,8%).
El riesgo que se expresa respecto de la tasa de mortalidad del COVID-19 es agravante y aumenta de forma exponencial por cada década a partir de los 40 años, quedando como indica la gráfica inserta a continuación:

Fuente: El País, disponible en: 
https://elpais.com/sociedad/2020-03-22/radiografia-por-edades-del-coronavirus-en-espana.html
La gráfica es suficientemente clara respecto del actuar negligente de las personas que pudiendo haberse reclutado en casa, por comodidad o esparcimiento han elegido salir de sus hogares previamente. Conviene manifestar en este sentido que, el actuar negligente/egoísta/irresponsable aplica exclusivamente para aquellos que no teniendo algo mejor que hacer y ante la inminente propagación de la pandemia en su comunidad, eligieron tomárselo como una vacación extendida.
Insisto, mientras la consecuencia no se vea reflejada en la esfera personal o la cercanía inmediata (familiares o buenas amistades), las consideraciones respecto de las medidas preventivas son inexistentes para cierta parte de la comunidad.
No se incluyen aquí, por obviedad, aquellos que debiendo trabajar o llevar el sustento a sus hogares se vieron obligados a mantenerse en las calles de su localidad, toda vez que su especial situación de fragilidad frente al sistema los ha obligado a ello…
A continuación una demostración gráfica con gran claridad visual respecto de cómo el actuar irresponsable/egoísta de algunos se refleja, eventualmente, como una afectación sistémica en detrimento de la comunidad.


Escenario A Escenario B

Escenarios: Elaboración Propia.
A manera de conclusión para el presente subcapítulo, quedemos con la siguiente frase: Lo que muchos jóvenes hagan –¡o dejen de hacer!– será la diferencia entre la vida y la muerte para otra persona.  
Otra óptica que tiende a ser omitida dentro de la adaptabilidad y prevalencia de las especias es que el egoísmo solamente resulta funcional para la perpetuación genética en los casos del estado salvaje (retomando un poco aquí al estado del ser humano hobbesiano: Homo homini lupus est; el hombre es el lobo del hombre).
Pero para que una sociedad o una manada sobreviva es necesario pasar del egoísmo/individualismo hacia un enfoque altruista/colectivo en el que –retomando el Contrato Social de Rousseau– los integrantes de la comunidad acuerden recíprocamente, ya sea de forma explícita o tácita, el ceder cierto grado de sus esferas individuales para obtener el beneficio colectivo de una estructura que les deberá proveer de mayores ventajas que perjuicios.
Entonces, el Pacto Social no constituye exclusivamente la obligación de adscribirse al orden jurídico de una comunidad sino que abarca, extensivamente, una postura altruista y de interés por el Bien Común.
Aterricemos esta cuestión, ya te comentaba anteriormente que el verdadero problema detrás de la pandemia del Coronavirus no es su tasa de mortalidad, cuyos valores relativos entran entre el 2% al 7% dependiendo del país.
Aun con lo cual la mortalidad del virus sigue siendo reducida –frente a otros virus del mismo tipo, por lo menos– y no representa la actualización de un riesgo actual. El verdadero riesgo del Coronavirus radica en su alto porcentaje de contagio, aunado a que las complicaciones acarreadas por este virus requieren de cuidados especiales así como internarse en un hospital con cuidado médico y cierto grado de distanciamiento.
La agravante de esta situación es exponencial dado que quienes guardan los cuidados de los pacientes internados corren una situación de riesgo particular por ser contagiados, convirtiéndose a su vez en focos de contagio.
La circunstancia más relevante respecto de la amenaza que representa el COVID-19 radica en el hecho de que esta enfermedad puede pasar desapercibida para efectos sintomáticos durante hasta quince días. Lo cual complica exponencialmente las posibles situaciones de contagio y amplia sustancialmente el posible seguimiento de casos, lo que a su vez representa una reducción sustancial de recursos.
Añadiendo a ello la confusión de los síntomas que el Coronavirus guarda con otras enfermedades estacionales comunes, como son la gripe y la influenza. Así, una persona podría subestimar la gravedad de su condición sin conocerse como un riesgo latente para su comunidad.
Estos factores se añaden con un efecto exponencial para terminar rebasando la capacidad del sistema de salud, en términos estadísticos según la información relevante en estos momentos (24 de marzo del 2020), aproximadamente de un 70 a un 80% de la población mexicana terminará por contagiarse, de las cuales solamente un 5% – según pronósticos optimistas– requerirá de atención médica hospitalaria.
Hagamos los números, según los datos estadísticos del INEGI蜉 hacia el año 2015, en México se contaban 119 millones 530,752 habitantes. De los que se presenta la siguiente tabla:
Total de la población
70 -80% Riesgo de Contagio
Atención hospitalaria (5%)
119´530,752
83´671,526 – 95´624,601
4´183,576 – 4´781,230
Actualmente debemos reconocer que el peligro del Coronavirus estriba en que la cantidad de casos supere la capacidad del sistema de salud para atenderlos, lo que queda plasmado en la siguiente representación gráfica:

Fuente: el Periódico, disponible en https://www.elperiodico.com/es/ciencia/20200311/epidemiologia-aplanar-curva-medidas-proteccion-evitar-colapso-sanitario-7883545
Lo ideal será mantener contenidos los casos de propagación dentro del esquema enmarcado por las líneas azules de la gráfica, pues una vez rebasado la capacidad del sistema sanitario el asunto se compleja de forma exponencial requiriendo medidas extremas para ello. En esta situación, plasmada por la línea roja del gráfico, ya se encuentran países como Italia y España en que, ante la imposibilidad de atender debidamente a la totalidad de su población se ha decretado la prohibición y aislamiento obligatorio para quienes padezcan el COVID-19 que sean mayores de 70 años蜉; es decir, los médicos deben de seleccionar a las personas que cuenten con mayores probabilidades de supervivencia, optimizando los recursos al máximo, aunque aquí, nuevamente, el daño colateral sean los mayores de edad o personas dentro del grupo vulnerable al Coronavirus.
Evita Jugarte la Piel (cómo operan burócratas y empresarios)
El principio fundamental que yace detrás del concepto de “Jugarse la Piel” es que quien la hace, la paga. Dígase que no deberías seguir el consejo de alguien que no se encuentre moral o contractualmente obligado a sufrir las repercusiones de sus palabras蜉, dicen por ahí que “hasta el más ávaro es generoso en sus palabras”.
Bajo la óptica del Jugarse la Piel no es válido, ni en un sentido ético ni personal, la transferencia de la fragilidad personal o la obtención de beneficios personales a coste de la fragilidad colectiva, un arte del que los banqueros saben muy bien.
En la jerga financiera existe una denominación para aquellos que velan por sus intereses de forma egoísta, utilizando plataformas colectivas para ello, algunos ejemplos: Ya sea un especulador financiero que busca una alta comisión vendiendo productos basura, o un jefe de operaciones (CEO) que dañaría la empresa para recomprar barato sus acciones y quedar con mejores beneficios, tanto como el estadista que oculta información procurando un escenario favorable para las elecciones venideras; todos ellos incurren en lo que se da por llamar como “problema de la Agencia”.
La manifestación más clara del problema de la Agencia se puede encontrar en la salida a bolsa de una empresa que, hasta antes de ese día, respondía exclusivamente por su manejo a los titulares de sus acciones, concentradas en un número reducido de personas; de súbito pierden dicho control y los intereses de la empresa dejan de estar por encima de todo, sino que la nueva Mesa Directiva tendrá que disponer de una planeación distinta para que se respete la voluntad de los accionistas, a los accionistas “institucionales” (esos descarados pillos que suelen jugar con dinero ajeno) no les importa algo más allá de sus rendimientos, si el bienestar de la empresa, su crecimiento o el mantenimiento de su gente en malas temporadas –¡Mucho ojo acá!– se inmiscuye con un 0,2% de ganancia, entonces deberán ser removidos tales obstáculos.
La burocracia, claro está, adolece del problema de la Agencia. Es más, la base del sistema político contemporáneo es la concentración del poder, antes que el bienestar público. Se procura la perpetuación del partido político y sus afines, dejándose lo necesario en el corto plazo para garantizarlo; finalmente, en el largo plazo es altamente probable que quienes tomaron las decisiones no serán juzgados. Lo que a todas luces implica no Jugarse la Piel.
Con la agravante de que la burocracia parece ser un sistema que se especializa en alejar a quienes toman las decisiones de las consecuencias finales de las mismas, algo muy vigente en el auge del Federalismo.
Así, resulta muy sencillo para cierto Jefe de Estado haber realizado una irresponsable invitación al pueblo para salir de sus casas y evitar las medidas de prevención, todo en pos de la economía, cuando al caer enfermo él, debido a su especial situación frente al sistema cuenta con la garantía de que será tratado procurándosele el máximo de los cuidados y la mayor prioridad, una situación de la que no podemos presumir el resto de los gobernados.
La primacía de la economía es lo que concentra todos los recursos efectivos en este entorno globalizado, por demás, aún neoliberal. Utilizando algunas triquiñuelas para crear los propios indicadores favorables蜉, en el caso federal, la política para la aplicación de pruebas del Coronavirus蜉 ha tenido su principal sustento en el prerrequisito de que existieran antecedentes de viaje o de contacto con alguien que los tuviera, una política que deberá reajustarse ante la reciente entrada de México a la Fase 2 de Contingencia蜉.
La siguiente figura lo explica con claridad meridiana:

Figura: Verás lo que queramos… Fuente: Godín Financiero, disponible en https://www.facebook.com/GodinFinanciero/
Abundando en este enfoque de la aplicación de pruebas, tenemos la reflexión siguiente: ¿Te has dado cuenta de que el COVID-19 parece focalizarse exclusivamente en las naciones de primer mundo?, ¿o será que son estas naciones las que cuentan con mayores recursos para identificar el virus? … Es poco probable ¡extremadamente poco probable! que estas naciones “en vías de desarrollo” (México incluido) no se encuentren afectadas por la pandemia, aun cuando el clima pudiera prestarles algo de socorro pero no basta como para ser considerado como una barrera efectiva ante el virus: De esta manera, Singapur, Malasia o Brasil no se encontrarían resintiéndolo en estos momentos.
Dicho lo anterior, por puro sentido común, deberías evitar confiarte de aquellos que cuentan con grandes incentivos para el ocultamiento de los hechos objetivos, una verdad que queda plasmada en el siguiente dicho: “No preguntes a un agente de seguros si te hace falta una póliza”.
En desafortunada congruencia con lo anterior, observamos que la centralización del poder nos ha llevado a un escenario mórbido, pesado. El accionar de la burocracia administrativa ha dejado mucho que desear y en este sentido finalmente el sentido común ha terminado por imponerse.
En este caso, el actuar egoísta nos ha proporcionado una amplia ventaja respecto del actuar administrativo, particularmente del Gobierno Federal. En sus respectivos rangos de aplicación, el sector privado tanto como los organismos con autonomía reconocida y posteriormente, los gobiernos locales, tomaron medidas preventivas hasta con dos semanas de anticipación al Gobierno Federal, quien fue echando culpas y clamando paranoias colectivas; lo que si bien podría ser cierto, no por ello es menos racional (ya platicaremos sobre la ética de la prevención individual) que una postura despreocupada.
Una breve mención sobre la transferencia de la fragilidad y la concentración del rendimiento en un ámbito distinto de la burocracia:
Dejando de lado el actuar administrativo en el sector público, pasemos con los privados, quienes –en su justa medida–, reflejan las actuaciones de la esfera pública, hay excepciones, empero. Algunos empresarios sin escrúpulos, posiblemente presionados por sus accionistas o bien, ante la necesidad de impresionarlos en un escenario adverso, no se han tocado el corazón para reducir (temporalmente, eso sí) su plantilla de empleados.
Han sido duramente criticados por el público en general a pesar de sus débiles respuestas蜉, la razón es obvia, estos empresarios no parecen entender otro de los principios esenciales tras el concepto de Jugarse la Piel y es el siguiente:
“Quienes han disfrutado los rendimientos en tiempos prósperos (especialmente si han utilizado a otras personas para ello), deberán de hacerse cargo de las pérdidas (incluidas las de su gente) durante las condiciones adversas”.
CONCLUSIONES
Sed unus Leo
Bien decían los generales que “es mejor tener a un león comandando un ejército de ovejas, antes que tener a un ejército de leones comandados por una oveja”; en la vida, muchos asuntos se resumen a una mera cuestión de actitud.
Las minorías tozudas e inteligentes han impuesto sus designios a los de la mayoría flexible, algo que podrás comprobar en su supermercado de confianza cuando procure encontrar productos koscher, te vas a sorprender, sé lo que digo… En fin, volviendo al tema; Uno pero león es una forma de expresar la gallardía y el coraje necesarios para lidiar con los sinsabores del gregarismo y sus consecuencias.
En la vida, como en todo lo demás, es necesario cierto grado de coraje para salir adelante; recordemos que las elecciones por omisión siguen siendo eso: una elección. Con la única diferencia que son otros quienes terminan por decidir nuestro Destino.
Son distintos los enfoques que se han abordado al respecto de la inminente crisis sanitaria debido al Coronavirus, el primero de ellos es sumamente reduccionista con argumentos del tipo de la mortalidad del 2% y la primacía absoluta de la economía y el segundo es tildado de paranoico, dado que las afectaciones no son aún tan graves como las de otros países, sin caer en la cuenta de que, siendo el caso y guardando la escala debida, la situación mexicana será mucho más compleja y desafortunada que la de estos países, por cuanto que México tiene una población sustancialmente mayor que la de estos países. Aún contando con el beneficio del bono demográfico, no se compensa la situación en relación con la cantidad de mexicanos que cuentan con enfermedades crónico-degenerativas y otras agravantes del Coronavirus: A saber la obesidad y un estilo de vida sedentario, sumemos a ello los hábitos alimenticios de nuestra población, et voila!
En este sentido vale reconocer el papel clave que ha tenido la esfera individual y el sentido común, nadando en contra de las disposiciones del Gobierno Federal y su lenta reacción.
La ética detrás de la sobrerreacción.
Las decisiones preventivas individuales implican indirectamente un alto al ritmo de propagación de una pandemia. La salvaguarda colectiva requiere (sobre todo ante factores poco conocidos/comprendidos como las estadísticas y su mal uso o la relatividad de los valores absolutos) de cierto grado de excesiva precaución individual. Aún cuando esta actitud parezca guardar cierto grado de aversión respecto de la confronta entre intereses individuales y colectivos. Son necesarios los individuos que se preocupan de los riesgos comparativamente “insignificantes”, según sea el momento.
El riesgo asumido para una epidemia viral que se multiplica de forma exponencial, no aritmética, en sus primeras etapas es demasiado bajo. Tanto como para ser considerado una exageración y pasar a integrar el perfecto ejemplo de lo que el pánico y la sobrerreacción suponen. Pero estas personas, quienes no alcanzan a ver más allá de su nariz, adolecen un problema filosófico conocido como el problema de Lucrecio, enunciado a continuación:
El tonto cree que la montaña más alta del mundo, es la más alta que ha visto él.
Ha quedado claro, ¿cierto? Ciertos sesgos parecieran afectar nuestra toma de decisiones ante la inminente espada de Damocles que pende peligrosamente sobre nuestras cabezas; a saber el sesgo del statu quo (i), de confirmación (ii), de la relatividad (iii) y la interpretación a corto plazo (iv). Que se pueden traducir como sigue:
(i) Tendemos a ser optimistas respecto de que nuestra situación actual se mantendrá, (ii) filtramos la información de tal manera que favorece la continuación de nuestras creencias (que todo está bien, por ejemplo), (iii) no somos buenos comparando nuestra situación ni siendo empáticos y (iv) finalmente, no reaccionamos sino hasta que tenemos el peligro delante de nuestras narices, esto si somos lo suficientemente generosos para suponer que nos ha dado tiempo de reaccionar.
No son pocos los que han hablado sobre el tema: abogados, economistas, politólogos hablando de inmunidad, microbiología y otros asuntos, ¡lo que es querer acaparar el reflector! Hasta cierto punto inclusive el sector médico ha venido a caer en dicho sesgo (pero de buena fe, aparenta) al explicar escenarios por demás optimistas sobre el desarrollo de la pandemia, que distaron de cumplirse como hoy día podemos verificar. La cuestión es sencilla: En un esfuerzo ético, dejemos que los expertos hablen de lo suyo, no en vano viene la Anotación realizada apenas comenzando este artículo.
En fin, que estos individuos defensores a toda costa (mientras no sea a su costa, tanto más da) de la economía y su desarrollo, no son más que IPI´s (más adelante explico la denominación, te lo prometo). Es altamente probable que estos individuos no entendieran el contundente mensaje detrás de las declaraciones del modelo matemático emitido por la UNAM蜉: La prevención es la clave; de hecho, la reducción de casos o la ausencia de los mismos, significa un éxito en las estrategias de prevención realizadas: cuarentena voluntaria, sana distancia, reducción de las salidas a casos de extrema necesidad, etc. Pero para ellos, dicha cuestión sería una razón más para no tomar consideraciones respecto de la pandemia que toca la puerta, ellos tienden a confundir la ausencia de pruebas con la prueba de ausencia (no son lo mismo). Dígase que, son el tipo de persona que contrataría un seguro de muerte cuando vaya camino al sarcófago.
Tomemos en cuenta la actuación de una persona que ignora los riesgos potenciales por el hecho de que son eso, potenciales. Es altamente probable que en su actuar irresponsable termine por contagiar a más personas de las que debería si se le hubiera confrontado en el momento adecuado.
Ahora, un poco de magia sobre la conducta humana: Ya te he hablado sobre las minorías tozudas, así en el ámbito familiar una persona puede marcar la diferencia marcando el ejemplo y la pauta a seguir; confrontando constantemente a los familiares irresponsables y tomando medidas enfáticas respecto de su cuidado personal. Ahora, esta situación es exclusiva para los escenarios en que el riesgo sistémico es exponencialmente grande para la comunidad en contraste del individuo, para quien puede ser nulo.
Recordemos que los sistemas complejos se autocorrigen y avanzan por sencilla eliminación, pongamos un ejemplo: La caída de las torres gemelas hacia el año 2001 implicó una mejora sustancialmente agresiva respecto de la seguridad en las líneas aéreas; en este sentido, fue necesario el sacrificio de unos cuantos para que la industria adquiriera consciencia de sus riesgos exponenciales (Lo Desconocido desconocido).
En este sentido, tenemos que el riesgo de los individuos involucrados fue menor al bienestar colectivo que se produjo: las lecciones aprendidas. En el caso de la pandemia basta que nuestro sujeto en cuestión goce de buena salud y sea relativamente joven (menor a los 40 años) para encontrarse suficientemente “a salvo”, una forma de ponerlo en el sentido inverso, donde el riesgo individual es grande y el riesgo colectivo mínimo, sería un accidente de tráfico: Aun tratándose de una carambola, tendremos un número de afectados finitos que difícilmente podría superar la veintena.
Bajo estas circunstancias, de un riesgo sistémico exponencial con grados de impunidad, se convierte en egoísta incluso en una actitud psicópata el actuar sobre las bases “racionales” (¿alguien podría decirme en que etapa del cáncer debería dejar de fumar?). Cada omisión individual implica un potencial riesgo exponencial para la colectividad.

Imagen del Washington Post, obtenida en: https://www.washingtonpost.com/graphics/2020/world/corona-simulator/
En la imagen previa, se ejemplifican con claridad cuatro escenarios posibles para la distribución de la pandemia de Coronavirus en un cierto territorio, el primer caso claramente corresponde al actuar negligente e irresponsable de una serie de individuos egoístas (ante la alta tasa de contagio, tampoco es necesario que sean tantos; lo cual lo vuelve más preocupante).
El caso 2 es aplicable a las medidas de prevención por cierto grupo de la sociedad que han hecho mancuerna para frenar la distribución del virus, medidas como el aislamiento voluntario y el seguimiento de las normas de precaución y demás recomendaciones.
Adicionalmente esta reacción agresiva invitará a quienes se toman la pandemia por chiste a abordar un enfoque pragmático distinto, recordemos que como seres sociales que somos, tendemos a la repetición de lo que observamos (lo que se denomina como gregarismo): Si me lavo las manos en un lugar donde nadie más lo hace, tácitamente los estoy poniendo en evidencia, instándolos a actuar de forma responsable, un tip adicional, los efectos de este tipo de acciones se ven notablemente incrementados si añadimos una o dos miradas de desprecio al realizarlas o algún comentario sarcástico, sobre la educación y los modales al comer en la mesa, por ejemplo.
Lecciones bíblicas en administración de empresas
Retomemos a los empresarios sin escrúpulos del capítulo anterior (específicamente, al final de “Evita Jugarte la Piel”) para quienes es sencillo gritar “¡Cisne Negro!, ¡Cisne Negro!”; pues si eres empresario o un empleado administrado este capítulo cierra la cereza del pastel porque te enseñáremos lecciones esenciales de administración (obvias, pero no por ello aplicadas…).
La Biblia tiene un sinnúmero de enseñanzas para todo aquel que guste leerla con cierto grado de apertura, en última instancia, como dijera Galileo: “Nunca he encontrado una persona tan ignorante que no se pudiera aprender nada de ella”.
Continúo, la Biblia tiene distintas enseñanzas sobre la debida administración de distintos recursos, ya sea el dinero, la fe o la estima propia; algo que también sucede en sus similares ideológicos tal como El Corán y la Torah.
En fin, la situación contemporánea habría sido bien librada por no pocos personajes bíblicos; ya el previsor Noé, de quien todos se mofaban al principio (recordemos la ética detrás de la sobrerreacción) hasta Faraón, de quien hablaremos un poco más a continuación.
El ejercicio del poder implica ante todo, el arte de la administración pública. Se dice que hace algunas décadas, antes de que existiera el crédito fácil (a cargo del erario y las generaciones venideras) y cuando los recursos finitos eran los que existían en el mismo momento, solamente las personas capaces eran designadas para administrar los recursos del Estado.
Cualquier que ejerza un cargo de poder debe ser consciente de que su especial condición (sus beneficios) lo obliga respecto del cuidado de los demás; no es válida la salida fácil, implicaría deshonor y el castigo divino.
De esta forma, Faraón tenía muy claro dentro del marco bíblico en el que José interpretó sus sueños acerca de la abundancia, el concepto de lo que Jugarse la Piel significa, tanto como la previsión racional.
Faraón gozó de siete años de abundancia frente a siete años de escasez, siete vacas gordas que fueron devoradas por siete vacas flacas, demostrando en una analogía violenta e impactante, que la abundancia es más difícil de administrar que la escasez. Bien se dice: “Alaba a quien es estoico en la abundancia, que es sencillo serlo en la escasez”:
Reincidiré las ocasiones necesarias hasta que el entendimiento de esta máxima sea claro: Quien ha disfrutado de los beneficios también deberá pagar las consecuencias, llegado el momento. Para el cargo de Faraón el desentendimiento era más que imposible, impensable. Así que, con la ayuda de José y sus dones, creó un plan de contingencia, cuyo principal sustento es la reserva.
Paréntesis: Recordemos que a la Madre Naturaleza le gusta tener opciones, algo contrario que a los fragilistas seguidores de Samuelson (economistas clásicos y otros) a quienes daremos en llamar como Intelectuales Pero Idiotas蜉 (IPI´s, en adelante), para quienes todo debe estar al punto dentro de su mayor grado de optimización: Para ellos sería una aberración el tener dos hígados cuando se pueden vender a un excelente precio en el comercio sanitario, tanto como dos ojos, orejas y demás; afortunadamente, en ciertos asuntos muy íntimos y personales, no estamos a su cargo.
Una pequeña puntualización: Los IPI´s parecen ser personas altamente capacitadas, generalmente enmarcadas en el dogma tecnócrata donde cualquier buen certificado da permiso para que las sandeces se vuelvan sabiduría, en fin… Cierra paréntesis.
Seguíamos con que la administración debida debe tener cierto margen operativo, con lo que Faraón administró su abundancia para hacer frente a la adversidad en tiempos por venir. Se anticipó, de la mano de José, a las vacas flacas, minimizando en extremo el sufrimiento de su pueblo y garantizando su supervivencia y es que, para Faraón es más notable el vínculo con su pueblo de lo que hoy día es para un Jefe de Estado o bien, un empresario, quienes fácilmente se desdicen en culpas a situaciones externas, sin admitir sus responsabilidades: ¡Ojo!, que vienen con el cargo.
Esperemos que la presente crisis financiera y de salud, nos invite a repensar y reestructurar nuestras finanzas personales y empresariales, al orden de que contemos con un Fondo de Emergencias, concepto que debiera ser implementado en las finanzas de todos por cuanto que te brinda un margen de operación y opcionalidad ante este tipo de situaciones, típicamente imprevistas.
El Fondo de Emergencias es el equivalente a seis meses de tus ingresos mensuales, o si quieres hacerlo un poco más reducido, deberás hacer el cálculo por seis meses de tus gastos mensuales. El Fondo de Emergencia se administra y se mantiene en un instrumento de alta liquidez: Los Cetes a 28 días son una excelente opción
Afrontémoslo: Desconocemos los designios de la Vida, sabemos mucho menos de lo que nos gusta admitir; no entendemos que la certeza es un lujo al cual no podemos acceder los humanos. La incertidumbre hacia el futuro siempre está, podemos ignorarla o podemos aprender y mitigar, subsanar, prepararnos para lo que viene… Porque, aun cayendo la roca y con el sistema en jaque, asumiendo que la recesión económica por venir (esperen otro texto al respecto) pase de forma optimista, estos fenómenos seguirán ocurriendo y cada vez con mayor velocidad entre cada ciclo.
Tenemos mucho por aprender, ¡aprendamos pues!
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Bauman, Zygmunt. Daños colaterales: Desigualdades sociales en la era global, 1ª ed., Fondo de Cultura Económica. México, 2011. 233 pp.
Nassim Taleb, Nicholas. Jugarse la Piel, 1ª ed., Paidós. México, 2017. 387 pp.
Launay, Mickael, La gran novela de las matemáticas, 1ª ed., Paidós. México, 2017. 246 pp.

¿Cuál es el valor económico de la mujer?

 

Pérez Valverde Yohara Jandy[1
Sumario: ¿Trabajo gratis? ¿Sexos en guerras?  ¿Embaraza2? ¿ Gana el más fuerte?

 

INTRODUCCION

Actualmente el valor económico sobre el trabajo de la mujer es un tema, el cual está haciendo mucho ruido, no solamente por una cuestión “feminista” como muchos lo quieren catalogar, por ser una  situación  que hoy más que nunca es un movimiento social del que día con día está tomando cada vez más fuerza; de la cual personalmente estoy haciendo conciencia pero sobre todo me estoy identificando, ya que es una realidad de la que tal vez si me hubieran preguntado  unos años atrás sobre que me parecería ganar “x” salario menor  con respecto al de un hombre por hacer el mismo trabajo o inclusive más  pero sobre todo con las mismas oportunidades profesionales, solo por el simple hecho de ser mujer; creo firmemente que no sabría cómo responder,  no por cuestiones de conformismo, más bien por la falta de conciencia llevándolo a hacerlo una  realidad, del cual en un futuro, no solo a mí, también al de mi hermana, al de mis primas, al de mis compañeras de clases nos llegaría a afectar y del cual me pongo a pensar tristemente  era  un hecho de la cual siguen viviendo desde hace muchos años mi madre, mi tía, así mismo mis profesoras porque era “normal” porque así eran como se esperaba que fuera o porque eran “otros tiempos”.

Cuestiones que al día de hoy para mí ya no es justificante, porque yo también he dado todo lo que me permiten mis capacidades sin la ayuda de que me “regalen” una calificación o me regalen un puesto como muchas personas suelen comentar cuando una mujer llega a obtener un logro por querer dejar un cambio ya sea en su persona o en el de una sociedad, por lo cual en el siguiente trabajo plasmare el gran impacto que la mujer tiene en la economía en honor por los movimientos realizados el 8 y 9 de marzo del 2020.

DESARROLLO

Como ya mencione anteriormente este ensayo lo base en honor al 8 y 9 de marzo, pero quiero aclarar que es un tema que ya tiene que estar muy presente en cada uno de nosotros, así como en los medios de comunicación, porque no solo es un tema de este mes de “marzo”, ya que es una situación que ya se puso sobre la mesa del cual personalmente cada día me fascina más pero sobre todo que es necesario así como urgente, en el cual todos debemos trabajar puesto que estos movimientos van dando paso a otros temas como es el caso de este derecho humano tan asentado por todos nosotros el cual es el del valor económico que se le da al trabajo de las mujeres cotidianamente ya sea en los centros de trabajo como el que realizan las mujeres en la casa.

¿TRABAJO GRATIS?

Especialistas del Observatorio Internacional de Salarios Dignos en la que trabajan la Universidad La Salle junto con la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (CONASAMI), dan estimaciones que en total el valor de las mujeres día con día tiene un valor estimado en 60 mil millones de pesos siendo un poco más de la mitad de la riqueza que se genera diariamente, la cuestión de esto es que de los 60 mil millones de pesos un poco más de 40 mil millones de pesos es no remunerado, es decir no es pagado[2].

Llevándonos  a pensar  por ejemplo en el  trabajo  de todas esas mujeres que  limpian, hacen la comida, lavan, barren, cuidan a sus hijos,  etc. se les remunerara (se les pagara) todo este trabajo que diariamente realizan por el “simple hecho de ser mujer” o en el caso de empresas familiares  que no les pagan a las mujeres que trabajan en estos  pequeños negocios como es el caso de las papelerías, tlapalerías o tienditas porque consideran que no es necesario ya que los ingresos que generan estas son retribuidos para otras cosas.

Dándonos la cifra de que el total de 60 mil millones de pesos que generamos diarios son retribuidos solamente el 33%[3]realmente podemos observar que son lamentables estas situaciones, ya que mucho de este trabajo no lo podemos reflejar para que pueda ser valorado mucho más por el hecho de que no tiene una remuneración económica porque hay que ser realistas las mujeres principalmente están dedicadas a cuestiones de la casa, así como otras que se enfocan en ambos por el hecho de que estamos biológicamente aptas para poder realizar más de una actividad a la vez, más responsables, más dedicadas en cuestión de cuidados pero también hay que ser realistas  es un trabajo pesado y del cual saber que le estás invirtiendo tiempo, esfuerzo tanto físico como mental en donde al final de  cuenta no generas ningún sustento económico, es lamentable.

¿SEXOS EN GUERRA?

En la brecha salarial de género primero quiero definirla para poder dejar más claro este punto, dándonos como definición: “es la diferencia que existe entre el salario de los hombres y el de las mujeres comúnmente aunque realicen el mismo trabajo los hombres ganan más que las mujeres, en México el promedio de esta diferencia es de 15% en los estados del norte y del centro, en el sur puede llegar hacer de hasta el 45%”[4], o sea podemos realizar el mismo trabajo que un hombre y ganar “casiiii” la mitad que gana un hombre.

Creo que esto es una situación cada vez más grave en cuanto a que nos referimos a trabajo digno y en cargos que nos representen mujeres sobre todo en puestos directivos, dándonos una lista muy limitada como de igual manera complicada que resulta para la mujer en caso de querer ocupar puestos de alta dirección, cuando está comprobado que la mujer en representación de liderazgo es muy eficiente en una organización en cuestiones de la disminución de favoritismo, podemos obtener inclusive mejores resultados simplemente es necesario esta representación de mujeres en las empresas para que más mujeres se sumen a esta lista de querer mas tanto profesionalmente como de manera individual balanceando esta parte personal con lo laboral, quitando estos prejuicios que se tiene de desvalorizar la capacidad de la mujer por cuestiones como el de ser madre.

¿EMBARAZA2?

Por último quiero tocar el tema de lo que realiza las empresas para seguir manteniendo al talento femenino para impulsarlo, por ejemplo yo he leído que algunas empresas han alargado el tiempo de maternidad e inclusive cuando han tenido ya a su bebé las han ayudado a incorporarse nuevamente a estas empresas de forma gradual e incluso con los hombres también han expandido el período de paternidad ya que no solo es cuestión de solo las mujeres la crianza, por lo que estas empresas han creado estas tácticas para la colaboración de las responsabilidades.

¿GANA EL MAS FUERTE?

En el caso del dinero remunerado en donde la mayoría de las mujeres, es decir el más del 80%  de acuerdo al INEGI, de las que trabajan es en el sector de servicios de aquí la gran importancia de la ausencia de las mujeres el día 9 de marzo y esta fuerza laboral que representa más del 80%[5] siendo una base sumamente relevante e indispensable, pero sobre todo siendo uno de los sectores de la economía que más representa al PIB (Producto Interno Bruto), otro gran impacto que tiene la mujer es en el sector manufacturero ya que para entender a uno se necesita del otro; esto me lleva a una noticia que me impacto de Citibanamex el cual anuncio que  el mas del 50% de sus trabajadores son mujeres[6] dándonos la razón del gran impacto que tiene la mujer en estas sucursales bancarias, de igual manera con los Call Center donde no se tendría la misma rapidez que con mujeres.

CONCLUSIONES

El enfoque de mi ensayo radica en la importancia de la mujer en la economía, independientemente de que sean o no retribuidos los ingresos, que por ende no generan un capital para el gasto si se puede realizar la distribución de los gastos del dinero sea de quien sea la persona que lo genere, porque hay que diferenciar que una cosa es trabajo y otra empleo, en donde el trabajo es el que realizamos todo el tiempo generándonos dos cuestiones, como primer punto que la sociedad se dé cuenta de la importancia del trabajo que realiza la mujer diariamente y lo segundo es el gran impacto que tenemos en la economía de nuestro país, ese gran poder que tenemos en nuestras manos ya que seamos realistas  somos la ejecutoras económicamente.

Creo que lo importante de todos estos datos que plasme son para hacer visible el gran impacto de la mujer sea en el sector que sea ya sea de educación, salud, empresarial, etc. por la cuestión de lo que representamos en la economía mexicana como mundial aunque sean “pequeños”  detalles para algunas personas, la realidad es que son hechos vitales para las actividades económicas  y que las sostienen las mujeres de lo cual no cabe duda ya que somos más del 40% de la población del  mundo, por lo que esperemos que por medio del diálogo con las autoridades se implementen nuevas políticas públicas eficientes enfocadas en lo laboral ya que cada vez se suman más mujeres que más de tener una necesidad económica tienen el deseo de querer desarrollarte.

BIBLIOGRAFIA

  1. Derechos Reservados. (2020). CONASAMI. marzo 10. 2020, de Comisión Nacional de los Salarios Mínimos Sitio web: https://www.gob.mx/conasami
  2. Forbes Staff. (2019). México tiene la peor brecha salarial de género de Latinoamérica: informe. marzo 10, 2020, de Forbes México Sitio web: https://www.forbes.com.mx/mexico-tiene-la-peor-brecha-salarial-entre-hombres-y-mujeres-informe/
  1. Derechos Reservados. (2020). PIB y Cuentas Nacionales. marzo 3, 2020, de INEGI Sitio web: https://www.inegi.org.mx/
  2. Notimex. (2020). Citibanamex se suma al paro nacional de mujeres Nota de MVS Noticias: https://mvsnoticias.com/noticias/economia/citibanamex-se-suma-al-paro-nacional-de-mujeres/. marzo 3,2020, de MVS NOTICIAS Sitio web: https://mvsnoticias.com/noticias/economia/citibanamex-se-suma-al-paro-nacional-de-mujeres/

 

 

 

[1] Estudiante de cuarto semestre de la Facultad de Derecho, UNAM.

[2] Derechos Reservados. (2020). CONASAMI. Sitio web: https://www.gob.mx/conasami

[3] Ídem.

[4] Ídem.

[5] Derechos Reservados. (2020). PIB y Cuentas Nacionales. marzo 3, 2020, de INEGI Sitio web: https://www.inegi.org.mx/

[6] Notimex. (2020). Citibanamex se suma al paro nacional de mujeres Nota de MVS Noticias: https://mvsnoticias.com/noticias/economia/citibanamex-se-suma-al-paro-nacional-de-mujeres/. marzo 3,2020, de MVS NOTICIAS Sitio web: https://mvsnoticias.com/noticias/economia/citibanamex-se-suma-al-paro-nacional-de-mujeres/

SISTEMA DE ECONOMIA MIXTA, EL RIFLE SIN BALAS

 

                                                                                   Axel Alejandro Oliveroz Osorio[1]

 

Sumario: I. Introducción: Los extenuantes adversarios en el siglo XXI, II. Desarrollo: 1. Los resultados de una pugna económica, social, política y cultural, 2. Mezclados, pero no revueltos; Los sistemas económicos y su nueva creación, 3. La diferencia entre creadores y creada, 4. La suposición de los resultados apropiados, 5. El presente que sigue en espera. III. Conclusiones: Opinión de un estudiante de Derecho.  IV. Bibliografía consultada.

 

Introducción.

Los extenuantes adversarios en el siglo XXI.

El siglo pasado estuvo lleno de grandes contiendas mundiales, todas ellas siempre tenían un fin en común, el poder económico. No hablaremos de todas ellas, porque considero que no es el fin del presente trabajo, más bien, me enfocare a estudiar a las dos grandes potencias del siglo anterior, y más específicamente sus modelos económicos en la actualidad y la creación de una supuesta solución como resultado de la mezcla de dichos modelos.

A mediamos del siglo anterior, notamos una lucha incesante entre dos bandos, el bando capitalista y el bando socialista con aspiración comunista. Vimos que cada uno tenía ideologías distintas en aspectos políticos, sociales, culturales y demás cuestiones, sin embargo, es preciso detenernos en el rubro económico, debido a que cada uno tenía su forma de organizar y manejar la producción, distribución, intercambio y consumo de aquellos bienes y servicios que producían.

La historia nos hizo creer que sólo uno de estos dos bandos logro no sólo sobrevivir, sino también evolucionar, mientras que el otro bando paso al pasado. No obstante, hemos notado que estos dos bandos dejaron de existir, hablando específicamente de su punto más radical, en otras palabras, el capitalismo y el socialismo radical ya no existen, estos antiguos adversarios ya no tienen cabida en el mundo actual, por ello, tuvieron que unir algunos ideales y crear un nuevo sistema económico, el cual no ha dado los mejores resultados.

Es mi intención analizar y criticar a dicho modelo desde una perspectiva actual, examinar si fue buena opción unir en un sistema económico dos ideales que eran opositores, estudiar ¿quién origino esta idea? ¿cuándo surgió? ¿para qué se creó? y lo más importante, ¿ha resuelto de manera satisfactoria la problemática que sus creadores no pudieron resolver? 

Desarrollo.

  1. Los resultados de una pugna económica, social, política y cultural.

Durante varios años se vivió en el mundo una disputa entre dos facciones, una que proponía que el mundo debería ser más liberal, que la felicidad se derivaba de la libertad que tiene una persona para manejarse libremente en aspectos económicos, políticos, sociales, culturales y demás.

Por citar estos ideales liberales podemos nombrar al padre de la economía y su corriente del “«liberalismo smithiano» y todos saben que fue Adam Smith el autor de la más célebre metáfora económica, según la cual el mercado libre actúa como una «mano invisible» que maximiza el bienestar general…”[2]

Y por la parte opositora encontraremos a la facción socialista, la cual se vio inspirada por los ideales marxistas-leninistas, los cuales estaban en completo desacuerdo con la existencia de la propiedad privada sobre los medios de producción y la abusiva explotación al proletariado. Ellos pensaban que el capitalismo sólo hacía más pobres a los pobres y más ricos a los ricos, dejando una gran brecha de desigualdad que solo podría ser resulta con la lucha de clases.

«Toda la historia (después de la disolución de la comunidad agraria primitiva) ha sido la historia de la lucha de clases, de luchas entre clases explotadas y clases explotadoras, entre clases dominadas y clases dominantes, en los sucesivos estadios de la evolución social…”[3]

Después de haber expuesto brevemente parte de los modelos que se confrontaron en el siglo pasado, debemos reconocer que no sólo hubo pugnas en el sector económico, pues también lo hubo en lo científico, para ver cuál de los dos lograba primero que el hombre pisara la luna. En lo social, los capitalistas inculcaban a la sociedad lo productivo que es la competencia entre las empresas, en cambio los socialistas no buscaban una competencia, todos debían tener lo mismo por igual, sin importar que uno mereciera más que otro.

Al terminar la guerra fría, época en donde las dos potencias se atacaron en diferentes aspectos sin llegar al bélico, obtuvimos como resultado la derrota del bando socialista.

 “A pesar de que las estadísticas estuvieron mostrando éxitos productivos hasta el final de los años 70, ya a principios de los 80 el sistema económico soviético había llegado a una situación insostenible: a la ineficacia de la planificación  central y  de la empresa pública  se  unían el  enorme peso de  los  gastos  militares,  el  retraso  tecnológico y la deficiente calidad del trabajo con una mano de obra desmotivada”[4]

Destrozado y abatido por la imperante economía de libre mercado, el estado socialista radical murió, incluyendo su cuna: la URSS, y por ende tuvo que dar apertura al mercado. “Sin embargo, esta apertura llevaba implícita la liberalización de la economía que, antes o después, tendría que exigir la democratización de la sociedad. Una y otra eran radicalmente contrarias al sistema político vigente en la Unión Soviética.”[5]

Ahora bien, a pesar de que el sistema capitalista fue el sobreviviente, este no salió bien librado, dado que la faceta radical del capitalismo dejo de existir, debido a que la misma no fue acatada por completo ya que la misma poseía grandes problemas, como las crisis:

“Épocas enteras de desarrollo capitalista existen cuando un cierto número de ciclos están caracterizados por auges agudamente delineados y crisis débiles y de corta vida. Como resultado, obtenemos un agudo movimiento ascendente de la curva básica del desarrollo capitalista. Obtenemos épocas de estancamiento cuando esta curva, aunque pasando a través de parciales oscilaciones cíclicas, permanece aproximadamente en el mismo nivel durante décadas. Y finalmente, durante ciertos períodos históricos, la curva básica, aunque pasando como siempre a través de oscilaciones cíclicas, se inclina hacia abajo en su conjunto, señalando la declinación de las fuerzas productivas”[6]

  1. Mezclados, pero no revueltos; Los sistemas económicos y su nueva creación.

Mencionamos que cada sistema buscaba cosas distintas, pero quizás lo que complicaba más las cosas entre estos dos sistemas es que los dos llevaban sus pensamientos a puntos realmente rigurosos, como el capitalista que creía que el mercado es un mecanismo económico que sirve automáticamente, o el socialista que pretendía que todo estuviera a disposición del estado.

Pero un día, un sujeto se propuso a romper estos paradigmas y como buen científico económico, se propuso a crear un Frankenstein que lograra conciliar, si bien no todos, algunos ideales de estos dos sistemas y formar uno que los hiciere compatibles. Y así nace el sistema de economía mixta.

“Una fecha clave es el crack de 1929, que hizo entrar a los países economías de mercado en una gran crisis (parecida a la del 2008). En esa época la mayoría de países occidentales se enfrentaban a un desempleo sin precedente. JM Keynes ante los problemas del mecanismo de mercado para salir de la crisis, escribió un libro “Teoría de la Ocupación, el Interés y el Dinero” (1936) en el que explicaba que, en momentos de crisis económica, el Estado podía intervenir aumentando sus gastos, para así conseguir que las empresas no quebraran, que los trabajadores mantuvieran sus puestos de trabajo y el consumo se pudiera mantener.”[7]

  1. La diferencia entre creadores y creada.

El sistema de economía mixta, si bien tiene padres, no sigue los ideales rígidos de sus creadores, puesto que este sistema busca un punto de equilibrio entre los dos sistemas. Por ello, sus características coinciden con los dos sistemas, dándole ese carácter dual, en este sistema: “El estado asume la conducción del desarrollo económico, el estado se reserva algunas actividades como estratégicas, coexisten empresas públicas y privadas, se regulan los excesos de las condiciones del mercado se respeta y apoya la iniciativa individual…”[8]

  1. La suposición de los resultados apropiados.

De las características mencionadas, podemos concluir que el estado tiene más tareas, pues tendrá que regular al mercado, para que el mismo no tenga quiebras o crisis, aunque también tendrá que ceder ante la iniciativa privada y la competencia de sus empresas privadas. Muchos se atreverían a suponer que este régimen económico puede funcionar porque encuentra ese equilibrio en donde antes no lo había, pero, ¿esto es cierto?  Para dar respuesta a la interrogante debemos mirar la actualidad.

  1. El presente que sigue en espera.

A mi consideración, si bien es cierto que hoy en día países como Brasil, Alemania o algunos miembros de la unión europea emplean este sistema, no creo que sea el más oportuno, debido a que las estadísticas actuales no muestran un cambio, sigue habiendo muchos pobres y muy pocos ricos.

“1.300 millones de personas son pobres en todos los sentidos de la palabra, porque no tienen apenas ingresos o carecen de acceso a agua potable, alimentos suficientes o electricidad.”[9]

También critico a este sistema porque el mismo no ha regulado de la mejor manera a los factores de producción, específicamente del factor TIERRA debido a que no ha tenido un desarrollo sustentable, hoy en día sufrimos graves problemas ambientales; talas de árboles, contaminación, basura y demás factores que forman parte de la estructura económica de dicho sistema.

Hoy este sistema a pesar de que debe de encargarse de “proteger sectores prioritarios o retrasados”[10] vemos que, en el caso nacional, es cada vez más complicado y muy poco puesto en práctica  debido a la corrupción y demás factores que no logran que estos sectores sigan en pie o evolucionen.

Otro caso por el cual opino que este sistema ha dejado mucho que desear a nivel nacional, es el de “la prestación de servicios básicos”[11] pues basta con mirar el sector salud, seguridad social, movilidad y demás sectores que el estado debería cubrir y brindar eficientemente pero que no lo hace, a pesar que los mismos no son gratis, pues se derivan se la carga impositiva que se le cobra al contribuyente.

Baso mi opinión no solo en textos, sino en el entorno actual que vivimos tanto a nivel global como nacional, este sistema no está funcionando bien, pero ¿esto a que se deberá al estado o al mercado con sus neo-capitalistas?

A mi consideración de los dos, sin embargo, creo que el estado tiene más responsabilidad, dado que al mismo se le dieron más atribuciones para que tuviera un buen control y manejo sobre las “jugarretas” del sector privado o del mercado libertino.

III. Conclusiones: Opinión de un estudiante de Derecho.

  1. A pesar de la inexistencia de un sistema económico perfecto, considero que no es excusa para que el sistema de economía mixta no cumpla su cometido.
  2. Desde mi perspectiva y hablando a nivel nacional el engrane que no ayuda a que se mueva este sistema es el estado, si bien no del todo, el mismo no ha cumplido sus funciones, dejando que la empresa privada le gane terreno. Que el estado mexicano no quiere cumplir sus funciones y, por lo tanto, las ceda a la iniciativa privada no siempre será la solución.
  3. Concluyo con esta idea descabellada, considero que cada estado debería de elegir un sistema económico, pero no elegir uno de estos tres sistemas antes descritos, sino uno que se logre con base en la democracia, consenso, ingenio y compromiso estatal y privado en el que, sí se busque un lucro, pero impere el bienestar colectivo.

 

  1. Bibliografía consultada.

Carlos Rodríguez Braun “La riqueza de las naciones; Adam Smith” Editor digital: Titivillus, http://memoriapoliticademexico.org/Textos/1Independencia/Imag/1776-AS-LRN.pdf

Rubel, M. (1970). Karl Marx: ensayo de biografía intelectual. Buenos Aires: Paidós, dicho por Karl Marx/Friedrich Engels, Das kommunistische Manifest. Vorivort zur Ausgabe von 1883. AS, I, pág. 196.

Sánchez Sánchez, J. (1). LA CAÍDA DE LA URSS Y LA DIFÍCIL RECOMPOSICIÓN DEL ESPACIO EX-SOVIÉTICO. Papeles De Geografía, (23-24). Recuperado a partir de https://revistas.um.es/geografia/article/view/45231

Trotsky, L. (2014). La curva del desarrollo capitalista. Razón y revolución, (7).

Argudo Martínez. Javier (2019) 8.1 ORIGEN DE LA ECONOMÍA MIXTA Econosublime. Recuperado de http://www.econosublime.com/2017/09/origen-economia-mixta.html

Muñoz Fraga Rafael, Derecho Económico México, Edit. Porrúa, 2011, p. 333

Agudo. Alejandra (21 se septiembre de 2018) La ONU presenta un nuevo mapa de la pobreza global más allá del dinero. El país, recuperado de https://elpais.com/elpais/2018/09/20/planeta_futuro/1537441680_635893.html

 

 

 

 

[1] Estudiante de cuarto semestre de la Facultad de Derecho de la UNAM

[2] Carlos Rodríguez Braun “La riqueza de las naciones; Adam Smith” Editor digital: Titivillus, http://memoriapoliticademexico.org/Textos/1Independencia/Imag/1776-AS-LRN.pdf

[3] Rubel, M. (1970). Karl Marx: ensayo de biografía intelectual. Buenos Aires: Paidós, dicho por Karl Marx/Friedrich Engels, Das kommunistische Manifest. Vorivort zur Ausgabe von 1883. AS, I, pág. 196.

[4] Sánchez Sánchez, J. (1). LA CAÍDA DE LA URSS Y LA DIFÍCIL RECOMPOSICIÓN DEL ESPACIO EX-SOVIÉTICO. Papeles De Geografía, (23-24). Recuperado a partir de https://revistas.um.es/geografia/article/view/45231

[5] Ídem.

[6] Trotsky, L. (2014). La curva del desarrollo capitalista. Razón y revolución, (7).

[7] Argudo Martínez. Javier (2019) 8.1 ORIGEN DE LA ECONOMÍA MIXTA Econosublime. Recuperado de http://www.econosublime.com/2017/09/origen-economia-mixta.html

[8] Muñoz Fraga Rafael, Derecho Económico México, Edit. Porrúa, 2011, p. 333

[9] Agudo. Alejandra (21 se septiembre de 2018) La ONU presenta un nuevo mapa de la pobreza global más allá del dinero. El país, recuperado de https://elpais.com/elpais/2018/09/20/planeta_futuro/1537441680_635893.html

[10] Muñoz Fraga Rafael, Derecho Económico México, Edit. Porrúa, 2011, p. 333

[11] Ídem

El Amor en los Tiempos Líquidos: De cómo – no – amar por Miguel Ángel Caloca Heredia.

El Amor en los Tiempos Líquidos: De cómo – no – amar por Miguel Ángel Caloca Heredia.
“El dinero es un poco como el amor. Nos pasamos la vida persiguiéndolo, pero pocos comprendemos lo que realmente es. En muchos aspectos, fue una buena idea cuando empezó”.
¿Por qué hablar de amor?
Una pregunta un tanto válida, en un mundo que se va caracterizando progresivamente por su insensibilidad y egocentrismo es la consideración de “¿por qué hablar del amor?”.
Haciendo obviedad del mes que nos acompaña, consignado a la compañía y el Amor dentro de la sociedad. Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que “el Amor” – y las relaciones amorosas – es un tema recurrente a cualquier edad, en cualquier latitud y a cualquier momento.
Del amplio catálogo de relaciones que pueden tomar los vínculos humanos: Laborales, de compañerismo, camaradería, amistades, familiares, etc. Sin duda, el amor es el de mayor solidez y relevancia por cuanto al entorno social, la pareja busca consolidarse y constituirse como el siguiente núcleo (un núcleo per sé) familiar del individuo, una vez que el mismo pueda dejar aquel al que corresponde inicialmente.
Existen – principalmente – dos vertientes que puedan explicar la tendencia hacia el establecimiento de vínculos afectivos con nuestros congéneres:
La primera nos indica que, ante la primacía de un sentimiento generalizado de pesimismo, soledad y abandono; es aparente la conclusión acerca de la relevancia que pasa a tener la constitución de un vínculo afectivo: Ante las adversidades, buscamos un apoyo común.
En tanto que la segunda recae un poco más hacia la óptica del consumo: En un mundo vasto y lleno de accesorios, juguetes y demás distractores lúdicos para pasar el tiempo, se revela la inapetencia y hartazgo de los mismos. El fácil acceso a tantas alternativas nos inunda de tal grado que se pretende trascender este interés superficial por algo/alguien que “realmente lo valga”. Así es, el Amor – y las posibilidades de su constitución, en tanto sinónimo de “aventura” – han pasado a ser una ludicidad más de lo contemporáneo.
Tal como sea, es una verdad innegable aquella que nos expresa el fenecido sociólogo Zygmunt Bauman en su libro Amor Líquido, publicado hacia el año 2003 (aun así, tan vigente como a la fecha de su publicación): Las “relaciones” son ahora el tema del momento y, ostensiblemente, el único juego que vale la pena jugar, a pesar de sus notorios riesgos .
En tanto que, no me dejara mentir el lector, el amor es (efectivamente) algo que “vale la pena”, dedicaremos este breve ensayo a puntualizar algunas de sus concepciones y consecuencias.

Amor y Pasión: Claroscuros y diferencias.
El “Amor” forma parte trascendental en la historia del ser humano y su desarrollo. Por cuanto a su estado puro (el amor en sí mismo) o alguna de sus manifestaciones en similar o menor grado (amor filial, compañerismo, etc.), de las cuales, siempre se impondrá por antonomasia su vertiente más conocida y frecuente: La Pasión.
La Pasión ha tomado parte en forma evidente a lo largo del desarrollo de la historia humana, se habla de crímenes pasionales y sus consecuencias.
Ello trae a la luz que la naturaleza de la Pasión no sea otra que el desequilibrio, comúnmente representada a través de las brasas de un fuego indomable, la mayor pena de la pasión es consumir el objeto que pretende amar en forma arrebatada, a la vez que se consume a sí misma.
Aún así, es de mencionar que en los grandes arrebatos y la imperfección humana (manifestaciones predilectas del gesto pasional), suele ser el caldo de cultivo para grandes proezas y hazañas incomparables. Y en defensa de la vulnerabilidad humana, cabría mencionar que incluso a los altivos dioses de la mitología grecolatina/grecorromana les acontecía el arrebato de la pasión. Dejando constancia de ello toda una serie de héroes mitológicos, estirpe de Zeus o Apolo (éste último más gallardo que el anterior), entre otras deidades que caían rendidos a la belleza.
Así es que, la Pasión, se haya medianamente justificada – al decir de algunos románticos – pues aun siendo fuerte arrebato de los cabales lógicos, es cierto que deja paso a una serie de grandes aventuras y extraordinarias habilidades. Mismas que enriquecen el arquetipo cultural de los poderes del Amor. Se preguntara el lector: ¿Qué diferencia existe entre Amor y Pasión?
En tanto que el primero sea especie y el segundo un género de menor grado, pretendo explicar (aprovechando la referencia mitológica) dicha diferencia mediante una cabal analogía.
El amante por antonomasia de los dioses griegos fue Zeus, “Padre de Todos los Dioses”; quien comúnmente se “transmutaba/disfrazaba” de tal forma que engañaba a sus víctimas (todas ellas, hermosas doncellas) para yacer con ellas, dejándolas después abandonadas.
Tal fue que, en algunos casos de su extenso historial, tomó desde la forma de un toro blanco (El Rapto de Europa), pasando también por ser una lluvia dorada (Dánae), a un majestuoso cisne (Leda) e ¡inclusive por representar a otra deidad! (en Artemisa y Calisto). Acaso podremos observar las mañas de que se vale este Dios del Olimpo al efecto de lograr su objetivo: Yacer, tras lo cual generalmente dejaría abandonada al anterior objeto de su “amor”.
No es así la historia del más grande de los héroes – también hijo de Zeus – y quien se diferencia desde su origen a sus correlativos. Entre los amoríos de Zeus, resulta erróneo contemplar a Alcmena, esposa de Anfitrión y madre de Hércules (Heracles, en su versión griega).
Alcmena podrá jactarse de haber sido la única mortal a la que Zeus no engañó en una forma intencional (el nacimiento de Hércules, estaba llamado a ser un evento trascendental); siendo que para yacer con ella retrasó el viaje de regreso de su marido, transformándose a la viva imagen del mismo y así concibiendo al héroe mitológico de mayor calibre en la historia. De igual forma – y, sustancial diferencia con sus demás “amantes” –, se cuenta que cuando Anfitrión se supo burlado pretendió quemar a Alcmena, acto que no pudo finalizar puesto que el mismo Zeus la protegió, encomendando a Anfitrión que cesara en su violento arranque de ira.
Así será como Zeus, prendado profundamente de varias mujeres, en un arrebato pasional, las despoja de sí mismas y las toma para sí, posteriormente dejándolas a su suerte. No siendo tal, el caso de Alcmena, profundamente notorio por cuanto a contraste y significado. La conclusión es contundente: El Amor es al Cuidado, lo que la Pasión es al Consumo.

El Amor en el Tiempo: ¿Dónde nos perdimos?
Habiendo aclarado lo anterior, es tiempo para abordar las distintas concepciones del Amor. Antes que definir lo que es el Amor, concepto claramente inefable, será mejor adentrarnos en las diversas interpretaciones que de dicho fenómeno – el amatorio – hemos realizado a lo largo del transcurso y desarrollo de la humanidad en el dogma de la cultura occidental.
Desde los vestigios de la humanidad podemos observar cómo ésta se valió de su ingenio para explicar aquellos eventos que trascendían su comprensión. En tal forma, la mitología forma un pilar esencial al pretender explicar el fenómeno del amor y su entendimiento desde la antigüedad.
Acaso alguno de los antecedentes de mayor relevancia lo constituye el –así conocido– Mito Andrógino (de origen griego); y según el cual, al momento de la creación del Ser Humano, originalmente Zeus lo concibió con cuatro brazos, cuatro piernas y una cabeza con dos caras: Seres con fuerza extraordinaria e inmenso poder, al grado que su ambición se tornó en desafío. Osando escalar la morada de los dioses, el Monte Olimpo (Olympo). Por lo cual, se les dividió en dos seres, para disminuir su orgullo y prepotencia. Entonces, a cada ser cortado; el Dios Apolo le remedó las heridas y moldeó su tronco. Condenando a estas nuevas creaciones a partir durante toda su vida, en la búsqueda de quien en otro momento fuera su “otra mitad”.
Resulta curioso realizar la comparación que la plenitud de estos seres tuvo, al grado que rivalizaran con los dioses: Un Poder Divino. ¿Quién puede ser detenido cuando sus pasos se motivan en las hazañas del Amor? Motivo de dicha fuerza inexplicable lo son grandes clásicos de la literatura universal, nuevamente acude El Quijote acompañado por Los Miserables de Víctor Hugo (curioso epitafio el de Jean Valjean “Murió cuando perdió a su ángel”).
Aun un poco aventurada, es curiosa la aproximación de estos seres en uno mismo, al efecto del abrazo: Acto último de amor y fusión, antes que el beso, manifestación preferida del placer .
También acude, irremediablemente a nosotros, la concepción fisiológica que explica el fenómeno amatorio sino por medio de la perpetuación humana mediante el acto sexual. Esto no es otra cosa que un tema biológico y atiende primordialmente a la satisfacción de una necesidad humana hacia la auto replicación ad perpetuam de la especie.
Finalmente, una de las concepciones que ocupa mayor relevancia hacia el Siglo XXI es la conocida como “del Amor Shakesperiano”. Este conocido dramaturgo del Siglo XVII (1564 – 1616), poco podría haber imaginado acerca de las repercusiones que sus letras tendrían para efectos sociológicos y – sobretodo – amatorios.
En una de sus obras más conocidas a lo largo del mundo (y un clásico de la literatura), de nombre Romeo et Juliette, publicada apenas hace 422 años -1597-. Misma obra literaria en la que se aborda un amor trágico: Los amantes se encuentran predestinados a configurar la unión de dos temerarios rivales – como bien nos hará saber Romeo al exclamar: “Mi único amor, surgido de mi único odio” –, cada amante por su parte es relevante miembro de su relativa comunidad (familia). El gallardo Romeo, de los Montesco y la bella Julieta, de los Capuleto.
Obviando la tragedia de estos jóvenes amantes, por todos conocida., Lo que nos interesa en realidad es la forma en que esta obra alcanza trastocar/modificar la concepción que, anteriormente, existía del “amor”. Es común observar la noción de Destino en la pluma de este hábil dramaturgo. Tal que, Romeo y Julieta no se encuentran unidos por la mera coincidencia , sino debido a un actuar superior que moverá por tierra y mar las fuerzas, al servicio de consumar este amor puro, verdadero y espontáneo.
Espontáneo… resulta ser la palabra clave para los efectos que interesan, no puede ser más clara la declaración primera del joven Romeo, que dirá (ardiendo de pasión) con prontitud e ingenio, suaves versos, declaraciones de amor puro y violento (en tanto que lo arrebata de sí mismo).
Mismo amor que, eventualmente, quedará correspondido por la grácil Julieta; incapaz de negar las reclamas de su corazón; sabiendo (o pretendiendo saber) que los une algo mayor, ante el difícil panorama que deben enfrentar (un mar de sangre los separa, ineludible): Después de todo, ¿qué fuerza humana es capaz de oponerse al Amor y su consecución?
Serán la noción de Destino (aun cuando trágico, al final reconcilia ambos mundos) e Inmediatez (toda la historia no se desarrolla en un lapso mayor a una semana – aproximadamente –) las que pasen a constituir el nuevo dogma de lo romántico en el mundo contemporáneo.

Amor Contemporáneo: Castillos en el Aire.
Las relaciones contemporáneas pueden serlo todo al día de hoy, menos sencillas. Pareciera que, ante el amplio margen de posibilidades que se han abierto en el campo afectivo (citas en línea, redes sociales, app´s especializadas, etc.) la constante es el fracaso en el establecimiento de tales vínculos. A decir de algunos resulta paradójico que “(…) multitud de fracasos amorosos se producen en el momento en que hay mayor libertad para establecer las uniones, cuando los individuos son más libres que nunca para elegir a la persona objeto de su Amor” . Es verdad que las redes sociales y – en general – el mundo virtual han revolucionado el campo de las relaciones humanas, pero la pregunta obligada es: ¿Lo han hecho para bien?
En el presente, dentro de la realidad virtual y los efectos de la simple vinculación afectiva, podemos constatar que las redes sociales se han convertido en un mercado de consumo humano; como si de la moneda se tratara, el valor humano en estos ámbitos – virtuales – se obtiene solo a través de la prontitud en el intercambio de “reacciones” y “followers”. Todos ellos deseos de consumir lo que parece ser una vida que roza la perfección.
A decir de Byung – Chul Han (reconocido filósofo surcoreano) se puede observar que la prioridad radica en la exposición del “sí mismo”. Una apertura total, aunque solo en apariencia, en tanto que nunca es legítima: La vulnerabilidad no se encuentra dentro de los valores reconocidos y aceptados, será la gallardía de exponer lo auténtico que prime por encima de lo demás. Así lo expresa al escribir que “Nos hacemos visibles, nos exponemos como si fuéramos mercancía. Nos exhibimos para la producción, para esa circulación de información y comunicación que hay que acelerar” . Que no es otra cosa que afirmar el valor de las cosas, y las personas, con base en su alcance y exposición. Los “likes”, “shares”, “comments” y demás parafernalias de la red social traducidas en afluencia le dan valor a quien las publica.
Es de notables hacer un acaparamiento de atención, en tanto que el atractivo ahora se mide con base en estándares de cantidad: Número de solicitudes, invitaciones, comentarios, “likes”, etc. Tanto atraes, tanto vales: Obedeciendo siempre la óptica del consumo, que basa su realización en la mayor disminución posible que pueda llevarnos a la consumación del ciclo “Producción – Adquisición – Consumo – Desechamiento”, sucesivamente y ad infinitum. En este mismo sentido, es raro observar una relación que pueda prevalecer ante las embestidas de lo efímero y lo transitorio.
Cada relación, cada potencial amante, promete constituirse en una “mejor” relación, en una manera “más placentera” de experimentar nuestro vínculo con algún otro ser humano. Guiados por la percepción sesgada del amor shakesperiano creemos en el Destino y encomendamos en éste último los fútiles intentos realizados. Ante la desesperación por el fracaso, es casual observar que se constituya uno tras otro tras otro y tras otro (sucesivamente) en la ventana de nuestras posibles relaciones. Siempre en busca de “el indicado / la indicada”, hechos a la medida para nosotros (recordemos el papel del imponente Destino) y de efecto rápido, absorbente, pasional (la Inmediatez juega aquí su parte): Ante la promesa de una serie de “mejoras” en nuestras relaciones, podremos observar que hemos heredado el régimen de la concepción consumista, por cuanto que ahora, los objetos así como las personas, tienen la base de su valor en lo novedoso, ya no en lo perdurable. La transitoriedad de parejas, vínculos y afecciones es algo típico ante la impotencia de los fracasos reiterados, a saber que el remedio sea que cuando la calidad no nos da sostén, tendemos a buscar el remedio en la cantidad.
Parece anecdótica y práctica, la afirmación con que comienza el abordaje de un libro de Amores Contemporáneos . Al afirmar categóricamente que “Son tiempos de usar y tirar, todo tiene fecha de caducidad y debe ser renovado en un constante ejercicio de cambio de imagen”
La palabra prohibida de la moderna generación líquida, no es otra que “Compromiso”, sinónimo contemporáneo de “Cadenas” (no menos grave). Así, se hace un claro distingo respecto de las relaciones “anticuadas” – por no decir comprometidas, ni hablar mucho menos de los compromisos a largo plazo – a su símil contemporáneo en que abundan las “posibilidades románticas”, bastará estar en atenta espera y con el celular a la mano en todo momento.
Dichas relaciones “exprés”, vaya que son dignas manifestaciones de lo que Bauman llamara como “la moderna vida líquida”, en que la transitoriedad y rápida disposición de dichas posibilidades constituye el mayor atractivo dentro de la óptica del tiempo puntillista (en que un punto ocupa todas las posibilidades, similar al fenómeno “Big Bang” en la creación del Universo), en que las expectativas rozan la perfección; al pretender “que las posibilidades románticas (y no sólo las “románticas”) fluctúen cada vez con mayor velocidad entre multitudes que no decrecen, desalojándose entre sí con la promesa de “ser más gratificante y satisfactoria” que las anteriores. (…) Las relaciones virtuales son de fácil acceso y salida” .
Así, aquella promesa del amor moderno, “parece estar produciendo dolores y sufrimientos no menos numerosos y probablemente más agudos que aquellos que prometía remediar”.

Concepciones y Remedios: El Arte del “Buen Amar”
Así, es una verdad conocida la ineficacia del remedio que consumimos de cotidiano: La concepción de la relación afectiva moderna, esto no es otra cosa que: Cómo pensamos a la pareja. En este sentido, es importante colocar el énfasis en la acepción shakesperiana abordada con anterioridad por cuanto la noción de Destino e Inmediatez.
Bien podemos afirmar que al día de hoy “el amor hoy no se <> simplemente, -se encuentra- en el curso de una positivación de todos los ámbitos de la vida, es domesticado para convertirlo en una fórmula de consumo, como un producto”
De esta forma, el Amor ha perdido sus principales atractivos, que la realización y consumo de cualquier producto accesible no tendrá jamás efecto duradero ni de plenitud adquirida. Tal como se indica, esta concepción del Amor positivizado como “producto de consumo” (fórmula de aplicación infalible), no ocupa ningún riesgo ni atrevimiento en su realización – tal como las relaciones virtuales y sus procesos constitutivos, el anonimato virtual es buen escudo tanto como pésimo aliciente – a quienes lo consumen.
En similar orden de ideas, nos previene al respecto Giulia Sissa, Profesora de Ciencia Política y Clásicos, en su libro Celos ,; en que señala la diferencia clara entre el modelo romántico de Shakespeare en Romeo y Julieta y el primer poeta conocido en tocar los temas del corazón: Ovidio; que en su conocido libro El arte de amar forma una serie de instrucciones, técnicas y estratagemas dedicadas a ambos géneros. Para los efectos de consolidar su pasión hacia una pareja en particular.
Tal cual, el poeta Ovidio recomienda que vayamos en su búsqueda (del Amor), ¿no es desde su “Libro Primero” que nos lo indica?: “El cazador sabe muy bien dónde ha de tender los lazos al ciervo, y sabe en qué hondonada tiene su madriguera el jabalí (…) Tú que anhelas un amor perdurable aprende a conocer los lugares más frecuentados…”, en esta forma va contrario de todo aquello que se menciona con anterioridad. El apotegma es tan revelador como aparentemente simple: El Amor se construye, no solo es/existe.
El principal remedio de éste quebrado dogma, aún así, tan vendido – y consecuentemente, consumido –, radica en la Consciencia: La consciencia de que el simple hecho de respirar/existir/ser no nos traerá al ser amado a los brazos, perdón de los egos heridos.
Convendrá también realizar una introspección hacia nuestro fuero interno y aquello que esperamos de una relación para nuestras vidas, si su carácter es meramente accesorio o revela una mayor complejidad dentro de nuestra perspectiva. Así lo indica de manera extremadamente puntual, Byung – Chul, al afirmar que “el pensamiento tiene necesidad de silencio. Es una expedición al silencio” . Mismo silencio que no nos vemos capaces de conseguir, ante el constante bombardeo mediático, ya por no hablar de las constantes ofertas (directas o indirectas), todas ellas potenciales parejas futuras irrealizadas, que las redes social ponen al alcance de un solo “click”.
El auge de esta “cultura de lo efímero” solo nos indica que huimos del dolor, del riesgo, así como del natural esfuerzo para alcanzar metas; estamos instalados en la búsqueda permanente del placer, y ¡del placer inmediato! Tan pronto éste desaparece, rápidamente decidimos que debemos cambiar de opción. Tierra infértil para cualquier intento de compromiso.
Finalmente, valdrá la pena realizar una última reflexión (consciencia) acerca de lo que el “amar”, por cuanto a la relación de pareja implica (para los amantes): Es innegable que el amor contemporáneo implica per sé un concepto de dualidad dentro de la pareja, son dos que pasan a formar un “uno”. Partiendo de ello, es deber nuestro observar el curioso parecido existente entre “dos” y “duda”. En idéntica forma tuvo a bien expresarlo Zygmunt Bauman en su conocido libro, Amor Líquido, cuando enunció el Amor de una manera tanto curiosa, trascrita a continuación:
Amar es… Convertir a otro en un alguien «definido», – lo que, a su vez – significa convertir en «indefinido» al futuro.
Así, tenemos que una relación amorosa significa un cambio de planes, en el sentido de que las decisiones acerca del plan de vida y rumbo, dejan de ser consideraciones unilaterales: Ahora, debemos pensar en nuestra pareja. Ése tercer ente, conformado por “Tú y Yo”, pero que no es “ni tú”, “ni yo” de forma simultánea.
Acaso un grave error del amar moderno radica en la egolatría y la auto – percepción narcisista de que el Amor “hace bien”. Nos enamora la promesa del sentimiento, pero no gustamos del sacrificio, peor aún, nos inclinamos a pensar que el Amor – ni nada en particular – debe requerir de nuestro sacrificio. Apuntando, esto sí, sin que ello llegue a constituir un daño o la necesidad de mantener un vínculo afectuoso tóxico.
Así que, a lo largo del presente, espero que Ud., atento lector/lectora haya comprendido los alcances del moderno enfoque de lo que “amar” merece en la sociedad de consumo: una fórmula de exhibición y consumo, principalmente. Frente a la concepción ovidiana de lo que, alguna vez, fuera “El arte de amar”. Finalmente, lo invito a reflexionar acerca de lo maravilloso de estimar a un ajeno nuestro, pues por mucho que intentemos huir (tanto como de la Muerte), es – a decir de Jorge Bucay – una certeza que “el amor implica sufrimiento, aún cuando dicha”.

BIBLIOGRAFÍA.
BAUMAN, ZYGMUNT. Amor Líquido: Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. FCE. 1ª ed., 2003. México (203 pp.).
BAUMAN, ZYGMUNT, Vida de Consumo. FCE, 1ª ed., 2007. México (205 pp.).
BOYLE, MARK, Vivir sin dinero: Un año libre de economía..Ed. Capitán Swing. 1ª ed., 2016. España (319 pp.).. Traducción de Ricardo García Pérez.
HAN, BYUNG – CHUL, La Agonía del Eros. Ed. Herder. 3ª ed., 2014. Barcelona (80 pp.).
HAN, BYUNG – CHUL, La Sociedad del Cansancio. Ed. Herder, 2ª ed., 2012. Barcelona. (120 pp.).
MÉNDEZ, SUSANA & FERRO, NORMA, La Hipoteca del Amor. Ed. “Plaza & Janes”. 1ª ed., 2010. España, (312 pp.).
SISSA, GIULIA. Celos: Una Historia cultural. Ed, Paidós. 1ª ed., 2018. Trad. Margarita Moya Daumas. México (283 pp.).

Economía Conductual para llevar. Capítulo 1: Cómo viajar sentado en el transporte.-Miguel Ángel Caloca Heredia

Cómo viajar sentado en el transporte: Economía Conductual para llevar.

Por: Miguel Ángel Caloca Heredia.

Como el común de los estudiantes, conozco las bondades y condenas del transporte público. Alguna ocasión, mientras esperaba la llegada de un MetroBus al cual pudiera entrar, me vino a la mente la reflexión objeto del ensayo presente. Me encontraba incursionando en el campo de la economía conductual, leyendo un clásico de moda para esta disciplina, el libro Nudge[1], del Premio Nobel de Economía 2017 en el cual, me di cuenta, varios de sus conceptos resultaban aplicables a mi cotidianidad. En medio de la irracionalidad humana, la economía conductual se convierte en una alternativa, sea para garantizarse un lugar sentado de vuelta o incrementar sus ahorros. Tal experiencia es la estampa de esta redacción; ya que, a decir de otro Nobel: “la economía está al servicio del bien común; su objetivo es lograr un mundo mejor[2].

Una de las pequeñas grandes victorias de todo usuario del transporte público, al concluir el día; es, sin duda alguna, la de ir sentado en su camino de regreso, especialmente cuando éste es particularmente largo. Siendo conscientes de que no todos usamos los mismos medios para volver a casa, confío en las estadísticas. Pues el transporte público se refleja por antonomasia como el predilecto en la movilización urbana, frente a otras opciones como el Uber, un taxi o tener un carro propio; ello debido a los costos que suponen (Uber, taxi) o la posibilidad de volver la “ventaja” en condena, tráfico mediante y costos añadidos como la gasolina y el seguro.

El escenario es conocido, nos encontramos en la zona sur de la CDMX; hacia las nueve de la noche y, como muchos capitalinos vamos de regreso a nuestro hogar, hacia el otro extremo de la ciudad. Así, en esta noche, como ya lo dicta la costumbre, nos encaminamos a tomar la ruta más directa a nuestro destino, siempre guiados bajo la “ley del mínimo esfuerzo”. Y a propósito de la misma, queda preguntarse lo siguiente: ¿Cómo llegar de la mejor manera?

Esa pregunta será el objeto del presente ensayo, así como la forma en que la economía conductual podría sorprenderle y ayudarle a resolverla:

Un poco de contexto.

El escenario y las circunstancias para contestar la pregunta, serán las siguientes: a) Horario: Las 21:00-21:30 hrs. de la noche, en los días lunes a viernes de una semana “ordinaria”, b) Lugar: Estación del MetroBus Dr. Gálvez (Línea 2) y, c) Dirección: Hacia el norte: Indios Verdes.

Cabe afirmar que tales circunstancias son fácilmente aplicables a cualquier otro lugar y momento en la CDMX, debido a que se trata de una megalópolis, lo que no significa otra cosa que una cantidad increíble de aglomeración entre el número de personas (usuarios del MetroBus) y espacios cómodos disponibles (asientos por unidad). Lo que, pragmáticamente, se puede reducir a una serie de constantes condiciones repetidas (cotidianas), tales como el aglutinamiento en ciertas horas, lugares y direcciones: Intenté viajar al sur de la Ciudad entre las 07:00 y las 10:00 de la mañana.

Una vez establecidas estas circunstancias para el desarrollo de la pregunta planteada, debemos observar un detalle de especial interés para los estudiantes en Ciudad Universitaria, como lo son la cercanía de la zona con terminales del transporte público: La trascendencia que se de en una terminal[3] es la siguiente: Existe la presunta certeza de que, tarde que temprano, llegará un camión/vagón completamente vacío, lo que representa la recompensa por la paciencia de quienes se han permitido invertir su tiempo, al esperar frente a otras posibilidades/transportes que hayan pasado (potenciales para tomar un asiento).

Confío que lo comentado, sea familiar para la gran mayoría, por experiencia propia o anécdota de un tercero, conocerá de las siguientes consideraciones: (i) La movilización mediante el transporte público de la Ciudad de México y, (ii) que para su transporte ocupe una cantidad de tiempo necesaria para ser notable en su día a día: De 30-40 min., en adelante.

En este ensayo, podrá encontrar el lector, mediante analogías aplicables al caso, la manera en que los sesgos conductuales nos afectan. Constatando su relevancia –aparentemente inadvertida- en nuestro día a día, así como la necesaria consideración de una enseñanza:

No somos seres completamente racionales, esta es la presunción que toman en cuenta los dogmas de la economía clásica al realizar sus proyecciones; según las cuales el ser humano es egoísta, racional e inmune a los sesgos. Si bien nos asumimos como tales, la realidad supera la “perfección racional” del ser humano,  somos homo sapiens (Humanos) antes que homo æconomicus (Econs), a pesar de lo que diga la doctrina clásica de los economistas.

El efecto dotación: Con permiso y… ¿qué están esperando todos?

El efecto dotación implica la tendencia que tenemos a reafirmar las propias elecciones ya en curso antes que empeñarse en mirar hacia otra dirección. Esto no es otra cosa que la definición clínica de la necedad humana. Es verdad que tendemos a atribuir un valor inusualmente alto a aquello que poseemos –o esperamos poseer potencialmente-; frente a este valor, la decisión de cambiar se vuelve más difícil y menos frecuente mientras mayores son los recursos invertidos.

Y a todo esto, pregunta curiosa: En el transporte público… ¿cómo se puede perder?

No deja de llamar la atención cuando –en las primeras experiencias- atiborrada una estación, hay amplio espacio para ir de pie y, se observa que la gente no tiene la mínima intención de subir, esperando. Tal efecto fue el que dio motivo al nacimiento del presente análisis.

Explicando lo anterior, es sabido que los seres humanos clasificamos nuestros recursos, hacemos un “inventario”. Identificamos, racionalizamos y diferenciamos en función de sus características. Realizamos un presupuesto de formas muy similares[4]. Con activos y pasivos, marcando distinciones clásicas entre los bienes materiales (televisor, comedor, inmuebles), respecto de los no materiales (rendimientos, crédito, dinero).

Llama la atención en este sentido que omitamos la consideración del activo de mayor relevancia, que no pasa desapercibido para el filósofo del hiperconsumo Byung-Chul Han[5]; quien nos menciona que “el trabajo de producción implica una paga por el tiempo que ocupa el sujeto en producir”. Así, el tiempo debería ocupar el lugar más alto en el ranquin de nuestros recursos; pues es el único recurso que, una vez invertido, no se puede recuperar.

Sin embargo (y para nuestra fortuna), el tiempo tiene una consideración atenuante: su “vastedad”. Sería alarmante vivir conscientes de lo efímero que es (el tiempo), de lo rápido que pasa y que no se recupera, aunado a lo finito de la humanidad -su mortalidad ineludible-.

La atenuante es pre-fabricada en la forma de concebir al tiempo, pues observamos esta vastedad en la forma de su distribución: Un día se forma de 24 horas, que a su vez es de 60 minutos, unidades que se subdividen en 60 segundos. Resultando un día: El total de 24 horas, 1,440 minutos y 86,400 segundos (¡todo en el mismo día!). Volviendo la escasez en una abundancia, totalmente aparentada desde la percepción.

De tal forma, será deseable una espera de diez minutos cuando el beneficio dure una hora: Diez minutos de pie, ir sentado una hora. Debe notarse el cambio que se realiza respecto del “parámetro/unidad de medida”, pasando de minutos a horas, en el entendido siguiente:

  • Segundos > (b) Minutos > (c) Horas > (d) Días; tal que “a > d”[6]

La expectativa de confort implica una relación positiva; en tanto se invierten minutos de pie, cuyo efecto dure mayor tiempo que los minutos utilizados -hora(s)-. Podemos observar que el índice de tolerancia/frustración, en cuanto al tiempo de espera, se vuelve más flexible mediante la obstinación de quien espera, ante una aparente certidumbre de que el MetroBus vacío, debe llegar. Nuestra consideración hacia la disposición de nuestro tiempo será siempre mayor cuanto menos tiempo parezca que se requiere, sin ser conscientes al momento, de que el tiempo se aglutina: los segundos forman minutos, los minutos forman horas, etc. Así “unos minutos en Facebook”, fácilmente se convierten en más de una hora de procastinación.

Por lo tanto, nuestra voluntad al esperar “algunos” minutos en obtener comodidad (beneficio) durante una cantidad mayor al número de minutos esperados (1:1 será inválido), será mayor mientras la relación costo-beneficio sea clara y aparentemente directa. Aguardar diez minutos por un MetroBus valdrá la pena cuando nos espera una hora de pie al regreso (relación 1:6).

Tal que, el efecto dotación, nos insta a re-considerar las pérdidas y los costes de una inversión que a todas luces ha fracasado respecto de una elección racional. La espera se vuelve banal pasado cierto límite de tiempo; pues, a consideración de quien espera, tanto da lo mismo esperar “20 minutos más”, cuando ya se ha perdido una hora esperando. Finalmente, se debe hacer valer el atraso –la pérdida de nuestro tiempo- por un asiento al menos (placer en cuanto a la comodidad de no ir de pie o amontonado), dado que el tiempo ya se perdió.

Aversión a la pérdida: Disculpe, ¡ése es mi asiento!

La aversión a la pérdida se refiere a la tendencia que tienen los individuos para guardar una mayor consideración respecto de una pérdida, que de una ganancia de la misma magnitud.

Un ejemplo claro de ello sucede cuando, al ir caminando por la calle, nos encontramos un billete de $50 pesos, la sorpresa nos agrada. Sin embargo, para el caso de que hubiéramos perdido esa misma cantidad ($50 pesos), nuestro descontento sería mayor que la dicha que nos proporcionó el haberlos encontrado.

Esto no es otra cosa que decir que las pérdidas –posibles o no- son más grandes, a nuestros ojos, que las ganancias. Lo cual, se refleja, para un mejor entendimiento en la gráfica que se presenta a continuación:

Aversión a la Pérdida: Función del Valor[7].

El eje vertical (Y) nos indica la relación de valor en cuanto a “unidades de placer”, respecto del evento que se trate, mientras que el eje horizontal nos refleja la situación de pérdida o ganancia. Podemos observar que el valor se acentúa en la curva de forma decreciente, con la misma distancia en el eje “x”. El valor psicológico (eje vertical) de “x1” como pérdida -asumamos es igual a -10 (y1)-, es mayor que el valor de “x” como ganancia -asumamos es igual a 5 (y)-. Considerando que “X” se encuentra a la misma distancia en tanto pérdida (x1) como ganancia (x). Sin embargo las funciones de valor que reciben (x1 y x) en la consideración psicológica son claramente distintas, lo que genera una curvatura más marcada en su parte decreciente (pérdidas).

Esto nos lleva a comprender el empecinamiento que se suele tener, malinterpretado como tolerancia a la frustración, hacia las malas decisiones. En el caso concreto, de esperar el MetroBus vacío, la curva descendiente traduce su valor en tanto es una pérdida del tiempo. Tiempo que se considera de forma distinta cuando esperamos para acceder a un antro. Donde y = 5, como si nos molestara esperar la misma cantidad de tiempo a otra persona que ha llegado tarde, donde y= -10.

En este tenor, de la aparente certeza de que llegue el MetroBus vacío, no pasa desapercibida la situación de que pasen otros con espacio para que las personas puedan entrar cómodamente, aunque de pie. Del aglutinamiento en el angosto pasillo donde se espera la llegada de los metrobuses, sería obvio afirmar que las personas preferirían ir “de pie y cómodos” (a); para “llegar a sus casas a descansar  -o alguna otra actividad que posponen al esperar-” (Z); antes que “continuar apretados entre empujones y de pie” (b); a “la expectativa de un MetroBus vacío” (e); esto es:

(Z) a > b + e.

Sin embargo, en la ecuación se requiere considerar la variable del tiempo de espera invertido previamente (t) –sesgo de aversión a la pérdida-, así como la aparente certidumbre –expectativa- de la eventual llegada del MetroBus vacío (e), luego entonces; ante la aversión de perder un lugar “seguro” (solamente en sus mentes), la ecuación racional y sencilla de “(Z) a > b + e” se convierte en:

(Z) a < b (t + e)

Explicando la decisión, aparentemente irracional, de continuar empecinados en una espera que podría no fructificar. Entonces, no importa en realidad -a nivel colectivo- si existe o no la posibilidad de ir sentado –es el caso de que un MetroBus llegue con espacio considerable e incluso uno o dos asientos vacíos, pero de difícil acceso-, sino que prima la necesidad de que el tiempo de espera se vea recompensado al llegar el MetroBus vacío que se espera (“a” corresponde a “b”: a –> b), en una condición distinta que la de los demás usuarios del transporte referido, tema que abordamos a continuación.

El poder del Precio: El efecto placebo en lo cotidiano.

Placebo es una palabra latina que significa “me gustará”, y su antecedente como término clínico se remonta al siglo  XVIII, en que la literatura médica lo utilizó para referirse a prácticas médicas marginales. Si bien, podemos rastrearlo en el siglo XIV, en que se utilizaba para aludir a las plañideras que, ocultas tras un velo, acudían a llorar por los muertos en los funerales[8].

El placebo es una sustancia inerte (neutral) que se utiliza como control en un ensayo/experimento. Se ha comprobado que tiene la capacidad de provocar un efecto positivo en individuos enfermos, cuando éstos piensan que reciben algo distinto de una sustancia inerte; así, las causas psicológicas generan un bienestar equivalente o similar al que se produciría de haberse suministrado una sustancia activa.

Al respecto, se ha comprobado que el precio potencia la eficacia de los placebos[9]; lo anterior en analogía del precio regular que un servicio cualquiera nos marca como parámetro de la expectativa del servicio. A mayor costo, se espera un mejor servicio. Lo anterior resulta aplicable a cierto género de servicios incluyendo privados como de televisión, así como públicos: agua, luz, etc.

Sin embargo, la igualdad de precio en el mercado puede ser muy engañosa. Solamente en el transporte público se marca una distinción que, aunque parece no merecer mayor relevancia, forma parte toral de las consideraciones de este ensayo: Existe una condición de mayor placer y otra de menor placer, sobre el mismo precio pagado; ir sentados e ir parados, respectivamente. Aunque parezca una exageración, vale la pena sopesar, ¿de qué otra forma se explica la cantidad de gente que, sistemáticamente espera ante la posibilidad de ir sentado? Solo bajo una concepción de sentir un deficiente aprovechamiento del precio que se paga.

Esto refleja, en suma con el sesgo hacia el presente; la irracionalidad del ser humano. Pues en muchas ocasiones, sería preferible en un día de cansancio, tomar el MetroBus y llegar a casa para poder dormir/sentarse/comer (todas estas, actividades que representan una cantidad mayor de placer que la de ir sentado en un asiento del MetroBus) cuanto antes.

La ceguera ante lo aparentemente racional, confirma la consolidación de varios sesgos conductuales en éstas conductas. La confirmación de una condición distinta –y escasa (en tanto que más personas van de pie que sentadas)- y más cómoda (placer es beneficio), así como una inminente afirmación de obtener el mejor aprovechamiento (ante la igualdad de los precios pero la diferencia de condiciones); sumado al cansancio acumulado del día en su última faceta, se conjuntan para conformar el análisis del presente documento.

Ir sentados en el MetroBus no tendría por qué atenuar las condiciones de cansancio, al menos no frente a la posibilidad lógica de llegar cuanto antes a casa para un descanso de mayor calidad. Sin embargo, el sesgo hacia el presente: de lo inmediato, lo efímero, lo potencial; nos hace pensar antes en el tiempo que estaremos de pie, que en la condición de descanso pospuesta. Esta validación no se sostiene, para el caso de que la llegada a casa o la actividad posterior a la espera no represente una cantidad mayor de placer, como sería el caso de problemas familiares en el hogar o que se deban realizar labores específicas al llegar.

La sociedad de consumo juega en una óptica “totalera”, las condiciones son de “todo o nada”, la premisa es clara: se trata de hallar un espacio vacío y de inmediato (no es qué queremos solamente, sino también el cómo lo queremos). Así que, no se concibe siquiera la posibilidad de que, al abordar el camión (de pie); se desocupe algún asiento de forma eventual. Lo cual es estadísticamente probable; pues, mientras mayor sea la expectativa de tiempo que se pasa de pie al regresar, tanto mayor será el número de estaciones recorridas y de personas que bajen del transporte.

Esto genera un cambio en la relación oferta/demanda de forma progresiva a la posibilidad de obtener un asiento: Mientras más se acerque a la estación final, menor será el número de personas que suben, y mayor el de quienes han descendido, dejando la posibilidad de que se pueda sentar -aunque sea solo unos instantes-. Si el caso fuera solamente el aprovechamiento del precio, la opción de subir y esperar a que se desocupe un asiento sería perfectamente válida. Sin embargo, ya sabemos que no es así.

Conclusiones

Dicho lo anterior, sabemos que en el caso del transporte nos priman dos principios: La escasez del tiempo -acerca de llegar puntuales- (donde llegar tarde implica un problema/una pérdida), y la comodidad con que podemos realizar lo primero. La realización de las consideraciones anteriores se debe a que, hacia las nueve de la noche, no existen muchos compromisos formales y cotidianos a que se deba asistir con puntualidad (como lo son compromisos de trabajo u horarios escolares); lo que permite a las personas esperar pacientemente, tomar un respiro del acelerado ritmo de vida y consumo que tenemos en lo cotidiano.

Finalmente, si todos fuésemos realmente homo æconomicus, cabría asumir un garrafal error en cuanto al método en que se plantea la situación del MetroBus vacío. Un hincapié se ha realizado al respecto entre la correlación de espera y la “aparente” –palabra clave- expectativa, misma que se supone. Esto es, que se asume sin causa de conocimiento. No sabemos con total certeza ni siquiera si llegará el MetroBus vacío, simplemente asumimos, como todos los demás, que tarde o temprano lo hará, pues diario lo hace (statu quo).

Debemos distinguir nuevamente, que la aparente certidumbre de la llegada de un MetroBus con asientos disponibles, no es el incentivo para la espera. Sino que el incentivo lo es, en todo momento, la presunción asumida –e incierta- de que llegará completamente vacío.

En este sentido, se rompe con la teoría de la información, la cual supone que los agentes económicos –racionales- deben de hacerse de toda la información que se encuentre disponible de manera previa a tomar sus decisiones, en tanto que ello no requiera un esfuerzo mayúsculo[10].

En el desarrollo de este análisis se ha propuesto, hacer del conocimiento del lector algunos de los sesgos clásicos que la economía conductual conviene tomar en cuenta para una mayor calidad en los modelos económicos y su aplicación. Así como convencerle de que su aplicación trasciende de los modelos macro, y la podemos observar en nuestro día a día. Finalmente, a continuación veremos, que ninguno de nosotros (homo sapiens) se encuentra exento de obviar lo aparentemente racional.

Asumiendo que varios hemos utilizado el MetroBus en varias ocasiones[11], me sirvo de preguntarle al lector ¿cuál sería la forma racional en cuanto se contempla armarse de paciencia para aguardar la llegada del famoso MetroBus vacío?

Desde (I) regresar una estación en sentido contrario (La Joya/Caminero) para ampliar sus posibilidades; (II) hasta tomar un MetroBus en idéntica dirección –hacia el norte- pero que llegue hasta Insurgentes o Buenavista: reduciendo así la expectativa de ocupantes y pudiendo ir sentado un tramo del recorrido. Valga la anotación que deberá bajarse para terminar de pie su regreso, pero no habrá perdido el tiempo en espera de un MetroBus vacío… Tomando en cuenta los sesgos anteriormente descritos, podrá nuestro lector tener varias y creativas alternativas para resolver el problema planteado: ¿Cómo esperar un MetroBus?

Sin embargo, la opción racional –que tomaría el homo æconomicus– al momento de esperar el MetroBus vacío, no será otra que caminar unos pasos hacia la pantalla de la dirección contraria (La Joya/El Caminero), cuya  función es indicar al Usuario lo siguiente: (i) El orden de llegada de los metrobuses próximos, (ii) el tiempo aproximado de espera para su llegada a la estación, y (iii) la estación destino en que terminan su servicio (de especial relevancia, pues el MetroBus vacío, llegará hasta Dr. Gálvez). Así, una vez frente a la pantalla, el homo aæconomicus solamente debería observar la cantidad de minutos aproximados antes de que llegue el MetroBus “Dr. Gálvez”, después volver al conglomerado y aguardar –esta ocasión, con causa de conocimiento– el promedio de tiempo que la pantalla le indicó (ahorrándose de paso, posibles molestias entre “si llega o no”).

Si no pasó por su mente la alternativa referida: ¡Enhorabuena! Bienvenido a las  filas de los homo sapiens. En caso contrario, le felicito,  pero haría bien en no confiarse demasiado.

La economía conductual nos invita a ser humildes y, sobretodo, conscientes de nuestra falibilidad. Una frase que refleja la aplicación de la economía conductual, es la siguiente:

«El primer principio es que uno no se debe engañar a sí mismo y uno mismo es la persona más fácil de engañar».- Richard Feynman.

La economía conductual tiene una serie de aplicaciones impresionantes y demasiado amplias, aún pendiente por definir. Como lo ha visto a lo largo de este ensayo, nos puede apoyar desde saber cómo ocupar un asiento en un cansado regreso a casa, hasta la realización de mejores políticas públicas en favor de la sociedad y el bien común.

El estudio económico y del comportamiento humano nos ayuda a comprendernos mejor a nosotros mismos, así como a resolver un poco mejor –con mayor consciencia- los misterios que enfrentamos cotidianamente. No cabe duda que aún queda mucho por hacer, sin embargo, -paso a paso- desde un planteamiento de mayor consciencia hacia nuestra falibilidad, podremos comenzar a cambiar nuestro entorno y concepción del mundo.

 

Bibliografía Consultada:

BABA SHIV, ZIV CARMON, and DAN ARIELY. Placebo Effects of Marketing Actions: Consumers May Get What They Pay For. Journal of Marketing Research, 2008. Estados Unidos de América (11 pp.).

CHUL HAN, BYUNG. La Agonía del Eros. Ed. Herder, 3ª ed., 2014. Barcelona (80 pp.).

GUIJARRO, CRISTINA. Historia del Placebo. Neurosciences and History, 2015; 3(2) (13 pp.).

STIGLITZ, JOSEPH. La información y el cambio en el paradigma de la ciencia económica. Revista Asturiana de Economía – RAE N° 25, 2002 (70 pp.).

THALER, RICHARD. Portarse Mal.  Ed. Paidós, 1ª ed., 2018. México (490 pp.).

TIROLE, JEAN. La economía del bien común. Ed. Taurus, 1ª ed., 2017. México (577 pp.)

Bibliografía electrónica:

NUMERALIA: EL METROBUS CUMPLE 12 AÑOS, El Universal, (19/06/2017). http://www.eluniversal.com.mx/articulo/metropoli/cdmx/2017/06/19/numeralia-el-metrobus-cumple-12-anos, consultado el 23/06/2018.

[1] THALER, R. Un pequeño empujón.

[2] TIROLE, J. La economía del Bien Común, pág. 17.-Premio Nobel 2014.

[3] Siendo el caso de la estación del MetroBus Doctor Gálvez y del Metro Universidad.

[4] En Thaler, R., Portarse Mal: Cap.9: Frascos y Presupuestos. (pp.122-129)

[5] Han, Byung-Chul, La agonía del Eros.

[6] Propiedad transitiva: Si se prefiere: 1 > 2 (a > b) y 2 > 4 (b > c); tendremos que 1 > 4 (a > c).

[7] En THALER, R. Portarse Mal: Cap.4.- Teoría del Valor. (pág. 64).

[8] En GUIJARRO, C. Historia del Placebo. Neurosciences and History 2015; 3(2): 68-80

[9] En SHIV B., CARMON Z. and ARIELY D., Placebo Effects of Marketing Actions: Consumers May Get What They Pay For.

[10] Desarrollada por Arrow (Nobel, 1972); Akerlof, Spence & Stiglitz (Nobel, 2001), et al.

[11] Solamente hacia el 2017, en sus –entonces- seis líneas se estima que transporta diariamente un aproximado de 1.3 millones de pasajeros. En: http://www.eluniversal.com.mx/articulo/metropoli/cdmx/2017/06/19/numeralia-el-metrobus-cumple-12-anos

 

Educación Financiera: Un must del Progreso.-Miguel Ángel Caloca Heredia

Educación Financiera: Un must del Progreso.

Miguel Ángel Caloca Heredia

Estudiar ya no saca de pobre en México”, así reza el titular de un artículo[1] publicado el día 22 de mayo del año pasado (2017); la exposición de motivos se adivina, los trabajos bien remunerados escasean y la validación de un título no basa para ser una distinción suficiente en el mercado laboral, precario y lleno de vaivenes.

Así que viene al título el anglicismo “must”, que al español se traduce como una función del verbo “deber”. La educación financiera, en efecto, es hoy día; un must del Progreso. Sin ella, difícilmente podremos mejorar nuestras condiciones económico-sociales, ante los precarios salarios el “plan sin margen de fallar” (realizar los estudios superiores) se revela como insuficiente.

Recientemente hemos comenzado a ser testigos de la progresiva inconformidad que guarda el sector juvenil hacia el sector laboral. Esto último debido a una  drástica reducción del salario[2] (y demás prestaciones laborales); movimiento empresarial que encuentra su justificación en las recientes crisis financieras, siempre al amparo de la política de austeridad y reducción de gastos para aumentar la eficacia corporativa. Un tipo de economía que, para algunos está convenientemente devastada y para otros completamente a la deriva, carente de conceptos tales como ética y humanidad. Los anteriores factores han llevado a una apatía general en lo referente a la inserción laboral, sin importar las edades. El fenómeno nini –ni estudia, ni trabaja- nos lo refleja con claridad. Dejando una nueva incógnita (gran desafío) al ámbito de la Educación: ¿Es realmente eficaz la enseñanza en nuestro país?

A propósito, conviene recapitular en una de las garantías primordiales del Estado: La promesa por la movilidad social. La educación debe servir, primeramente, como una  manera de dar a los individuos que conforman la sociedad diversas capacidades y habilidades, mismas que les otorgarán la posibilidad de postular hacia un empleo de mayores remuneraciones. Esto es, la promesa de la movilidad social. Cuando menos, esto es lo que enuncia el plano del “deber ser”, la teoría… En un sentido aún más idealista, bien vale la pena señalar, que la educación debe ser el medio para la obtención de un beneficio pecuniario; sino la forma de complementar al individuo dentro de la sociedad en el campo del saber que ha elegido para desarrollarse.

A pesar de la diferencia que guarda un enfoque respecto del otro, podemos observar en ambos una clara convergencia: El desarrollo individual, que desemboca –de manera irremediable- hacia el desarrollo de la sociedad per sé. He aquí tenemos el quid –asunto- del presente ensayo: El sistema tradicional (en su vertiente educativa como laboral) se encuentra rezagado; superado por las constantes embestidas del capitalismo. El rendimiento importa por sobre todas las cosas, inclusive la humanidad y el mínimo necesario para su satisfacción. No es de extrañar entonces que, ante los bajos salarios –cada vez menos competitivos- exista una indiferencia mayor de las personas llamadas a ocupar el desarrollo de tales puestos.

Existen amplias justificaciones al respecto; desde la tendencia “freelancer” propia del siglo XXI, hasta el simple carácter egocéntrico de quienes conforman la generación millenial. Todas ellas válidas en cierta manera. Asimismo,  uno de los argumentos más sólidos que podemos encontrar en este debate es que, por primera vez existe una diferencia radical entre el nivel de preparación y el salario ofrecido. La reducción salarial presenciada en México, ha afectado en su mayoría a la población con mayores estudios[3]. La desigualdad social se incrementa y el estancamiento se hace –aún más- presente. Existen más dudas que certezas acerca de los mecanismos para combatir tal desigualdad; algunos se inclinan a señalar culpables en la clase aristócrata de nuestro país (no los puedo culpar), otros más optan señalar la falta de oportunidades.

A pesar de ello; una de las interrogantes poco mencionadas al desarrollo del debate podría ocuparse de este asunto. Ante los nuevos paradigmas económicos y sus repercusiones al ámbito laboral en el tiempo contemporáneo, conviene replantearse lo siguiente: ¿Qué papel tiene en ello la educación?

El dogma educativo: Curitas para la hemorragia.

La educación puede verse reducida –grosso modo–  en la herramienta encargada de garantizar el cúmulo de ciertas habilidades y competencias (a un nivel de desarrollo “óptimo”), así como de un grado de conocimiento básico para su aplicación en el desarrollo profesional del individuo; mismos componentes que seguirán una tendencia progresista hasta volcar en un área de aplicación diversa (licenciatura) y un nivel de especialidad dentro del mismo ámbito (maestría, doctorado).

Dicho de otra manera, se trata de expectativas: Mientras que de una persona con la primaria concretada se espera que pueda leer así como manejar  operaciones matemáticas básicas; por otro lado, se podría esperar que un egresado del bachillerato (preparatoria) tenga habilidades de redacción y manejo de operaciones algebraicas a un nivel estándar, modelo que se ha cambiado al día presente –al menos, parcialmente-; ante la inclusión del modelo educativo por competencias[4]. El interés que radica en la educación y su impartición estriba en que, a fin de cuentas, a un mayor grado de escolaridad deberían corresponder mayores probabilidades en la obtención de un mejor empleo (remunerado). Es decir, “la cantidad de recursos destinados a la educación representa un aspecto clave para la formación del capital humano de una sociedad”[5].

Esto último, no siempre sucede, debido a los más diversos factores que van desde un mal desempeño del profesional en sus competencias laborales hasta los grados de “compadrazgo”, nepotismo y corrupción que nuestra sociedad ofrece cotidianamente.

A pesar de ello, mantuvo su validez, hasta que comenzó a verse suplantado a partir de los últimos tres lustros, en que hemos podido observar una drástica reducción salarial de manera generalizada. Ello se ve agravado por medio del poder adquisitivo que representa el sueldo real pagado, anteriormente mencionado en la nota “2”. Al punto que –guardando las debidas reservas- se pueden equiparar los ingresos de un licenciado con los de un conductor de Uber[6]. Claro, que habrá quienes digan despectivamente: “Pues eso será en tu carrera, porque en la mía no pasa”… La tendencia salarial es generalizada y se mantiene decreciente. Por lo que, desafortunadamente, les llegará el momento. Vayamos a la cuestión que nos atiende. ¿Es realmente vigente la educación que recibimos para los tiempos modernos?

Educación Financiera: ¿El “por qué” (no) de su implementación?

Una de las cuestiones que prevalece –en cuanto a su pragmatismo- dentro del ámbito mexicano, es la abstención educativa en lo tocante al manejo de dinero. Las cuestiones pecuniarias, se aprenden -típicamente- de primera mano y según se adquiere un mayor poder adquisitivo, lo que es lo mismo a decir “sobre la marcha”.

Una interesante anotación al margen radica en la mala concepción que se tiene del dinero en la sociedad mexicana, que encuentra su origen más remoto en la religión católica (preferida del pueblo mexicano). Tal y como algunos de los postulados bíblicos nos hacen ver en sus enunciados. Ya sea el famoso “polvo eres y en polvo te convertirás” (Génesis 3:19), o bien “que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el reino de Dios” (Mateo 19:24); ambos nos develan un sentido de “maldad intrínseca” en la riqueza o de la lejanía que de la misma debemos mantener, en salvaguarda de nuestro bienestar espiritual, presente y futuro.

Realizada la pertinente anotación, encontramos el dogma de una percepción negativa del dinero. Dentro de frases que dan más análisis al interior de la mentalidad social de lo que aparentan… ¿Quién no ha escuchado que “el dinero es la raíz de todos los males” o que “los ricos deben ser avariciosos”? Una de las favoritas –y que invita a la reflexión- es la siguiente: “Pobre, pero honrado”, vamos, ¿es que en realidad no puede existir gente rica con honradez? La sociedad mexicana se escandaliza del dinero, y como efecto inmediato, teme a las finanzas; se condena al estancamiento.

Pocas son las profesiones que tienen una peor representación (quizá los políticos y los abogados) en el colectivo imaginario que los banqueros. Sin lugar a dudas –duela a quien le duela-, es innegable saber que, eventualmente, terminaremos acudiendo a solicitar algún servicio bancario; ya sea la apertura de una cuenta corriente o bien la solicitud de un crédito, las necesidades contemporáneas (seguridad, liquidez, etc.) nos orillan a ello.

Tomando en cuenta lo anteriormente dicho, brilla por su ausencia en el ámbito de la educación pública –y, ocasionalmente en la educación privada- la inclusión de conceptos, ideas y percepciones con relación al manejo del dinero. El enfoque educativo tradicional (como mencionamos anteriormente) se centra en la adquisición de conocimientos generales en varias materias, bajo el fundamento de que ello será necesario para que podamos defendernos en el desarrollo de nuestra vida profesional. Todo esto se ve reducido a una falsa premisa (viciada en su concepción) desde que podemos observar que la actual generación de jóvenes es la mejor preparada en los últimos años, y se le dan unos salarios que lo son todo, menos equiparables al grado de formación, generando un paro juvenil en magnitudes no conocidas hasta ahora.

La actual problemática solamente ha puesto a flote un grave defecto de la sociedad mexicana: Nuestra carencia de una buena educación financiera[7]. Las crisis que competen al manejo del dinero se verían drásticamente reducidas al momento de brindar una educación que permita el desarrollo de habilidades enfocadas a la consecución de una estabilidad financiera.

El simple manejo de conceptos básicos como lo son ahorro, gasto e inversión (por referir algunos ejemplos), prácticamente desconocidos para buena parte de la población. La ignorancia cotiza a un precio elevado en las vidas de quienes la adolecen. El (auto) control y fomento de disciplina en lo que a dinero refiere, es un factor básico para la transición que ocupa un país en desarrollo como el nuestro.

Recordemos que, en términos de saneamiento económico (enfocados al progreso de la sociedad), la estabilidad financiera de los sectores “micro”, conforma la solidez y fortaleza del sector “macro“. La solución no radica en otorgar más subsidios, o apoyos económicos (cualquiera que sea su presentación) a las categorías vulneradas. Pues en el bajo índice de eficacia real -de dicho apoyo- es que radica la perpetuación de la problemática económica del país. Ante una cultura exacerbada del -inconsciente- consumismo, cuyas bases evidenciara el difunto sociólogo Zygmunt  Bauman al indicar que “el ser social teme de no poder responder a las expectativas de gasto que vienen acompañadas a su condición en el estrato colectivo[8]. Dar dinero a costa de los impuestos recabados es todo menos una solución (acaso efímera y populista). Realizando la analogía de esta situación con el conocido dicho “Dale a un hombre un pez y comerá un día, enséñale a pescar y comerá toda su vida”.

Aprendiendo a pescar: Retos y Consecuencias.

Al final del día, la pobreza no es cuestión de dinero, sino de cómo se maneja éste una vez adquirido. Es por ello que la educación financiera resulta una herramienta fundamental para las clases baja y media del país (en sus diferentes estratos), como un proceso para potenciar el desarrollo económico, en su ascenso hacia nuevos peldaños del escalafón social. Resaltando la urgencia de su necesaria implementación al sistema de estudios general, sus beneficios son potenciales y los riesgos de invertir  en la juventud, inexistentes.

La educación financiera se basa en la superposición del carácter cualitativo (manejo del dinero) sobre el carácter cuantitativo (ingreso de dinero), pudiéndose concretar en la nula relevancia de cuanto sea el ingreso recibido; lo que importa realmente es la manera en que se maneja dicho dinero para producir -del mismo- una ganancia mayor. Dejando así la puerta abierta hacia un dogma incómodo del capitalismo liberal: La pobreza no necesariamente es un estado económico, sino un estado mental -y de preparación-.

Dejamos mucho que deber en los bastiones de mayor relevancia: La Juventud. Prácticamente hemos desperdiciado al bono demográfico, que carece del mínimo marco conceptual para la realización de la educación financiera en la sociedad mexicana. Dato por demás alarmante ante los constantes reportes y artículos que al respecto, se han emitido, incluyendo El Tsunami Demográfico que se avecina[9], en que se nos hace especial hincapié del Reporte de Envejecimiento de la Población Mundial[10].

Al respecto, el Grupo Cultura Financiera de los Jóvenes en México, nos indica los siguientes datos de relevancia[11]:

  • 54 por ciento reconoció no llevar ningún tipo de registro de su manejo financiero.
  • Un 87 por ciento no tiene ahorro para retiro y 61 por ciento no ha pensado en ese tema.
  • 56 dijo que »vive al día» y por eso no le sobra dinero para ahorrar.
  • Solamente el 11 por ciento deposita sus ahorros en una institución financiera.

Queda mucho por hacer al respecto, y las preguntas abundan en cuanto a recomendaciones y soluciones del tema en concreto. Sin embargo, debido a la relevancia del tema habremos de continuar  -en este sentido- la relación de la educación financiera hacia su realización por los jóvenes que será motivo de una publicación subsecuente.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.

https://www.gob.mx/consar/articulos/el-tsunami-demografico-que-se-avecina-v-el-reporte-de-envejecimiento-de-la-poblacion-mundial-2017-de-naciones-unidas?idiom=es

http://www.dgespe.sep.gob.mx/reforma_curricular/planes/lepri/plan_de_estudios/enfoque_centrado_competencias

  • Educación Económica y Financiera: Implicaciones para la Economía y papel del Banco Central (2018). México. Javier Guzmán Calafell. Recuperado el 22 de abril del 2018 de:

http://www.banxico.org.mx/publicaciones-y-discursos/discursos-y-presentaciones/discursos/%7BC92E4837-9221-C041-CD21-A30C57E3D356%7D.pdf

http://idic.mx/wp-content/uploads/2017/12/VozIndustria-20171213-Vol-05-Num-108-Bajos-salarios-informalidad-y-pobreza-la-debilidad-social-del-modelo-econ%C3%B3mico-v2.pdf

[1] Disponible en http://www.sinembargo.mx/22-05-2017/3222516

[3] Bajos salarios, informalidad y pobreza, la debilidad social del modelo económico, IDIC (2017).

[4] “El desarrollo de competencias destaca el abordaje de situaciones y problemas específicos, por lo que una enseñanza por competencias representa la oportunidad para garantizar la pertinencia y utilidad de los aprendizajes escolares, en términos de su trascendencia personal, académica y social”; en su quinto párrafo.

Referencia:http://www.dgespe.sep.gob.mx/reforma_curricular/planes/lepri/plan_de_estudios/enfoque_centrado_competencias

[5] “Educación Económica y Financiera: Implicaciones p. la Economía y el papel del Banco Central”, intervención del Lic. Javier Guzmán Calafell; Subgobernador de BANXICO. UAOAX, 16-03-2018.

[6] http://www.elfinanciero.com.mx/empresas/conductores-de-uber-ganan-mas-que-psicologos-dentistas-y-contadores (el ingreso “oscila entre los 9 mil y los 12 mil pesos mensuales”).

[7] En México, apenas el 31% de los adultos tienen educación financiera. Mientras que en Noruega tal cifra suele alcanzar porcentajes del 71%: Encuesta Nacional de Inclusión Financiera 2017.

[8] Bauman, Z. (2003). Amor Líquido: Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. Pp. 36-37.

[9] https://www.gob.mx/consar/articulos/el-tsunami-demografico-que-se-avecina-v-el-reporte-de-envejecimiento-de-la-poblacion-mundial-2017-de-naciones-unidas?idiom=es

[10] World Population Ageing (Report), 2017. United Nations.

[11] Cultura Financiera de los Jóvenes en México: Síntesis de Resultados.

Hacia un amor de Consumo: El festejo de lo efímero.-Miguel Ángel Caloca Heredia

HACIA UN AMOR DE CONSUMO: EL FESTEJO DE LO EFÍMERO  por Miguel A. Caloca.

¿Cómo podemos hablar de Amor, siendo que se trata de algo tan subjetivo? Ciertamente que lo es, pero solamente al inicio, es decir, en apariencia. Desde esas libertades consideradas como sagradas por la sociedad moderna. Resulta un interesante planteamiento, el uso que de las mismas se da a la generalización (implícita) de las consideraciones sociales –la moral-; ello basándose en un principio de inclusión, que actúa en directa contraposición de la autodeterminación -como manifestación de la individualización personalizada-. Ambos, principios sociales de vital relevancia en la moderna sociedad.

La generalidad del Amor (o lo que podemos conceptualizar como  tal) atiende estrictamente a un paradigma – en su forma de promesa- que nos fue aleccionado como parte de la concepción integral del individuo. Es decir, que forma parte de los requisitos indispensables para la consecución de la plenitud. Y, ¿por qué no?, llegando incluso a reflejar un claro estándar del progreso personal que se realiza.

En la cultura contemporánea del “Hágalo Usted Mismo”, en que cada uno de nosotros es dejado a su suerte, y responsabilizado respecto de sus resultados. La relación –y su pretensión- se traduce necesariamente en un auge del individuo, una seña máxima de pleitesía a su individuación en su respectivo entorno.

Las relaciones humanas se han erosionado, y el cambio del paradigma social obedece ahora al Momento, la inmediatez. La óptica puntillista –del Big Bang, de las infinitas posibilidades- se impone por encima del flujo de tiempo y sus consideraciones a futuro. El contraste no se hace esperar al respecto, pues basta una mera hojeada de las relaciones: Anteriormente se estilaba la duración de las mismas; pero hoy llegan, si acaso a constituirse. En un mundo de probabilidades, cada vez hay más probables relaciones; la red social y las páginas de citas, así como la tecnología se han encargado de potenciar más allá de los límites soñados por generaciones anteriores este sentido de la relación, que, aun así, terminan –indefectiblemente- en una buena anécdota de lo que pudo ser.

El súbito aumento de la cantidad de las relaciones, responde solamente -y de manera inversamente proporcional- a la disminución de los estándares de calidad con que se pretendía establecer dicha relación Esto se traduce en una reducción de los requisitos a ser considerados para la relación en sí (cantidad sobre calidad); ya no se habla de una inversión a largo plazo… De hecho, y como lo veremos más adelante, ya no se habla siquiera de la inversión en la misma relación, se busca que sea autosuficiente. No debe convertirse en una carga para la libertad.

Joseph Campbell, mencionaba, respecto de esta erosión –de una manera tanto más general-,  la desafortunada situación que guarda el cuestionamiento destructivo de las instituciones que nos precedieron[1]; las cuales fueron derribadas con estrépito, coraje e ingenuidad, en un ímpetu de reclama social hacia la modernidad y el progreso. El cual, sin embargo, dejó solamente el boleto de ida, quedando la incógnita del regreso para un referente moral “generalizado”. Así pues, prima la lucha y competencia por la imposición de los dogmas y creencias individuales al compañero, en un encarnizado fuego que se aviva desde la óptica del ego y la importancia del ganador –auto-  impuesto. Lo cual puede fácilmente concretarse en que “cuanto menos pesan en nosotros las instituciones tradicionales, más pesa la afectividad en la esfera privada”[2].

Ante tales embates, “la ideología que se escribía con mayúsculas ha cedido el paso a una ética de la satisfacción inmediata, a una cultura lúdica y hedonista centrada en los goces del cuerpo”…

UNA LIBERTAD POTENCIALIZADA: BUSCAR LO MÁS, PAGANDO LO MENOS.

El atractivo potencial de la pareja, consiste –paradójicamente- en su definición; cualquier que sea la forma en que se instituya. Ante un sentido “modular”[3] (piezas de muebles que se ensamblan en el sentido de tu preferencia) contemporáneo, podemos observar que el “limbo de la relación humana” estriba en el desconocimiento del propio vínculo, el cual pretende hacer más fácil la existencia. En una sociedad de consumo, es muy importante la etiqueta.

Sin embargo, la definición reviste un carácter antagónico respecto del egolatrismo exacerbado –el Yo por sobre todo lo demás-, toda vez que la relación implica “la definición de un Alguien, a la costa de volver el futuro en indefinido”. Es por ello, que existen dos libertades que deben mantenerse para que la comodidad de los involucrados pueda subsistir: La de auto determinarse (en tanto objeto y consumidor al mismo tiempo) y la de elección -de otras parejas, vínculos y relaciones-, no deben verse amenazadas bajo ninguna circunstancia.

La ligereza de las relaciones, la manera cambiante urge a su adecuación instantánea. Entonces, a largo plazo, las relaciones no resultan ni siquiera rentables, mucho menos concebibles. Primeramente existe un “período de prueba” de las personas que pretendan intercambiarse y conocerse, siempre deben mantenerse sin obstáculo las salidas de emergencia ante el riesgo de consolidar la posible[4] relación.

El miedo de las restricciones se vuelve en un claro reflejo de la sociedad que las fomenta y las instituye, nos rige actualmente un desapego. La simple estadística antes que la consideración del ser humano como tal. Se convierte en un ir y venir; nuestros requisitos a considerar bien forman una adecuada analogía del pasaporte moderno, donde damos libre acceso y claras restricciones a los sujetos que nos pretenden, todos ellos ante la expectativa de ejercer un “turismo emocional”. Al grado que a las personas les incomoda hablar de “relaciones”; antes prefieren hablar de “conexiones”.

Resulta irónico que, en una época donde los estándares se han erosionado, y el ser humano se encuentra –de una forma u otra- más accesible que nunca antes, nos encontremos ante un sentido de incertidumbre.

Pero claro que éste es el orden natural que debía seguir el proceso evolutivo de las relaciones, ahora las relaciones cuentan con una fecha de caducidad. Bien pueden ser desechadas, modificadas o interrumpidas por parte de quienes la construyen, y de forma unilateral. La relación se basa en la confianza, al punto de que para constituirse se requieren dos voluntades inequívocas, y para disolverla, basta una mera voluntad. La reciprocidad es latente a este respecto.

Lo más común es sentir una conexión con alguien, y así sentir un interminable número de conexiones (no sabemos lo que queremos, así que debemos experimentar) que, desde la experiencia empírica servirán como fundamento para justificar cualquier intercambio (consumo) que bien haya ocurrido entre quienes tenían esa conexión. Si, tenían, porque las conexiones son de momento; antes que el lazo pueda adquirir la fuerza necesaria para verse frecuentado de quienes lo “adolecen”, más vale que sea cortado de tajo; y la pequeña herida que deje tras de sí bien podrá ser reemplazada por “otro indefinido número de conexiones”[5].

RECONOCIMIENTO SOCIAL, OFERTA Y DEMANDA EN LOS VÍNCULOS HUMANOS: SOBRE SU FRAGILIDAD.

Ante la incongruencia previamente planteada, existen unas irremediables ganas de concretar el Objetivo y darle vista a la sociedad, que en su calidad de juez le corresponderá otorgar el estatus de dicha relación. Bien sabidos los antecedentes, procede la ponderación de sus equivalencias. ¿Ha cedido el integrante “A” ante un inteligente movimiento de su contraparte? ¿Se veía venir o ha tomado de sorpresa? ¿Existe un interés meramente económico al respecto? (…)

Sin embargo, obtener la relación idealizada es ya un objetivo bastante lejano en su consecución. Las probabilidades de lograrlo son sumamente escasas, casi nulas inclusive. Más aún si observamos tal posibilidad desde la óptica del fenómeno puntillista, previamente mencionado. La explosión de todas las posibilidades se materializa en los altos estándares que se guardan de la relación respecto del telos (finalidad) que la constituye; es así que todos esperan una pareja acomedida, receptora y muy diestra en las respectivas funciones que se le requieran para concretar las aspiraciones físicas del amor expresado en palabras.

La relación ideal no se ve en función del sentimiento que proyectan los partícipes de ella; ya no. No importa el Sentimiento, solamente la apariencia. Ahora la relación ideal se traduce como un concepto totalmente platónico, lo inalcanzable de su Naturaleza le da su carácter de atractivo, de deseable. En el momento que la relación sea asequible, comenzará a dejar de ser la “relación ideal que se procuraba”. Pues la utopía que se le construye, carece de la lógica mínima para inferir el precepto siguiente errare humanum est (errar es humano).  Es así que, al momento de creerse constituida, esta relación platónica (al menos en sus expectativas), comienza un lento retroceso, su fallecimiento es un hecho que precede inmediatamente a su constitución. No de la propia relación,  sino de su versión idealizada, pues el consumo de la misma la erosiona, le quita la forma del ideal en que se construyó.

En una contemporaneidad donde nuestra ponderación atiende mayormente a la inmediatez con que podemos satisfacer nuestros deseos, no resulta conveniente la institución de un ideal. Más bien, la rentabilidad se encuentra en darle al Sentimiento (ideal) un giro de ser idealizado.

Por lo tanto, se busca concretar la materialización del vínculo para su inmediato festejo, sin mas miramientos ni formalidades. Un tácito reconocimiento que otorga la sociedad a los interesados de conseguirlo. Es a ese particular festejo que atiende el presente mes (y el presente artículo), radicando singular en un sentido de celebración hacia las relaciones y los vínculos humanos –cualquiera que sea el significado que hoy día les podamos augurar- de mayor relevancia. Es indudable que el Amor y la Amistad forman parte esencial del ser humano (en su carácter natural del son politikon aristotélico). Sin embargo, pocas veces se tiene la oportunidad de hablar del Amor -más allá de su festejo efímero, impensado, intrascendente-, ya no se diga de las consecuencias que guarda la concepción en que le tenemos.

Retomando la idea de la libertad. A decir de Lipovetsky, conviene recordar lo siguiente: “El modelo de la pareja en estado de fusión, que impone compartirlo todo, hacerlo todo juntos, <ser sólo uno>, desaparece en beneficio de una estructura conyugal basada en el reconocimiento de la autonomía de los sujetos”.

Un viejo mito griego aduce que, previo al mundo como lo conocemos; los seres humanos solíamos estar unidos. Dos cabezas, cuatro brazos y cuatro piernas, componían la fisonomía del humano convencional. Un ser humano que, valga la pena, fue temido por los dioses. Al grado de ser separado en dos segmentos de cada cual, la separación de los géneros, que mitológicamente puede ser reconocida como el momento de la concepción primigenia de la palabra “Destino”. Puesto que ambos seres se encontraban depuestos a la promesa del retorno en su estado originario; ¿no es acaso la unión de los seres la suprema manifestación del legítimo amor?

O así solía serlo. Queda claro que la institución contemplada en aquel sentido de “lo sagrado” se ha visto erosionada, derivado de la modernidad y las liberalidades (que ya no libertades). El Destino, encontrado en este sentido como la necesaria fusión de los pares en el ser que originalmente componía, se encuentra manifiesto y nos inculca la trascendencia del yo. En una analogía simplificada conviene resaltar lo siguiente: “No importa Juan, no importa María. Lo que importa es el “ente” –la relación- que ambos manifiestan al unirse en el mismo sentido y voluntad. Es decir, la relación trasciende del individuo.

El reconocimiento de nuestros pares, necesariamente implica la subyugación del “Yo” en un sentido de “otredad”/empatía; es así que el Amor y la Amistad, solían invitar a las buenas prácticas de cordialidad. Basándose en principios torales que acompañaban a la calidad y calidez humana que regulaban la sana convivencia de la sociedad.

Sin embargo, como bien ha apuntado Bauman al respecto “vivimos en una era, no sólo de inflación monetaria, sino también de inflación –y por lo tanto, devaluación- de conceptos y valores[6]”. Es así que el entendido del amor conceptualizado en el tiempo presente, ya no responde tanto del término “cariño” como de la “utilidad”.

CARPE DIEM; LA DOCTRINA DE LO EFÍMERO

El dogma del amor y su liquidez moderna, se refuerza a través de sus practicantes; también inscritos al seminario Carpe Diem “disfruta el ahora” (sin pensar en el mañana), diletantes de la pasión en el sentido cuantitativo. La validez y el reconocimiento -impulsos al ego en la época de las tecnologías de la información- se miden en numerario: A cuántas personas has besado, con cuantas personas has salido, cuantos likes tienes en tu más reciente foto, cuantas personas te escriben y procuran para el objeto de hacer patente su interés…

Así pregonan los defensores de lo efímero, revolucionario grito de transformación social en el sentido de la liberalización de los dogmas en relaciones que previamente fungían como grillete. Y sin embargo, ¿cuándo aprenderemos que los extremos son pésimos, en cada uno de sus sentidos? Brincando del más amplio conservadurismo, ahora pasamos al libertinaje –que no la libertad-.

La institución moral ha sido corroída y los jóvenes se entregan cada vez con mayor ahínco y convicción, a las malas prácticas de los placeres inmediatos. Mientras que tales placeres han nublado su concepción a un plazo que pueda trascender de los viernes por la noche, o aquel momento que eligen para dar rienda suelta a su erotismo y sexualidad antes “reprimidos” (carente de control), razón por la cual, desde la presión social se pugna el no reclamo de estas actitudes. “Ya sabrá en lo que se mete”, felizmente se dicen aquellos que no comparten tal ideología, sin observar acaso que son sus propias omisiones que los condenan a un sistemático fracaso, pues su ideología ha quedado caduca respecto de la modernidad.

Al respecto, conviene traer a mención el siguiente fragmento: “Ésta es la naturaleza de las justas medievales: dos caballeros se enfrentan sin dejar de reconocer que el otro es también un noble. El fanático no es sino la persona que ha perdido ése equilibrio y cree ser el único  en posesión de la Verdad. V-E-R-D-A-D, es el nombre de uno de los monstruos más feroces a que tenemos que enfrentarnos”.

Luego entonces, todo se vuelve en temporal, flexible y desechable. Urge la protección del “yo” hacia los demás. Las intenciones no son claras (se mantienen difusas ante la expectativa de no interferir con las libertades) y la honestidad recoge el polvo de la moral, guardada en un recóndito rincón, a la espera de ser retomada en algún tiempo futuro de la existencia. Ante una sociedad maquiavélica, que ratifica la importancia del fin sobre los medios, ¿qué más se podría esperar?

No es de extrañar entonces, que las páginas de citas se encuentren en un mercado de crecimiento exponencial, volviendo en una estadística y servicio de aproximación virtual el Amor que anteriormente se manifestó en las experiencias sensoriales que producía. Aun así, el hecho de que la finalidad misma de las páginas de citas radique en conocer a personas y delimitar su probabilidad; en un rango de afinidades y filtros a escoger por parte del “comprador/consumidor” –así mismo en un acto de reciprocidad simultáneo-; no significa per sé, la inequívoca materialización de los objetivos que pretenden ambas partes, a la vez consumidores y mercancías. Por lo tanto, no es una manera de “comprar” Amor, sin embargo, vaya que se traduce en un mecanismo para complicarlo.

Esto se debe a que el consumidor se deshace de la “humanidad” que pudiera quedarle a su pareja (o bien, potencial de pareja): las personas que convierten en meros objetos consumibles. Son mercancías, apostándose al mejor postor y ofrecidas en escaparates con una adecuada descripción física, emocional y de cualidades “atractivas” para instar, al consumidor que más ofrezca, respecto del uso que ambos puedan obtener de sí mismos. Se busca captar el mayor índice de  demanda, a la vez que se ofrecen como objeto de interés en un ámbito plenamente competido.

Las redes sociales han apoyado a solventar esta cuestión en una manera irrefrenable, la publicación ocasional de los aspectos de nuestra vida que hasta antes tenían el carácter de privados; hoy día se traducen en una Cultura de la Simulación, en que típicamente el consumidor prefiere ser engañado ante el nulo o carente interés de conocer a la persona, en tanto no es persona, es producto.

“El uso y el abuso de uno mismo y de los demás se convierten en la única estrategia en la vida. Todos tenemos un principio y un fin, así que, usémonos unos a otros antes de que expire nuestra validez”, el sexo carente de sentimientos, emociones y consideración es la muerte de la sociedad moralizada. Mecánico, sin risas, sin lágrimas… Sin esfuerzo.

No es de extrañar entonces, que la libertad en materia de relaciones, termina transfigurada en el miedo mismo a las relaciones. En términos de Milan Kundera, no vivimos “lo insoportable” en “la levedad del ser”, tanto como en la “carga de la soledad del ser”.

Es así que podemos presenciar el nacimiento de las relaciones light, tema insignia del presente escrito. O, a decir de Anthony Giddens, el auge de las “relaciones puras”, las cuales son “relaciones sin compromiso, con una duración y alcance sin definir (…) –que- solo se basan en la gratificación que se obtiene de ellas (y) una vez que la gratificación mengua o empequeñece ante la disponibilidad de otra gratificación más profunda, no tiene ninguna razón para continuar”. Es decir, la relación pura se basa en que, cada uno de sus integrantes, intente tratar al otro como objeto, ya sea por turnos o de manera simultánea, lo que mejor convenga al alcance inmediato de la Felicidad.

CONCLUSIONES.

Al final del día, no todo es pesimismo y liquidez. Entre la fatuidad y lo efímero que anteriormente ha sido expuesto, conviene resaltar algunas victorias y radicandos del amor contemporáneo. Primeramente, -en un sentido responsable- el régimen de libertad en el reinado de los sentimientos significa que podemos elegir la persona con quien queremos vivir (con la reciprocidad que ello implica, claramente); la posibilidad de elección para salir de decisiones desafortunadas sin que exista la condena de llevar su peso para siempre –y sin dogma social-.

Igualmente, sobra mencionar que, el reinado –próximamente tiranía- de la hiperindividualización no ha sido suficiente para erradicar el valor intrínseco de los sentimientos. Toda vez que, aun viviendo entregados al placer y el consumo, se mantiene la referencia central de la pareja (si bien ya no institucional, no deja de ser pareja por ello) como un ideal que comparte la gran mayoría. Un aplauso especial merece la desaprobación del matrimonio por interés –que no así los noviazgos-, especial condenado por la filosofía del “hágalo usted mismo”.

El amor, sin duda alguna, así como los vínculos humanos, se imponen aún como tema fundamental de la charla cotidiana, de las películas, la literatura y las canciones, entre tantos otros…La cultura del hiperindividualismo nos muestra su lado idealista y sentimental, el romanticismo aun agita y tortura corazones tanto como antes.

En una sociedad con una hiperinflación en sus autoevaluaciones, es clara la amenaza que la negación del acto de consumo puede representar a la autoestima y la salud emocional de los sujetos  a ser consumidos, así pues, ¡bienvenidas sean las conexiones! Un fatídico esfuerzo por llenar en cantidad un estándar cualitativo, el Turismo Emocional forma parte de nuestra realidad en la época de las conexiones. La potencial promesa de un mejor futuro, de un futuro “con alguien”, pero manteniendo a ése alguien en lo indefinido (un alguien por definir, puntillista, plausible).

Aquello que sabemos, aquello que deseamos saber y aquellos que nos esforzamos por –no- saber, nos muestra la imposibilidad de racionalizar respecto del Amor, la experiencia del mismo y lo inevitable del mismo como acontecimiento humano en nuestra historia individual, al respecto conviene decir que “por eso es imposible aprender a amar, tal como no se puede aprender a morir (…) Nadie puede aprender el elusivo arte de no caer en sus garras o mantenerse fuera de su alcance…”.

Podríamos inferir acaso la consecuencia de los pensamientos vertidos al decir que “si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida”; pero esa salvación ya se encuentra lejana –inalcanzable- de aquellos que tanto la buscamos. Quedando al pendiente la interrogante que sigue: ¿Valdrá la pena ser salvados en la presente circunstancia?

Ya lo averiguaremos, sin duda alguna, con un poco de paciencia. Finalmente, al momento de prevenir los sinsabores del Amor –y la falta de moral de quienes gustan consumir “a título de gratuidad”-, convendrá tener presente lo siguiente:

Si la dulzura derriba a la efímera pasión; entonces serán los actos que derriben las promesas vanas.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Bauman, Zygmunt. Amor Líquido: Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos, 1ª ed., Fondo de Cultura Económica. México, 2005. 203 pp.

Bauman, Zygmunt & Donskins Leonidas. Ceguera Moral, 1ª ed., Paidós. México, 2013. 271 pp.

Campbell, Joseph. El Poder del Mito, 3ª ed., Ed. Capitán Swing. México, 2016. 304 pp.

Lipovetsky, Charles. De la Ligereza, 1ª ed., Ed. ANAGRAMA, 2016. 339 pp.

[1] Campbell, Joseph. El Poder del Mito.

[2] Lipovetsky, Gilles. De la Ligereza. Pág. 275.

[3] Véase Ernest Geller, The importance of being modular, en John A. Hall, 1995.

[4] Al respecto, “lo posible” se diferencia de “lo probable” en tanto que, éste último admite un estándar gradual. Mientras que la posibilidad existe o se turna en imposible.

[5] Bauman, Zygmunt. Amor Líquido. Pp. 11-12.

[6] Bauman, Zygmunt. Ceguera Moral, Pág. 155.

Derecho del Mar. Laura Sánchez Alavez

Antecedentes del Derecho del Mar

INTRODUCCIÓN

 

Siendo el Derecho del Mar un tema tan controversial y de alguna manera reciente debido a la tardía codificación en cuanto a su regulación, en el siguiente ensayo se pretenderá abordar el tema del caso del Ixtoc I, pozo petrolero cercano al Estado de Campeche, el cual provoca uno de las mayores catástrofes ambientales al derramarse miles de litros de petróleo no solo en el mar territorial de nuestro país sino afectado al mar territorial de Estados Unidos de América creando un conflicto internacional pero tratado no con el enfoque del Derecho Internacional sino abordado desde una perspectiva mayoritariamente política teniendo como objetivo afectar al Estado mexicano.

Comenzando con un contexto histórico trataremos de explicar cómo surge el Derecho del Mar para contar con elementos esenciales para poder entender más adelante el controversial caso ya mencionado.

   

I Antecedentes del Derecho del Mar

Para poder entender este tema tan controversial es necesario entender primeramente de donde surge este llamado Derecho del Mar. Aunque es un tema bastante reciente comenzaremos por abordar sus inicios en el año de 1625 cuando Grocio publica su obra De jure helli ac pacis (El derecho de la guerra y la paz) en donde de una manera precisa aborda la importancia que el mar tiene en torno al Derecho Internacional y la libertad del mismo por igual para todas las naciones y como varios autores consideran, debido a esta gran obra, a Grocio como el padre de esta disciplina a pesar de grandes precursores como lo fueron Vitoria o Vázquez de Menchaca por mencionar a algunos.

Esta gran obra es el antecedente más importante debido a que abordó de una manera clara el derecho del comercio y la manera en cómo los mares formaban parte esencial como medios de conexión entre las naciones, pero no fue la primera vez que los ojos del hombre pusieron especial atención en el mar como una zona exclusiva de algún país. Como lo menciona la Dra. Norka López Zamarripa “la Bula de Alejandro VI, recogida en el Tratado de Tordesillas de 1494, que en principio tuvo la finalidad de repartir las responsabilidades misionera de ambas potencias, dio lugar a la interpretación y práctica de que ambos instrumentos prohibían el comercio a las demás potencias dentro del área de su respectiva jurisdicción, originando la teoría del mare clausum que garantizaba la hegemonía de España y Portugal.”[1] Podemos darnos cuenta de ésta manera cómo desde esas fechas comienza a existir el conflicto en cuestiones de navegación y cómo España siendo una potencia bastante influente comienza a crear disposiciones de este tipo para crear exclusividad en cuanto a zonas marítimas y la manera en cómo se restringía el paso por las mismas para las demás naciones en ese entonces sublevadas a la autoridad de España.

Con la obra creada por Grocio se da partida para poder regular la manera en cómo hasta esos momentos se disponía de los mares y la forma en cómo se podía o no transitar en ellos, poniendo como principal punto el derecho de comercio abordando una teoría bastante interesante en donde explicaba que el comercio era una “res communis omnium, no susceptible de apropiación. En consecuencia, el mar es común no sólo a efectos de exploración y libertad de navegación, sino igualmente con la finalidad de explotación, en los siglos XVI y XVII restringida a la pesca.”[2]

A raíz de esta teoría surgen nuevos conflictos derivados de los Estados caribeños que ante la propuesta de no susceptibilidad de apropiación de los mares y de la libre explotación y navegación buscan salvaguardar su seguridad ante posibles intervenciones de otros Estados y comienzan a plantear la idea de crear una línea que dividiera el mar interior del mal exterior o alta mar y en donde en el mar interior es Estado caribeño tuviese plena soberanía sobre él. Para poder determinar todas estas cuestiones se tomaron en cuenta, primordialmente, al Derecho Romano que establecía que “el mar, más que una res communis ómnium era una res nullius y, por ende, susceptible de apropiación mediante ocupación. Ahora bien, toda ocupación exige un animus occupandi y lo que es más importante, la efectividad de la ocupación; sin embargo, por su misma naturaleza el mar no es susceptible de ocupación efectiva: en todo caso lo serían, y transitoriamente, porciones del mar ocupadas por los navíos que lo transitan. La única forma de ocupación efectiva del mar había de ser efectuada desde tierra, en la medida en que es desde la tierra desde donde podía efectuarse una ocupación efectiva del mar que acompañara al animus occupandi”[3] De esta manera la Dra. Norka López Zamarripa nos explica la manera en cómo fueron tomado este tipo de medidas para poder establecer una división del mar en virtud de la protección de los Estados caribeños por posibles ataques de otros Estados.

A partir de estas controversias y marcos de donde partir para la división tan esperada por los Estados caribeños, durante los siglos XVIII y XIX el mar por fin es dividido en el alta mar, como ya se había mencionado, que se consideraba como de libre navegación y el mar territorial el cual estaría sometido a las competencias del Estado correspondiente. Pareciera que con este gran avance en cuestiones de limitaciones en el mar los problemas hasta ahora solucionados no avanzarían más, pero al momento de realizar esta división se crea un nuevo problema a resolver, la anchura del mar llamado territorial. Para esa época, debido a los pocos avances en cuestiones de armamento para la guerra, se estableció que el ancho del mar territorial se establecería por el alcance del lanzamiento de una bola de cañón disparada desde la costa, tomando como estándar las tres millas de la costa hacia la línea que definiría el mar territorial. Debido a los avances tecnológicos y en cuestión de balística, en años posteriores a esta solución dada y aceptada, resultó insuficiente contar con tres millas de anchura para el mar territorial por lo que en 1930 la Asamblea de la Sociedad de las Naciones convoca la Conferencia de Codificación de La Haya que tendría como objetivo principal el abordar el tema relativo al derecho del mar territorial, teniendo como resultado un rotundo fracaso incluso para su segunda reanudación de sesiones. En este momento hubo algunas Naciones que decidieron seguir con lo establecido en cuanto a la anchura del mar territorial que comprendía las tres millas mientras que por el lado de la oposición un grupo de Estados decidieron que esas tres millas eran insuficientes justificándose con fines de pesca pidiendo aumentar su ancho de mar territorial por las seis millas. Un nuevo problema se divisa, el problema inminente sobre la libre explotación de los recursos vivos del mar por los controles internos de los Estados caribeños.

II La importancia de la Comisión de Ginebra sobre el Derecho al Mar

 

En 1956 la Comisión de Derecho Internacional estableció un proyecto de artículos que fueron primordiales para el trabajo que se desarrolló en la I Conferencia de Ginebra sobre el Derecho del Mar la cuál fue convocada en 1958. Dentro de esta conferencia y tomando en cuenta el proyecto de artículos determinado por la Comisión de Derecho Internacional, los artículos fueron repartidos en cuatro comisiones las cuales tomaron a su vez la forma de convenios los cuales tenían características distintas cada uno dando un toque de variabilidad a la decisión que cada Estado llegase a tomar, escogiendo la que se acomodara más a sus necesidades pero sobre todo a sus intereses particulares, y dejando de lado, como opina la Dra. López Zamarripa, “al sistema de un cuerpo jurídico único que se convirtiera en práctica general de los Estados.”[4]

Dentro del marco de esta Conferencia se llegaron a acuerdos concretos en cuanto a la elaboración de conceptos nuevos como lo fueron la plataforma continental, la zona contigua y la pesca y la conservación de los recursos vivos del mar. Aunque no se logró contar con uno de los objetivos más importantes que se planteaba desde un comienzo esta Conferencia, no se llegó a ningún acuerdo que fuese aceptado por todos los Estados en cuanto a la extensión del mar territorial, a pesar de que en este momento ya se tenía claro cuál era su naturaleza jurídica y los derechos y deberes que cada Estado tenían sobre este territorio.

El hilo que se había quedado una vez más suelto se intentó resolver con la convocatoria a la II Conferencia de Ginebra sobre el Derecho del Mar en 1960 la cual propuso la extensión de seis millas para el mar territorial de cada Estado caribeño y aparte, de manera opcional podían contar con seis millas adicionales de derecho exclusivo de pesca, pero una vez más, no tendría ningún éxito debido a que no se contó con la aprobación suficiente por parte de los Estados miembro y como consecuencia los Estados caribeños optaron por tomar medidas unilaterales para su organización, destacando en este punto la notable adición e interés de los países que estaban mostrándose ante el mundo como naciones independientes por primera vez.

La Dra. López Zamarripa comenta que han existido dos factores importantes en torno a la evolución del mar y que han continuado presentes hasta nuestros días pero los cuales ya no son suficientes para explicar el gran avance en cuanto al ordenamiento jurídico internacional que ha desarrollado a lo largo del tiempo, estos dos elementos son el comercio y comunicación y la necesidad de seguridad y defesa. Estos elementos se han vuelto intrínsecos al momento de querer explicar un poco acerca del Derecho del Mar y para su adecuada comprensión se debe de dimensionar que debido a la evolución que se ha dado en este tema tan importante, de tener una concepción horizontal del mar hemos cambiado a una forma vertical que ha predominado, y  todo esto en pocas décadas.

Entenderemos por concepción horizontal como la importancia que se tiene sobre el mar como vía de comunicación y  la concepción vertical como la importancia del mar como fuente inestimable de riqueza. Actualmente una concepción vertical predomina sin dejar a lado la subsistencia de la concepción horizontal que aun existe. Así se puede observar la gran revolución que el Derecho del Mar ha sufrido desde sus inicios hasta hoy en día.

Con el propósito de sintetizar se convoca a la III Conferencia sobre Derecho del Mar, 17 de agosto de 1967 por medio de una nota verbal que fue realizada por el Embajador de Malta, Arvid Pardo, expresa la siguiente cuestión complementaria: “Declaración y tratado relativos a la utilización exclusiva con fines pacíficos de los fondos marinos y oceánicos mas alá de los limites de jurisdicción nacional actuales, y a la explotación de sus recursos en beneficio de la humanidad”[5]

Toda esta cuestión surge debido a los avances que la humanidad había tenido en tecnología, ampliando asi los horizontes y las posibilidades que se tenían para la explotación del mar. En tiempos anteriores cuando comenzaban a regularse este tipo de cuestiones jamás se había pensado que el ser humano pudiese llegar a explorar y explotar el mar de una manera tan compleja como lo es hoy en día pero comenzaremos a ver la gran problemática que de esto deriva al momento de que los Estados más desarrollados y por ende las potencias mundiales, no están de acuerdo con la regulación y codificación que se pretende dar al Derecho del Mar debido a la afectación directa que tendrán sus intereses particulares y el freno a sus derechos y obligaciones para con otras naciones en sus territorios marinos.

Gómez-Robledo plantea que la cuestión a la que se refirió Pardo no fue para nada novedosa ya que el entonces presidente de los Estados Unidos de Améria, Lyndon B. Johnson, en un discurso pronunciado el 13 de julio de 1966, proclamaba que se requería “que los mares y los océanos fuesen protegidos de toda forma de competencia y competitividad a fin de que su suelo y subsuelo se convirtieran y permanezcan como patrimonio de la humanidad en su conjunto”.[6] También Gomez-Robledo puntualiza que “cabe mencionar que anteriormente a la intervención celebre de Malta, la primera vez que oficialmente se suscitó ante Naciones Unidas el problema de someter lo fondos marinos a un régimen de control internacional fue en la primavera de 1966, a través del representante de los Estados Unidos en el seno de la cuadragésima sesión del Consejo Económico y Social, el cuál adoptó el 7 de marzo una propuesta conjunta de Estados Unidos, Ecuador y Paquistán, solicitando al Secretario General de la Organización examinase el conjunto del problema”[7] pero complementando esta idea, una propuesta de dicha índole debe de estar justo en la persona indicada y en el momento preciso para que pueda tomar relevancia tal que sea escuchada, analizada y favorecida.

La necesidad por parte de los Estados y del Derecho Internacional llevaron a que en la Tercera Conferencia se adoptara el texto de de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar teniendo como resultado una votación de ciento treinta Estados a favor, cuatro en contra (los cuales fueron Estados Unidos de América, Venezuela, Israel y Turquía) y 17 abstenciones (Bélgica, Bulgaria, Bielorrusia, Checoslovaquia, República Democrática Alemana, República Federal de Alemania, España, Hungría, Italia, Luxemburgo, Mongolia, Países Bajos, Polonia, Reino Unido, Tailandia, Ucrania y la Unión Soviética).

Es en este punto en donde comienzan a ser bastante notorias las inconformidades de los Estados por lo establecido en el mecanismo internacional previsto observando que “Estados Unidos vota en contra principalmente por no estar de acuerdo con varias disposiciones del mecanismo internacional previsto para la explotación de la Zona en la parte XI de la Convención; Israel, en virtud de que la Conferencia aceptó que los movimientos de liberación nacional previstos podían firmar el acta final; y Venezuela y Turquía por juzgar inaceptables las disposiciones de delimitación relativas a la plataforma continental y a la Zona Económica Exclusiva de Estados Vecinos.”[8]

La Convención con 439 artículos fue firmada el 10 de diciembre de 1982 en Montego Bay, Jamaica. Suscritos a ella ciento diecisiete Estados y dos entidades más: Namibia y las Islas Cook.

Pero los intereses de los países desarrollados mancharían la imagen de la Convención. Hasta 1994 es cuando el Derecho del Mar contará con una gran convención de codificación y desarrollo progresivo en la materia.

La parte de la Convención de Ginebra de 1958 que aún sigue vigente es la parte de la regulación de las relaciones entre con los Estados que no sean parte de la Convención de 1982.

III Punto clave para la efectividad de la Conferencia

 

Para que al término de esta ardua labor que se desarrolló en las Conferencias sobre el Derecho al Mar, es necesario precisar algunas premisas que de no estar determinadas y ser concretas aumentarían los conflictos y la mala organización de los Estados propiciaría irregularidades como ocurrió en el momento en que los acuerdos unilaterales de los Estados no funcionaron como se esperaba.

Gómez-Robledo habla de una premisa básica para que se pueda lograr el equilibrio entre los Estados y es rechazar la idea de un régimen jurídico de libertad de Alta Mar igualmente aplicable a la explotación de los fondos oceánicos.

Esta hipótesis era, evidentemente aceptada y favorecedora para los Estados industrializados que en aquellos tiempos eran los únicos que contando con la maquinaria necesaria para la explotación de los recursos naturales marinos podían realizar este tipo de prácticas, se nota a leguas los intereses de expansionismo y de explotación masiva por parte de estos Estados, valiéndose de todo lo que estuviese a su alcance para lograr sus objetivos.

Debido a que la mayoría de los Estados estaban en desacuerdo en dicha práctica, lucharon para rechazar dicha tesis llegando a la conclusión de que con la misma se caía en una laguna o vació jurídico.

Los orígenes de la regla de libertad de la Alta Mar, como podemos apreciar, era meramente consuetudinario y no se pudo sustentar la tesis debido a la falta de elementos que lo justificaran como un derecho consuetudinario.

 

IV Recursos marinos

 

Los nódulos polimetálicos son los contenedores de la mayor riqueza mineral localizados en los fondos marinos. Éstos fueron descubiertos hace poco más de un siglo pero debido al rezago tecnológico de la época aún no se tenían posibilidades para su explotación, hasta apenas hace 20 años la evolución de la industria y la tecnología permitieron considerar la posibilidad de explotación de estos recursos con fines industriales.

Los nódulos de polimetálicos también reciben el nombre de nódulos de manganeso que cuentan con características especiales que determinan su forma, color y talla como lo son, en su forma casi esférica, en su color negro o castaño oscuro y poroso y en su talla variable al igual que su peso.

Aún en nuestros días a pesar de los avances que la ciencia ha tenido para poder explicar fenómenos de la naturaleza, se sigue especulando acerca del origen de estos nódulos creando enormes controversias.

Estos yacimientos de nódulos se encuentran a profundidades de entre cuatro mil y seis mil metros de profundidad, dificultando su extracción y volviéndolo una tarea bastante difícil que solo los Estados que cuenten con un capital bastante elevado para la inversión desde el momento de la exploración hasta la explotación, que en promedio haciende a los doscientos cincuenta millones de dólares, y que cuente también con la tecnología avanzada para lograrlo podrá ser quien, de una manera exitosa, pueda lograrlo. Apreciando nuevamente, los intereses de los, hasta ahora, tres potencias que se ven completamente beneficiadas por dichas ventajas en cuestión de industrialización y que corresponden a sistemas del mundo capitalista, como seria de imaginar nos estamos refiriendo a Estados Unidos de América, Europa y Japón.

Para garantizar que la explotación de estos recursos fuesen regulados de una manera precisa pero sobre todo equitativa entre los Estados desarrollados y los que estaban en vías de desarrollo, se crea una organización internacional universal llamada Autoridad Internacional de los Fondos Marinos con sede en  Jamaica.

El rol que la Autoridad Internacional iba a jugar con los países desarrollados iba a ser de manera meramente contractual, encargándose únicamente de la expedición de licencias o permisos para la explotación de los recursos marinos. En cambio, el rol que jugaría con los países en vías de desarrollo sería la de crear un establecimiento público internacional denominado “La Empresa” el cuál pasaría a ser un órgano de la Autoridad encargado de conducir de una manera directa las actividades de explotación de los recursos de los fondos marinos. De esta manera se pretendía un paralelismo entre los países para la explotación de los recursos ya mencionados.

V El caso del Ixtoc I

 

El 1 de octubre de 1978 se inició la perforación del pozo Ixtoc I en el suroeste del Golfo de México, en la Sonda de Campeche a 94 kilómetros al noroeste de Ciudad del Carmen, Campeche.

Durante el periodo que comprendió los primeros ocho meses desde el inicio de la perforación, no hubo insidentes graves, pero el 3 de junio de 1979, al perforar a 3627 metros de profundidad se produjo el accidente que traería consigo una enorme polémica por la menara en cómo será el largo proceso para una solución.

En el accidente se derramó con un flujo de aceite y gas a presión aproximadamente 300,000 toneladas de petróleo.

“PEMEX estima que fluyeron 3.100,000 barriles de petróleo de los cuales, descontados los hidrocarburos quemados, lo evaporado y lo recolectado de la superficie, quedó a la deriva un volumen total de 1.023,000 barriles de petróleo”.[9]

Este desastre ocurrido dentro de nuetro territorio marino, fue el peor hasta entonces sobrepasando casos como el accidente de la plataforma “A” de Santa Bárbara en California, E.U.A. en 1969, la catástrofe del buque-tanque Amoco Cadiz en Portsall, Francia el 16 de marzo de 1978, por mencionar algunos ejemplos.

En este accidente lamentable se encontraban cuatro sociedades lo cual conlleva a una situación jurídica bastante difícil para nuestro país. Las cuatro asociaciones implicadas fueron: PEMEX, organismo público descentralizado del gobierno mexicano; Perforaciones Marinas del Golfo, S.A. (PERMARGO), sociedad mexicana contratada por PEMEX para llevar a cabo operaciones de explotación de pozos encontrados en la zona marítima de la plataforma continental de México; SEDCO,Inc., sociedad norteamericana con sede en Texas, contratada por PERMARGO con objeto de obtener el equipo necesario para la plataforma semisumergible capaz de realizar perforaciones hasta profundidades marítimas de más de trescientos pies; y por último la sociedad Southeastern Drilling, Inc. (SDI) igualmente de nacionalidad norteamericana, contratada por PERMARGO a fin de suministrar el personal necesario para operar la plataforma SEDCO 135.[10]

A inicios de agosto de 1979, autoridades estadounidenses comenzaron a reprochar el daño que estaba causando el accidente del pozo Ixtoc dentro de su zona de pesca y las aguas suprayacentes a su plataforma continental, encontrándose alrededor de 140 millas de costa texana con residuos de hidrocarburos creando un grave daño al ecosistema y al medio ambiente.

En el mismo mes el senador demócrata por el Estado de Texas, Lloyd Bentsen, propuso mandar una nota diplomática al gobierno mexicano con el fin de comunicarle lo que estaba aconteciendo en dichas costas de Texas para dialogar y acordar el posible resarcimiento de los daños, pero este plan se vendría abajo ya que el 23 de agosto el embajador norteamericano Robert Krueger haría público el contenido de dicha nota, actuando de un manera imprudente y anti diplomática, dejando sin oportunidad si quiera para el gobierno mexicano de poder dar una respuesta oficial a dicho documento.

Debido a este imprudente hecho, la relación de México y Estados Unidos de América sufriría una enorme tención para poder dar solución a este desastre y ambos gobiernos mostraron una postura rígida y de difícil negociación.

Estados Unidos de América argumentaba daños a la industria del turismo, al equilibrio ecológico y a la industria pesquera, estimando una cantidad de más de 580 millones de dólares para el resarcimiento del daño y para hacer valer todas sus demandas, el gobierno de este país se quiso valer de la Foreig Sovereign Inmunities Act de 1976 la cual podemos considerar en términos generales que codifica el derecho norteamericano relativo a la inmunidad soberana.

“Esta ley de 1976 que puede ser  utilizada por el gobierno de Estados Unidos, o bien por sus nacionales, enuncia aquellos casos en los cuales un país puede ser demandado ante los tribunales norteamericanos. El concepto según el cual ningún Estado puede interferir en el ejercicio de los derechos soberanos de otro Estado, permaneció durante largo tiempo como una premisa básica en la política exterior de los Estados Unidos. Previamente a esta Ley de 1976 la inmunidad de un Estado soberano ante un tribunal norteamericano era determinada a través del Departamento de Estado, quien, era lógico pretender, basaba sus decisiones en consideraciones de tipo político y no jurídico”.[11]

De acuerdo a esta postura que Gómez-Robledo establece podremos estar de acuerdo en que Estados Unidos de América buscaba una gran ventaja ante un país mucho menos desarrollado como lo es México para sacar el mayor provecho de la situación dejando de lado o término secundario la protección del medio ambiente y el verdadero resarcimiento del daño en las zonas afectadas en las demarcaciones de su territorio.

Para que México pudiese ser culpado por dichos actos cometidos derivados del accidente, era necesario que de acuerdo a las situaciones establecidas en las secciones 1610 y 1611 de la Foreign Sovereign Inmunities Act, se encuadrara a las excepciones específicas en las cuales una entidad soberana se verá desprovista del otorgamiento de inmunidad de ejecución.

De esta manera la naturaleza de la actividad que realice el Estado extranjero será determinante para poder resolver este caso.

Estados Unidos argumentaba que la perforación del pozo Ixtoc debía de ser considerada como una actividad comercial, entendiéndose como aquella conducta o comportamiento comercial llevado a cabo en forma regular, o bien ya sea simplemente un acto o transacción comercial en particulares. “El problema de la inmunidad de un Estado extranjero no puede ser planteado frente a los tribunales del Estado del foro bajo condición de que sus tribunales sean competentes para juzgar del caso concreto”.[12]

La realidad era diferente pero no por eso se le restaría importancia a las consecuencias que trajo consigo el accidente, PEMEX sostuvo que la excavación y la explotación del pozo Ixtoc I no podrían ser catalogadas como actividad comercial ya que México ejerce un control soberano sobre sus recursos hidrocarburos, y que la planificación y supervisión de la forma en que son llevadas a cabo las actividades exploratorias relacionadas con dichos recursos, son actividades que por su propia naturaleza deben ser consideradas como constituyendo actos soberanos de carácter público.[13]

El fallo que dictó el juez de distrito de Texas, Robert O’Connor, Jr. dio la razón al recurso interpuesto por PEMEX. Sin embargo PERMARGO y SEDCO no corrieron con la misma suerte y las demandas interpuestas hacia ellos siguieron su curso para deslindar responsabilidades.

VI Conclusiones

 

Podemos de esta manera concluir que aún falta mucho camino por recorrer en torno al Derecho del Mar, aunque es un tema que se está regulando de una manera reciente no podemos dejar de quitar la atención a un tema tan importante en todos los aspectos que inmiscuye a los Estados caribeños y a sus gobiernos. Si bien se han logrado enormes avances en cuestiones de la materia, pareciera que conforme el tiempo pasa y la humanidad evoluciona, los actuales criterios para regular la materia son cada vez más insuficientes y lo podemos ver reflejado en el caso del pozo de Ixtoc, en donde la manera en cómo se plantearon los hechos Estados Unidos quiso sacar ventaja de disposiciones que en aplicación fueron irrelevantes para el fallo que se buscaba a su favor en relación a la responsabilidad de PEMEX.

Es inevitable dejar a un lado los intereses de un Estado tan poderoso que sólo pretende el sometimiento y la dependencia de Estados inferiores a él, sobre todo en cuestiones económicas. Mientras nos sigamos desarrollando en un sistema capitalista pareciera que el círculo vicioso de la corrupción y la sed por el poder sigue sin encontrar un cauce para la ruptura del mismo.

Deplorable es ver como los intereses y acciones de los poderosos afectan cada vez más y en mayor medida al medio ambiente, a los ecosistemas, a la vida marina, y también, a la vida humana, limitando los recursos para las generaciones venideras dejando a un lado el tan comentado hoy en día desarrollo sustentable que es casi imposible de alcanzar si la ideología del mundo entero no cambia de manera radical y pronta.

[1] López Zamarripa, Norka. Nuevo Derecho Internacional Público. México. Porrúa. 2008. pp. 452-453.

[2] Ibídem. p. 453

[3] Ibídem. p. 453

[4] Ibídem. p. 454

[5] Gómez-Robledo Verduzco, Alonso. Temas selectos de Derecho Internacional. 2a. ed. México. UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas. 1994. p. 180.

[6] Ibídem p. 181.

[7] Ibídem.

[8] Ibídem. p. 183.

[9] Ibídem. p. 203.

[10] Ibídem. pp. 204-205

[11] Ibídem. p. 207.

[12] Ibídem. p. 210.

[13] Ibídem. p. 212.

Economía Colaborativa: Promesas del Capitalismo por Miguel Ángel Caloca Heredia.

                         Economía Colaborativa: Promesas del Capitalismo      por Miguel Ángel Caloca Heredia.

La tendencia particular de las nuevas normas económicas que rigen el sistema contemporáneo son claras; tal cual lo plantea Bauman en su libro “Vida de Consumo”[1], la urgencia priva por encima de todo. El régimen consumista -establecido a rajatabla- fuerza a los actores y agentes económicos hacia la realización constante de actualización: Crecer o morir, ésa es la sentencia.

Nos encontramos en presencia de una “economía darwiniana”; donde, aquel que no logre adaptarse al mercado será, o bien abandonado, o bien absorbido por su competencia: La sentencia es la muerte ineludible. En un ambiente corporativo hostil, la moralidad ha pasado a ser un tema de segunda relevancia en la mayor parte de las compañías. Los principios económicos también guardan una aplicación fáctica en el acontecer diario de nuestras vidas. Es así que, ante el claro descontento social respecto de las malas prácticas corporativas, se amplió la aplicación del Mercado y; ante la innovación tecnológica, surgió un mecanismo ad hoc, una Promesa, para los efectos de materializar las displicencias de este sector en particular. En este tenor -y contexto- podemos afirmar que se da el surgimiento de una nueva vertiente: La Economía Colaborativa.

Un Concepto Comunitario: Unión en lo Cotidiano.

El concepto de “colaborativo” pretende dejar en claro -al menos conceptualmente-, que el telos (finalidad) a que atiende su nominativo implica una ausencia de jerarquías. Se trata de una relación coordinada, distinta de la de supra subordinación; una economía de “tú a tú, cara a cara”, con un corte “Menos ejecutivo”. Al decir de sus defensores, se trató -en sus inicios- de un movimiento de reclama, una protesta materializada hacia el agresivo capitalismo vigente hasta nuestros días.

La Economía Colaborativa tiene -al menos, en su concepto- por actores económicos a los miembros de la comunidad; a aquellos que pueden haberse visto rezagados o bien afectados, reducidos a una mera estadística de daño colateral[2] en  la nómina del corporativo que no pudo costear capital humano para continuar su crecimiento. Aquí tocamos el tema de las disrupción -inicial- entre uno y otro; la Economía Colaborativa, en principio, pretendía “hacer bien las cosas”, a diferencia de su contraparte. El fundamento esencial de la Economía Colaborativa se traduce en su carácter “colaborativo”; dígase de comunitario. Es “el apoyo bienintencionado del ciudadano común a otro ciudadano -generalmente del mismo contexto- en la realización de una actividad que comparten, sin compartir un fin de lucro para ello”.

Se trata de un contra-mecanismo, ante la tendencia globalizadora, en que los miembros de la comunidad se coordinan para los efectos de suplir la deficiencia del mercado en que cayeron. Lo anterior en virtud de que, quizá no les resulta posible costear los gastos que reclama la plusvalía de la empresa; o simplemente prefieren mantener el flujo de capital al interior del municipio, entidad o país en que radican (en tratándose de empresas transnacionales y sus filiales libres de impuestos); puede ser también que prefieran guardarse un ahorro de las cantidades que erogan en favor de la empresa, etc. Las razones son tan variadas como los enfoques que le puedan dar los miembros de la comunidad que se trate, aplicando diversas tendencias, pensamientos y conceptos en su carácter de regionalismos, dogmas de carácter nacional (cada vez menores, a decir del Mito[3]) o ideologías que identifican a un grupo social específico -tribu social/urbana-.

Sin embargo, el concepto que prima al respecto es el de personalización: Nos encontramos con relaciones entre iguales, es ése el Discurso. No se trata de la típica relación de servicios y negocios subordinados; la innovación en el carácter colaborativo (y su principal atractivo) radica en el discurso de ideales que plantea.

Alcances y Consecuencias del mundo globalizado: Abriendo terreno a la Economía Colaborativa.

La reconvención hacia las relaciones humanas es el pilar ontológico de la economía colaborativa, aprovechando el sentimiento de nostalgia hacia los vínculos degradados, que diariamente se erosionan, absorbidos en los términos líquidos del haber contemporáneo[4]. Las relaciones humanas se han visto sistemáticamente desplazadas a través del uso de las Tics (Tecnologías Inteligentes de la Comunicación), que se encuentran en un boom ante el auge de la doctrina globalizadora. Consecuencia directa, la calidad de las relaciones ha decaído por diversas razones -ninguna justificada-, entre las que encontramos las siguientes:

  1. Menores períodos de atención.

Ante lo portátil del aparato electrónico, es común observar comunidades enteras absortas en los mismos –y en sí mismos-, aun teniendo al alcance a personas físicamente presentes. El carácter de virtual ha afectado las relaciones, volviéndolas más dispensables. Se requiere dar un menor cuidado a las relaciones; el fácil acceso e ilimitado alcance hacia nuestros seres queridos ha permitido que se pueda postergar de manera indeterminada el momento de dar mantenimiento a esas relaciones. La atención se ha visto reducida, ante una concepción temporal de corte puntillista -en contraposición a un flujo de río temporal (causa/consecuencia futura)-, fomentada para los efectos del hábito e consumo reiterado.

Se vive la doctrina del Carpe Diem en su sentido “disfruta el día, el mañana vendrá luego”, tergiversación filosófica del aforismo, encaminada a generar una demanda de consumo sin precedentes –ni consciencia-: El ciclo producción/consumo se debe satisfacer –solo para comenzar de nuevo- a la brevedad posible. La Economía Colaborativa propone una coyuntura en este sentido, al preferir la relación y empatía, la atención en el otro de manera igualitaria. Un sentido hospitalario y de interés genuino forma parte de las características ideales en esta vertiente de la Economía.

  1. Impersonalidad del Usuario en Conexiones.

Ante el anonimato tácito de las personas con que podemos conectar virtualmente, nos encontramos ante una creciente falta de consideración. En la doctrina que se conoce generalmente como el sesgo de la víctima identificable, se explica que psicológicamente la identificación de las víctimas se traduce en un mayor sentido empático y de responsabilidad respecto de temas que, de otra manera, se preferirían mantener en una omisión sistemática. Obviamos aquello que nos incomoda; las verdades que son pleno conocidas, pero -nos hemos vendido a la idea de- que no se pueden cambiar; o bien, que nuestra acción al respecto sería irrelevante ante el enorme tamaño de la afectación referida.

Llevándonos, en un sentido lógico, -en una especie de asimilación análoga- bastante similar a la conocida Tragedia de los (Recursos) Comunes[5] -expuesta por Garret Hardin[6]-, cuya conclusión nos lleva a la certidumbre de que (bajo condiciones puramente lógicas y de competencia) los actores económicos preferirán en todo momento la satisfacción de su interés, ante un “escueto” daño que pueda sufrir la colectividad: Un rendimiento de 10 al individuo representa un daño de 10 a la comunidad (integrada por 10 individuos); el daño, una vez que se divida entre los individuos, será de 1 para cada individuo. Y el rendimiento de 10 se mantendrá en la persona que lo originó.

La abstracción del carácter personal de los usuarios en redes (su mera degradación a objeto de consumo), forma parte de la justificación -generalmente aceptada- que se puede hacer a las omisiones reiteradas en el interés de que converjan las partes para su mutuo conocimiento. Es fácil ridiculizar y generar un -también efímero- sentido de popularidad (abordado a continuación) al respecto. Al igual que en el Mercado, dentro de las relaciones personales también ejercen principios de la economía y otras ciencias sociales (nada ilógico, pues a fin de cuentas, se trata de un aspecto inalienable y vertido en las regulaciones de la convivencia humana); al punto conviene referir la exposición de personajes, ideas y culturas al ridículo.

La libertad de expresión llevada a sus últimas consecuencias; no existen responsabilidades por parte de quienes gestionan el mecanismo de publicación respecto del usuario que publica (Facebook no se hace responsable de lo que publiques y los daños que de ello deriven), lo cual vuelve idónea la omisión en las regulaciones que -de otra manera- mucho importaría a estas empresas llevar a cabo. El negocio de la información y el uso estadístico de datos mediante algoritmos y publicidad estratégica es el verdadero mercado de estas industrias.

Los seres humanos, estando detrás del ordenador, adquieren un carácter estadístico y de meros incentivos (probabilidad de compra), no es necesario guardarles mayor consideración. Una óptica que prima, desde el ámbito empresarial hasta las relaciones personales. Después de todo, ¿por qué habría de señalar expresamente lo que mediante omisiones estoy haciendo constar de forma implícita?; ¿por qué debería de guardar una consideración para alguien que ni siquiera conozco o me conste su existencia (tocando el papel de la -presunción de- confianza en la creación de relaciones -y no vínculos- humanos) La respuesta es, en efecto, más sencilla de lo que parece: Reciprocidad (en cuanto conlleva un interés) y Educación. Así, la Economía Colaborativa pretende dar consciencia del individuo.

  1. El Ego reconocido e incentivado.

La súbita explosión de la doctrina ególatra merece ser observada desde la óptica del consumo; se traduce en un sinsentido incongruente. Por un lado se exacerba la sublevación de la creencia individual respecto de las “instituciones ideológicas” generales, generando una batalla campal -sin refugio ni piedad- entre los pares. En un sentido de presunta “superioridad” que permite al falto de pruebas la pretensión –legítima– imponer su doctrina sobre la de los ajenos.

Y sin embargo, conviene traer a mención el siguiente fragmento en la obra de Russell[7]: “La indiferencia ante la opinión pública (…), se considera un desafío, y el público hará todo lo que pueda por castigar al hombre que se atreve a burlarse de su autoridad”; al respecto es evidente la mención implícita del Ego en colectividad. El acto de desafío afecta una imagen (las más de  las veces, auto-inducida y carente de fundamentos) y por lo mismo debe ser castigado; y aún así, anteriormente observamos la constante lucha del interés individual hacia su primacía.

¿De qué manera puede explicarse tan curiosa incongruencia? Pues bien, no es necesario romper la cabeza decantando en ello, la respuesta es incómoda, pero necesariamente debe confrontarse para su debida solución: Nos encontramos en una sociedad de hipócritas: Nunca antes fue tan fácil ensalzarse y envanecerse. Se puede alardear ante miles, millones de personas acerca de nuestros logros, convencerlos de volverse en admiradores de nuestra realidad ficticia. El alcance de la tecnología en la red social da a todos la oportunidad de ser una estrella de rock o un líder mundial. Se intuye una relación causal que no existe, confundiendo los síntomas del éxito con el éxito por sí.

El concepto de la “colaboración” pretende subsanar las deficiencias del ególatra, la convivencia del género humano se traduce en un aprendizaje empático, dando noticia de la humildad anteriormente olvidada.

Empoderamiento y maquillaje.

La Economía Colaborativa implica grandes atractivos ideológicos, pero existen otras motivaciones a que debe –en gran medida- su vasto crecimiento (es un mercado emergente en el sector de inversionistas con capital riesgo). El Capital se ve atraído hacia el bien común gestionado de manera exitosa, es entonces, cuando la naturaleza “comunitaria” del mismo, pasa a entredicho.

Un discurso que fomenta la ética y la colaboración pero -sobretodo- se convierte en la insignia de una empresa social de consciencia y moral ante la falta de escrúpulos del capitalismo. Un mensaje fuerte y con bases conceptuales, mismas que hemos abordado a lo largo del presente escrito. Sin embargo, existe una mezcla de “interés comunitario” y “egoísmo corporativo”; las empresas de la Economía Colaborativa se financian a través del capital riesgo. Aun así, hay que tener una seria falta de escrúpulos para pretender que sean las mismas personas de la comunidad (desplazadas hacia este nuevo Mercado), las que deban hurgar en sus bolsillos para financiar empresas creadas por compañías con fondos multimillonarios: Empresas que eluden el pago de impuestos, que no “colaboran” con las autoridades –en ninguno de sus niveles- cuando las cosas salen mal. Pero no tienen problemas al exigir sus derechos de competencia y mercado como si lo hicieran.

Existe una distorsión pragmática en la gestión de las empresas que enarbolan la bandera de la Economía Colaborativa: fantasía consumada de los tecnócratas. La aceleración tecnológica permite el auge y rápido crecimiento de este sector. Así como los atractivos y facilidades fiscales que ofrecen; al gestarse –por regla general- como plataformas de conectividad y no de servicio. Es decir, no guardan una relación laboral hacia sus usuarios, su función responde a “facilitar” la naturaleza de un enlace entre partes interesadas. No responden directamente (ni de manera derivada) de las afectaciones que generan, del método unilateral que sigue la toma de sus decisiones, de la matrícula laboral y los usos que de sus registros de información realizan.

A decir de Tom Slee[8], “Las compañías de éxito en la Economía Colaborativa eluden el gasto de garantizar la seguridad. Afirman públicamente su compromiso al respecto y hacen algún gesto en ese sentido, pero también hacen todo lo posible por evitar las normativas (…) y se aseguran de no tener ninguna responsabilidad si las cosas se tuercen”. Bajo la proclama de silogismos estratégicos, adecuados de manera específica, y diseñados específicamente hacia un perfil psicológico para el usuario de Internet; se bombardea al mercado laboral inactivo; apelando a un bono demográfico en principio inutilizado. Sus campañas de contratación/incorporación pretenden contar con los proveedores necesarios a efectos de satisfacer la creciente demanda. La estrategia es sencilla: Primero se otorgan incentivos de alta participación a los miembros participantes para –posteriormente- dejarlos sin efectos de manera gradual, una vez ensartado el gancho, suele ser difícil que se presente un cambio en el usuario “contratado”.

Conocidas proclamas que van desde el “esquema de microempresario” hasta el “trabaja cuando lo decidas” y pasando por el clásico “se tu propio jefe”; frases sin sustancia, dedicadas a maquillar los efectos de un trabajo precario, inseguro y de bajos rendimientos.

Derribando Castillos: Un aire de verdad.

UBER, AirBnB, Lyft, Lending Club… Todas ellas son el sector más representativo de la Economía Colaborativa contemporánea; todas ellas han tenido disputas legales por malas prácticas… Al efecto de mantener la imparcialidad del lector es que ahora, en la recta final, se hace mención de quienes pretenden llevar a cabo –sin mucho éxito, desde mi opinión- las prácticas y valores que anteriormente se expusieron en el desarrollo del presente escrito.

Es digno de admirar –y de temer-, respecto de la doctrina consumista, su rapidez al momento de tergiversar los ideales; de transformar la esencia de los movimientos sociales, económicos, políticos… Al final del día, ¡todo se convierte en Objeto de Consumo! Siempre en busca de un rendimiento. La transición que ha seguido este modelo en la economía ha demostrado en una y otra ocasión la validación del refrán popular que afirma que “el infierno está lleno de buenas intenciones”. En función al éxito que obtiene la economía colaborativa de la gestión de recursos comunes podemos observar que, mientras el éxito de los mismos se mantenga (sin importar las malas prácticas que requiera para ello), el capital mantendrá su carácter de incentivo.

La gestión de la Economía Colaborativa parece haber ido más allá de los fundamentos que le dieron origen, adoptando el dogma de la antiselección –también selección adversa-; referido a “la posibilidad de que el agente disponga de información privilegiada al momento de celebrar un contrato”[9], existiendo sospecha acerca de las consecuencias que conlleva la instauración de tales modelos. Afectando así la confianza, pilar fundamental en el desarrollo de la Economía Colaborativa.

La tarifa dinámica, los alojamientos ilegalmente autorizados, la discriminación en el otorgamiento de préstamos; todas ellas, malas prácticas conocidas, carentes de moral. Si bien en alguna ocasión se expresó que “la economía no entiende de sentimentalismos”, no podemos ir por la misma zona gris en que las empresas de la Economía Colaborativa operan cínicamente para los efectos de eludir sus responsabilidades laborales, fiscales, en salubridad y de seguridad –entre tantas otras- ; la Economía como ciencia social debe responder al sentir de la moral generalizada. Las malas prácticas referidas tiene la misma percepción demonizada tanto en países de derecha como los centralistas (U.S.A., México, Reino Unido, etc.); el aumento de la zona gris, ante la explotación de mercado se traduce en una problemática a asuntos que antes eran benignos. Las afectaciones del micro se reflejan en lo macro; llamando urgentemente a la legislación para darle regulación; mostrando el fallo reiterado en la doctrina clásica capitalista del laissez faire.

Una vez más, el Capitalismo, en su forma más puramente darwiniana nos juega una mala pasada. Mediante la distorsión de principios, creados –por y hacia el colectivo- y fomentados en su carácter de común, que se vieron “ligeramente” transformados hacia una apariencia de fondo “más ejecutivo”, algo meramente “de trámite”. “Un pequeño ajuste por aquí” y “otro de tamaño mediano por allá”… Así es como la iniciativa de una colaboración comunitaria se ha demeritado en lo que hoy día pregonan las empresas referidas. Producto acabado del orgullo y codicia sin mesura de los inversores y la estrechez de miras que el sector tecnológico manifiesta; una lucha pendiente en su resolución desde 1990 que continúa generando victimarios: La Economía Colaborativa.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA.

Bauman, Zygmunt. Amor Líquido: Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. 1ª ed., Fondo de Cultura Económica. México, 2005. 203 pp.

Bauman, Zugmunt. Daños colaterales: Desigualdades en la era global. 1ª ed., Fondo de Cultura Económica. México, 2011. 233 pp.

Bauman, Zygmunt. Vida de Consumo. 1ª ed., Fondo de Cultura Económica. México, 2007. 205 pp.

Campbell, Joseph. El Poder del Mito. 3ª ed., Ed. Capitán Swing. México, 2016. 304 pp.

Hardin, Garret. The Tragedy of Commons. Science. V. 162. Reino Unido, 1968. Pp. 1243-1248.

Russell, Bertrand. La Conquista de la Felicidad. 2ª ed., DeBols!llo. México, 2016. 207 pp.

Slee, Tom. Lo Tuyo es Mío. 1ª ed., Taurus. México, 2017. 270 pp.

Tirole, Jean. La Economía del Bien Común. 1ª ed., Taurus. México. 2017. 577 pp.

[1] BAUMAN, Zygmunt, Vida de Consumo. México, FCE, 2007. 205 pp.

[2] BAUMAN, Zygmunt.Daños Colaterales:Desigualdades sociales en la era global.México,FCE, 2011. Pp. 13-15.

[3] CAMPBELL, Joseph. El Poder del Mito. México, Capitán Swing, 2016.Pp. 27-31.

[4] BAUMAN, Z. Amor Líquido: Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. México, FCE, 2005. Pág. 14.

[5] Conviene resaltar al respecto que la Economía Colaborativa hace uso de los bienes comunes de carácter cultural, altamente atractivos, ante su inagotable consumo.

[6] “The Tragedy of Commons» en Science, v. 162 (1968), pp. 1243-1248. Traducción de Horacio Bonfil Sánchez. Gaceta Ecológica, núm. 37, Instituto Nacional de Ecología, México, 1995.

[7] RUSSELL, B. La Conquista de la Felicidad. México, DeBols!llo, 2016. Pág. 75.

[8] SLEE, T. Lo Tuyo es Mío. México, Taurus, 2017. Pág. 213.

[9] TIROLE, J. La Economía del Bien Común. México, Taurus, 2017. Pp. 130-132.

Éxito en la Liquidez: Una concepción de Consumo, por Caloca Heredia Miguel Ángel.

Éxito en la Liquidez: Una concepción de Consumo, por Caloca Heredia Miguel Ángel.

Desde las percepciones que llevan nuestro día a día, existen algunas que han dejado ya de guardar un carácter subjetivo; ante el impulso transcultural de un mundo que se esfuerza por resistir los embates de la globalización, encontramos concepciones cada vez más generalizadas, globales. Nuevos apotegmas de una sociedad dedicada al consumo, la subsistencia de éste último se enmarca en la implementación de nuevos ideales hacia el común colectivo.

No es de extrañar el auge de disciplinas anteriormente rezagadas: Mercadotecnia, Comunicación, etc. Incluso podemos contemplar de primera mano, un nuevo nicho de mercado que, ante la necesidad de una buena percepción global, ha dado en la creación del campo conocido como Imagología.

Un concepto asoma siempre en las grandes historias, desde los jóvenes CEO´s de modernas compañías hasta los brokers en manejo de inversiones; nos encontramos ante un nuevo panorama. Un profundo cambio en la concepción de nuestra forma de vida consumista amenaza con graves consecuencias, cuyas repercusiones más graves aún no hemos alcanzado, si acaso comenzamos a atisbar hacia el horizonte –cada vez más cercano- lo que nos espera.

El calentamiento global, la recesión económica y los incontables escándalos de corrupción, todos ligados íntimamente; la avaricia humana ya está tocando fondo. Pero, ¿qué es lo que impulsa esta avaricia? Esta carencia de ética o del más mínimo recato, una nueva concepción panorámica: El éxito viene con la liquidez.

Cuando William Davies afirmó que “el legado de los años sesenta es que más siempre es preferible a menos. Crecer es progresar[1], ya nos advertía al respecto: No importa lo que la persona quiera, desee o decida creer, ésta es una máxima contemporánea: Lo mejor es hacerse de la mayor cantidad posible, de lo que sea… Dinero, viajes, joyas, ropa, ningún ámbito comercializable escapa a esta máxima. La calidad queda rezagada ante la cantidad. Una concepción meramente utilitarista ayuda a engrosar los índices en desigualdad.

¿Cómo culpar a una cultura que así aplica un sistema que puede condenar en privado, pero nunca ante la vista de los demás? La cultura fachada nos tiene en condena. Vivimos un estado de “indefensión aprendida”, las personas solo buscan ajustarse a las normas sociales.

“Dime cuanto ganas y te diré con quién te juntas”

Los valores sociales imperantes han reflejado un claro cambio en su desarrollo y fundamentación, así lo corrobora Naomi Klein a través de una recopilación estadística realizada a las juventudes; reflejando que hacia 1966 de los universitarios estadounidenses en primer curso, solamente un 44% de ellos declaraba que ganar mucho dinero era una meta esencial, hacia 2013, tal cifra se había disparado hasta el 82%[2]

Resulta lógico cuando se observa el nivel de consumo que son capaces de manejar (que no pagar) los jóvenes, siguiendo la doctrina de lo ligero. Algo típico de las nuevas generaciones es ésta lógica de vida –promovida en forma agresiva con publicidad, propaganda y comercialización-, sus consecuencias son palpables: Las generaciones jóvenes no son conocidas por tener un hábito de ahorro[3]; es decir, no pueden pensar a futuro.

Carpe Diem… “Vive el momento”; esta es la ideología que prevalece en la juventud. Las consecuencias no son tangibles ni inmediatas, ¿para qué preocuparse entonces? Los jóvenes no ahorran, se dedican a consumir. Viajes, bebidas, electrónicos y ropa, estos cuatro componen por antonomasia el desglosado de compras de un “típico” adolescente, lo alarmante de ello es que tres de cuatro responden al carácter de gastos fungibles (de un solo uso). Solo la ropa se salva de tal categorización, aunque resulta diversa ésta apreciación cuando sabemos que en muchas ocasiones, se compra la ropa solo por ser de temporada.

El impulso social de consumo se traduce en una necesidad del individuo a responder para con la sociedad en estas cuestiones; se espera que una persona “solvente” sea capaz de salir en vacaciones una vez al año cuando menos, el rezago social para quienes no pueden darse tales “lujos” se traducen en confinamiento y separación de su mismo estrato, rechazo.

Es así que, en muchas ocasiones, se gasta solo por gastar, para mostrar que se puede responder a esta expectativa autogenerada. Ante la ausencia de gastos planificados, el ahorro se subyuga al impulso. ¿No es típico observar que las personas corren presa de las ofertas y rebajas? La ironía de ello radica en que, las personas piensan que están ahorrando, y sin embargo, se  podría decir que solo están “gastando barato”.

Nos encontramos ante un “capitalismo de seducción”[4] que desmantela los impulsos de pensamiento, cada vez existe un menor índice de “tiempo cerebral” disponible en contenidos, que son eventual y progresivamente reemplazados en el mercado por programas que fomentan la estupidez. Los productos basura guardan una relación comercial de primera mano, mientras que el trabajo de calidad debe hacerse su propio nombre a lastres y trompicones.

Bauman, al respecto nos dice que “… el síndrome consumista ha degradado la duración y jerarquizado la transitoriedad, elevado lo novedoso por encima de lo perdurable”[5]; lo efímero es lo de hoy. Así, las amistades, las relaciones y los afectos, se caracterizan cada vez más en una generación carente de compromiso. Los grupos sociales se integran por afinidades consumistas, lugares en común, códigos de vestimenta similares. Aquí encontramos un mecanismo de autoridad en el consumismo, los accesorios cuentan, a cada centavo.

Ricardo Raphael lo hace tangible, al escribir que “no sólo se trata de la capacidad de pago… sino del lugar que (se) ocupa en la sociedad”[6]. Las tarjetas de crédito diferenciadas, la cantidad de dinero que se permite gastar, todo influye al momento  de concertar las relaciones humanas, perpetuando (y discriminando) –sea indirectamente- un sistema de desigualdades.

Consumo de Conceptos: Un Nuevo Mercado.

Estas desigualdades han resultado ser un campo de potenciación al concepto capitalista de utilidad. Presa de nuestro propio ego, el Mercado se adapta a nuestra codicia, después de todo… “Sabemos en donde queremos terminar: El éxito. Queremos importar. El dinero y el reconocimiento y la reputación también son algo deseable. Queremos Todo.”[7]

¿Qué es Todo?; o más bien, ¿qué los lo es todo para el ser humano? Aquí nos encontramos con una caracterización conceptual, de lo que cada persona busca en su vida. Ante un estado de capitalismo sumamente agresivo, ha comenzado a llenarse el aire de interrogantes conceptuales. ¿Puede comprarse la Felicidad, el Poder, el Amor o el Éxito?… Parece ser que sí… O al menos, podemos intentar hacerlo (si tenemos el dinero para ello).

No bastando los beneficios fiscales, la implementación universal del crédito, las subvenciones estatales fomentando el “crecimiento” económico; un nuevo concepto está en boga. Merced de la egolatría del ser humano, y en reconocimiento a su innecesaria obsesión hacia la individualización de su imagen: El estatus. Las grandes marcas hoy día, no se dedican per sé a la venta de un producto o servicio, sino al estándar personalizado del mismo producto.

En una analogía pragmática al concepto de escasez más puro de David Ricardo, se prueba –aún hoy día- su vigencia, confirmando que el neoliberalismo es poco más que una repetición de la escuela clásica capitalista. Lo escaso debe tener un mayor valor, es así que la industria de los diamantes manipula su propia oferta, alterando los precios de dicho mineral. Pero el concepto de “estatus” ya ha echado raíz en todas las escalas de la sociedad, marcas que llevan “prestigio” a quien las usa (radicado en su escasez adquisitiva), la industria por antonomasia a la aplicación de este concepto es –desde luego-, la industria de la moda.

La emancipación prometida por los productos de consumo es inexistente: Un vestido no te hará ver más delgada, de la misma manera que un carro no significa poder. Pero la concepción social no se ve capaz de admitirlo, antes prefiere negarlo. En el imaginario colectivo, las personas felices, plenas, exitosas… deben tener dinero, una casa en la playa, un carro del año, el último grito de la moda al vestir; cuestiones de mera apariencia unifican criterios subjetivos para darles un carácter de “real”. “Qué difícil es conseguir que un hombre comprenda algo cuando su sueldo depende de que no lo comprenda”[8]; de una manera tanto similar, existe un profundo arraigo en las concepciones culturales de una sociedad globalizada.

La vida del consumidor está destinada a ser “una sucesión infinita de ensayos y errores. Son vidas de experimentación continúa, aunque sin la esperanza de que un experimentum gracis pueda guiar esas exploraciones hacia una tierra de certezas más o menos confiables”[9]; todo se trata de variables, pero existen pocas constantes. Éste es el último pago del consumismo y su ideología.

Consumismo: Alcances y Consecuencias.

El consumismo guarda graves consecuencias al desarrollo de nuestra sociedad, más aun ante el impulso transcultural que alienta la causa misma de este efecto (la globalización). Causa ó consecuencia, el consumismo ha reducido notablemente los márgenes de tolerancia, importa más el impulso de inmediatez en la satisfacción que el objeto deseado por sí mismo. El lapso existente entre el nacimiento de un deseo y su desaparición, da una sensación de inservibles a los impulsos satisfechos –y los esfuerzos para conseguirlo-, un rechazo total a la producción antes conocida. Apenas se satisface un deseo, ya hemos encontrado otro que –así pensamos- requiere nuestra adquisición para ser “más” felices, plenos, reconocidos…

De esta manera entramos a un pozo sin fondo. Adquirir es una muestra de poder, una tarjeta de presentación sine qua non el estatus no se ratifica. El músculo adquisitivo es la más eficaz de las tácticas, la muestra deliberada de un derroche de fuerza; en una época en que el dinero significa poder, el ser humano es -maleable- al tráfico de influencias, al soborno y la avaricia. Una eterna espiral de decadencia se cierne en los estratos sociales (más) olvidados.

El creciente ritmo de producción que demanda una sociedad de consumo –tan caracterizada por sus derroches- se traduce en una afectación que trasciende el ámbito ideológico, tocando la tendencia ambiental y su cuidado. La producción de bienes y servicios, la explosión tecnológica y el increíble ritmo de competencias cambiantes que exige el Mercado para mantener su funcionamiento y –con éste- el de un intrincado sistema económico, se traduce en un malestar ambiental. Y, ¿por qué no? Un malestar social. No ha pasado desapercibido que la desigualdad económica cada vez alcanza disparidades mayores, como Pikkety nos hace ver al decirnos que estos índices –de desigualdad- son equiparables (en muchas naciones del mundo) a las de la Revolución Francesa[10].

El capitalismo requiere renovarse, pero solo lo intenta parcialmente -por debajo de sus requerimientos-. El ciclo de producción y crecimiento que anteriormente se vio en todo el mundo, conocido en varios lugares como “Los Gloriosos Treinta”, o su equiparable nacional “El Milagro Mexicano” (también conocida como “Edad de Oro del Capitalismo”), que comprendió desde la década de 1940 a 1970; ha demostrado ser un ciclo atípico del capitalismo clásico. Tales márgenes de crecimiento -y su expectativa- no son solamente dañinos para las economías, sino también para el planeta. Ante una inflación arraigada, surgen términos como “estanflación”; en un intento por disfrazar el declive económico del progreso y la deriva neoliberal, consecuencia de una discrecional aplicación de medidas poco menos que conscientes. ¿Sus principales promotores? El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, sin dejar pasar su mención –también destacada- a la Organización Mundial del Comercio, agentes de la globalización.

Otro de los efectos más grandes –aunque menos vistos- que ha tenido la doctrina consumista se refleja en la realidad social. Ante la inserción agresiva de las nuevas tecnologías, ha sucumbido el ser humano en varias de sus capacidades intelectuales, como son la síntesis, el entendimiento y la obtención (búsqueda) de información. Llegando a la realización de un temor distópico -ficticio-, que Aldous Huxley expresaba con claridad[11].

Tenemos una nueva cultura de viralidad, donde el mundo –a través de las redes sociales- fácilmente olvida, ni bien ha comenzado un evento viral, ya se encuentran los internautas pendientes del siguiente fenómeno risible. Ante la inmensa cantidad de información, podemos ver lo efímero de su adquisición. Todo se encuentra al alcance de la mano en una consulta al celular, en razón de ello, contamos con individuos más dependientes, menos preparados y con una tendencia conformista, es tal el fenómeno de información existente que nos hemos visto reducidos a la pasividad y el egotismo.

Una cultura de consumo, es una cultura que busca mantener al “yo” por encima de los demás. Un sentido de “especialidad” que raya en el hedonismo, la única manera para diferenciarnos unos de otros se traduce en lo hondo que tenga cada quien sus bolsillos. No es de extrañar el rezago cultural (alarmantemente en ascenso) que observamos diario, #LadyWuu, “Los XV´s de Rubí” y “La Mars”, todos ellos fenómenos virales, condena y caracterización de una sociedad efímera, personajes elevados a un rango publicitario sin precedentes. ¿Su mayor logro? Entretener un momento. Así de efímero es la doctrina consumista, la fama no dura más allá que un pequeño instante.

Una concepción temporal puntillista ha remplazado el flujo de tiempo en el que creíamos y trabajamos, en este punto tenemos la posibilidad de serlo -absolutamente- todo, pero es tan efímero el momento y la oportunidad, que irremediablemente en la mayoría de los casos, se termina siendo nada. El abstencionismo político al por mayor, la apatía social se ha vuelto en un estandarte. Al final de las increíbles promesas que el sistema consumista nos ha realizado, eso es lo que queda: Un cementerio de puntos sin nada realizado, y con grandes deudas de por medio (bendito el crédito para la institución bancaria y sus utilidades).

Es así, como se perpetúa agresivamente la desigualdad social, mientras que los ricos (dueños de bancos y marcas de prestigio) se empeñan en una campaña de consumo –de sus productos y servicios-; bajo la nueva idea del “estatus” los pobres se condenan a una vida sumidos en deudas, buscando aparentar –ante la sociedad- tener una vida de ricos. El último escalón de la tendencia consumista radica en la “cosificación” de la calidad humana, no nos encontramos demasiado lejanos a esa realidad. Las políticas migratorias, enmarcan –cada vez con mayor insistencia- un sentido menos humano y más utilitarista, lo mismo que las cuestiones laborales, y en última instancia, las relaciones personales. Donde no se ve como tal, el objetivo de la relación en un mutuo entendimiento, sino en la obtención de un rendimiento (en cualquier forma: placer, dinero, atención, etc.) a costa de la pareja…

El panorama no es alentador en lo más mínimo. Sin embargo, debemos comenzar la ardua tarea de cambiarlo desde nuestra concepción individual, un enfoque consumista  del éxito, no se traduce solo en una cuestión ilógica, sino en una garantía de infelicidad. Comenzar a frenar este enfoque es un paso importante hacia la obtención de una nueva concepción –una real-, y de una sociedad menos pasiva y ególatra. El tiempo se agota, y es nuestro turno de mover…

 

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.

  • Bauman, Zygmunt. Vida de Consumo. 1ª ed., FCE, México, 2007. 205 pp.
  • Davies, Williams. La Industria de la Felicidad. 1ª ed., MALPASO, México, 2016. 321 pp.
  • DORAN & ZIMMERMAN, Examining the Scientific Consensus on Climate Change. Berkeley, University of California Press. 23 pp.
  • Holiday, Ryan. Ego is the Enemy. 1ª ed., Portfolio/Penguin, USA, 2016. 226 pp.
  • Huxley, Aldous. Un Mundo Feliz. 7ª ed., Porrúa, México, 1932. 222 pp.
  • Klein, Naomi. Esto lo cambia todo. 1ª ed., Paidós, México, 2014. 703 pp.
  • Lipovetsky, Gilles. De la Ligereza. 1ª ed., ANAGRAMA, México, 2016. 339 pp.
  • Piketty, Thomas. El capital en el siglo XXI. 2ª ed., FCE, México, 2015. 557 pp.
  • Raphael, Ricardo. Mirreynato: La Otra Desigualdad. 1a ed., Booket, México, 304 pp.

REFERENCIAS ELECTRÓNICAS:

[1] DAVIES, W. La industria de la felicidad. México, Malpaso, 2015. Pp.170-171.

[2] KLEIN, N. Esto lo cambia todo. México, Paidós, 2015. Pág. 84.

[3]Consultado en http://www.milenio.com/negocios/ahorro_para_retiro-jovenes-mexico-finx-afore-cuantos_jovenes_ahorran-milenio_0_965303706.html el 30/07/17.

[4] LIPOVETSKY, G. De la ligereza. México, ANAGRAMA, 2016. Pp. 42-44.

[5] BAUMAN, Z. Vida de Consumo. México, FCE, 2007. Pág. 119.

[6] RAPHAEL, R.  Mirreynato: La Otra Desigualdad. México, Booket, 2014. Pág. 51.

[7] HOLIDAY, R. Ego is the Enemy. United States of America, Portfolio/Penguin, 2016. Pág. 85.

[8] DORAN & ZIMMERMAN, Examining the Scientific Consensus on Climate Change. Berkeley, University of California Press. Pág. 16-18.

[9] BAUMAN, Z. Op. Cit. Pág. 121.

[10] PIKETTY, T. El capitalismo en el siglo XXI. México, FCE, 2015. Pp. 296-303.

[11] HOUXLEY, A. Un Mundo Feliz. México, Porrúa, 1932.