Ensayo, Ogms. autor Miguel Ángel Caloca Heredia

Los transgénicos como herramienta fundamental para solventar la diferencia en la disparidad población/consumo planteada por Malthus.

Por Miguel Ángel Caloca Heredia.

1.- La amenaza de la sobrepoblación en diversas perspectivas económicas.

Una de las cualidades del ser humano que le genera mayor preocupación, es su inalienable capacidad de consumir[1]. En el año de 1798, esta preocupación se hacía vigente en la publicación de Thomas Malthus: Ensayo sobre el principio de la población; considerada junto a La Riqueza de las Naciones (1776) de Adam Smith y Principios de economía política y tributación (1817) de David Ricardo, como una de las obras fundamentales de la economía clásica.

El contexto que dió lugar a las previsiones malthusianas fue el siguiente: Hacia el año de 1700, Francia era el país europeo de mayor población, rondando los 20 millones de habitantes; presentó un crecimiento sostenido a lo largo del siglo XVIII. Llegando a tener, hacia 1780, una población cercana a los 30 millones de habitantes; las condiciones de vida eran precarias y el descontento social era latente en la población, quedando plasmado así en la obra Voyage en France pendant les années 1787-1789 (Viaje en Francia entre los años 1787-1789) de Arthur Young (agrónomo), relato donde describía las condiciones de vida  en el campo y de los sirvientes en general. Sin embargo, la inclusiónde éste relato solamente atiende a que se conozca un panorama de la Francia del siglo XVII. No resultando adecuado para un análisis, por encontrarse plagado de prejuicios nacionalistas y comparaciones engañosas.

Sirviéndose de este contexto, Malthus realiza en su ensayo una conclusión de tintes radicales (en aquel momento, cuando menos): La principal amenaza al desarrollo humano, es la sobrepoblación[2]. A pesar de no haber contado con muchas fuentes, Malthus las utilizó de la mejor manera posible, reflejando un postulado objetivo -conocido como la Catástrofe Malthusiana-, el cual enuncia lo siguiente: “La población crece de forma geométrica, mientras que la producción de alimentos (recursos) aumenta de forma aritmética”[3].

Figura 1: Podemos observar el desarrollo de ambas variables (población, recursos) en los respectivos ejes, donde el eje “X” es igual al Tiempo, y el eje “Y” equivale a la cantidad. Observamos que gradualmente, la diferencia entre la población y los recursos consumibles se va reduciendo hasta verse claramente rebasados los recursos respecto de la población. El momento en el que ambas variables convergen se conoce como “Catástrofe Malthusiana”.

Podemos observar en la Figura 1, que los recursos son finitos. Aquí es donde convergen, la teoría malthusiana y la Tragedia de los Comunes enunciada por Garret Hardin; quien aborda también el “problema poblacional”, ubicándolo -de manera acertada- dentro del rango de los “problemas sin solución técnica”. A decir de Hardin, la Tragedia de los Comunes, bien puede representarse de la siguiente manera: En un rebaño (mundo finito) en que los pastores alimentan su ganado; la solución racional (y sensata) de cada pastor será añadir un animal tras otro a su rebaño, maximizando sus ganancias. En razón de que, la adhesión de la vaca a su rebaño, representa un aumento equivalente a una unidad (+1) en su patrimonio, mientras que el detrimento que sufra el lugar en que pace el rebaño, será subsanado -o cuando menos dividido- entre los demás pastores; siendo solamente una fracción (- 1/x) en contraste de la unidad de aprovechamiento obtenida. Finalmente, el problema radica en que esa es la conclusión a que llegan todos los pastores que comparten sus recursos comunes, llegando al punto en que no resulta sostenible este modelo.

Claramente, esta es una adecuada analogía de los tiempos presentes, donde el “pastizal” (mundo) en que los pastores (naciones) llevaban a “pastar” (consumir) a su respectiva población se ha visto ampliamente rebasado en su consumo. El planeta se encuentra en una grave situación, son frecuentes las noticias mencionando una nueva especie en peligro de extinción. A este enfoque-y solo como mención pertinente, resulta adecuada la concepción que guarda Elinor Ostrom al proponer junto a Schlager, una distinción en cinco formas de ejercer el derecho de propiedad en lo referente a recursos comunes: Acceso, extracción, manejo, exclusión y alienación.[4]

Sin embargo, ello solo compete de manera tangencial al presente trabajo, toda vez que se vuelve latente la preocupación por una mejor administración de los recursos, tema que ya ocupaba a David Ricardo, quien afirmaba dentro de su principio de escasez, lo siguiente: “Desde el momento en que el incremento de la población y la producción se prolonga de modo duradero, la tierra tiende a volverse cada vez más escasa en comparación con otros bienes”[5].

Observamos que, desde los comienzos de la economía clásica existía ya una preocupación hacia la sobrepoblación; no es una coincidencia que Garret Hardin retome las ideas malthusianas: Una de las conclusiones a que llega Hardin, es la siguiente “Un mundo finito puede sostener solamente a una población finita; por lo tanto, el crecimiento poblacional debe eventualmente igualar a cero[6]”, indicándonos que el único mecanismo para evitar semejantes excesos y deterioros es el control natal (en Malthus) y el crecimiento poblacional igual a cero en Hardin.

2.- Los productos transgénicos como alternativo, no solución.

A pesar de que se conozca la solución idónea, no resulta viable su realización; debido a que la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano enuncia, en su artículo 16º lo siguiente: “Los hombre y mujeres, a partir de la edad núbil tienen derecho, sin restricción alguna por motivos de raza, nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia…”, aquí encontramos una clara limitación al respecto de la solución planteada en lo que a natalidad se refiere, traduciéndose en una imposibilidad jurídica: El derecho a  la reproducción humana. Anteriormente China había restringido dicho derecho, con su controvertida política del “hijo único”. No obstante, hacia el año 2013 se “relajó” esta ley -al permitir tener más de un hijo a las parejas en que alguno de los progenitores ya fuera hijo único- para, en 2015, finalmente verse anulada, significando que ahora todas las parejas chinas podrán tener hasta dos descendientes.[7]

De dicha imposibilidad (al control natal) se deduce la intensiva búsqueda de otra alternativa para sostener el actual ritmo de consumo; y, para tales efectos -de satisfacción- comenzaron a correr los engranes de la tecnología. ¿Su misión? Estirar en la mayor manera posible la brecha de los recursos, antes del punto de rompimiento enmarcado dentro de la “Catástrofe Malthusiana”. En este orden de ideas surgió la biotecnología como rama de la Ciencia.

Aquí comienza la elaboración de los alimentos transgénicos, cuya función primordial es la de evitar el proceso de selección natural, sustituyéndolo por uno de selección artificial; resultando (idealmente) en un producto con mayores beneficios que su homónimo natural. La biotecnología se remonta a la ingeniería genética, comenzó en 1909 con la primer fusión de protoplastos (membranas celulares); siendo hasta 1983 que se produjo la primera planta transgénica. Hacia el año de 1994 se aprobó -por primera ocasión- la comercialización de un alimento modificado genéticamente, se trataba de los tomates “Flavr Savr”, cuyo atractivo era durar más tiempo maduros, así como tener una mayor resistencia. Sin embargo, en 1996 el producto tuvo un revés inesperado, ya que presentaba piel blanda, un sabor extraño y cambios en su composición.

Así comenzó la inserción del concepto “Organismo Genéticamente Modificado” a la concepción general (social). Respecto de ello, ya la OMS anunciaba lo siguiente hacia el año 2002:

“Los diferentes OGM (Organismos Genéticamente Modificados) incluyen genes diferentes insertados en formas diferentes. Esto significa que cada alimento GM (Genéticamente Modificado) y su inocuidad deben ser evaluados individualmente[…] Los alimentos GM actualmente disponibles en el mercado internacional han pasado las evaluaciones de riesgo […] ,no se han demostrado efectos sobre la salud humana como resultado del consumo de dichos alimentos por la población general […]El uso continuo de evaluaciones  de riesgo según los principios del Codex y, donde corresponda, incluyendo el monitoreo post-comercialización, debe formar la base para evaluar la inocuidad de los alimentos GM.”[8]

De manera progresiva, la inserción de los OGM al mercado, presentó un nuevo panorama. Su primera consecuencia, fue la comprobación de los planteamientos realizados por Malthus: Los recursos naturales ya no eran suficientes, por lo cual -a través del uso de ingeniería genética- habría que acelerar su desarrollo, optimizar los tiempos de producción  y fomentar su consumo. Lo finito del mundo dejó de ser una ilusión y pasó a convertirse en una realidad contemporánea.

El cambio climático se volvió tangible y, como era de esperarse, los productos agrícolas no pudieron responder al súbito cambio en sus condiciones de cultivo; dando paso a los OGM. Aunque se pudiera argumentar que -en la mayoría de las ocasiones- el ser humano no consume los OGM, pues estos se destinan principalmente a la ingesta de animales (aquí existe un consumo indirecto); los OGM se encuentran en varios de los alimentos procesados que consumimos de manera cotidiana: las galletas, la margarina y el aceite, entre otros.

A pesar de que los transgénicos tengan presente una seria oposición dentro de los propios consumidores, la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) indica con respecto a los transgénicos -cuya finalidad es la alimentación humana- lo siguiente:

“ […] los países en los que se han introducido cultivos transgénicos en los campos no han observado daños notables para la salud o el medio ambiente. Además, los granjeros usaron menos pesticidas o pesticidas menos tóxicos, reduciendo así la contaminación de los suministros de agua y los daños sobre la salud de los trabajadores”[9]

En similar tenor, pero en lo correspondiente a la producción de animales para satisfacer la ingesta de carne; surgieron métodos alternativos (artificiales) a los naturales. Entre ellos destaca, el dela inserción de hormonas a los animales, buscando acelerar el crecimiento de estos, o bien potencializar su engorda para un mayor consumo. Esto debido al constante incremento en la demanda existente por parte de los consumidores, tanto en calidad como en cantidad. Buscando evadir así el apotegma malthusiano: Lo insostenible de la velocidad de consumo en relación a la de producción.

La urgencia con que se busca compensar dicho crecimiento en el consumo, se traduce en una desesperada búsqueda de las industrias productoras de alimento. Pudiendo observar esta urgencia en la recurrente inversión de inmensas cantidades de capital que esta industria destina a las mejoras genéticas, los adelantos tecnológicos y farmacológicos que han consigan hacer más eficiente la producción.

La industria del consumo de la carne, tiene un amplio mercado; y menos dificultades que la de la agricultura, pues esta última debe enfrentarse a diversas cuestiones, yendo desde las plagas hasta sequías e inundaciones, o demás efectos causados por el cambio climático. En tanto que, el producto animal, es tanto más rentable, pues no existe un gran riesgo de pérdida por parte del criador de bovinos; como si lo hay en una cosecha al ser plantada. Igualmente, solo de manera extraordinaria presentan los animales una epidemia, que bien podría ser considerado el equivalente por analogía de las plagas, más no por su constancia.

Aun así, la industria de la carne y su producción para ingesta y consumo humano, se comienza a ver rebasada. El ritmo de consumo supera ampliamente al de la producción alimenticia, los recursos no tienen el tiempo necesario para restaurarse, existe un grave desequilibrio en virtud de ello. A decir de Malthus, la progresión humana comienza a rebasar silenciosamente a la progresión en cuanto a producción de recursos[10].

Conviene hacer notar, a este respecto, que diversos métodos de los utilizados por ambas industrias (agropecuaria y ganadera) son ampliamente cuestionados y encuentran una abierta oposición en el sector de consumo, oposición cuyos argumentos se fundan en el carácter económico primordialmente, aduciendo que las empresas productoras de OGM (transgénicos) pretenden solamente la obtención de un rendimiento desmedido. Sin antes considerar, dentro de sus postulados, el ritmo de consumo al que ellos mismos contribuyen de manera cotidiana.

3.-Conclusiones.

Hemos podido observa que desde su comienzo, la economía tenía una clara preocupación en lo que -como ciencia- pudiera aportar a la resolución de los problemas ya mencionados. Es decir, dichos problemas no han obtenido (aún) una resolución satisfactoria.

Podemos contemplar supuestos de vital importancia en lo que concierne a la producción efectiva de recursos, en su aspecto rentable y de confianza hacia los productores de transgénicos, en palabras de Piketty: “a menudo, el valor de mercado de una compañía depende de su reputación y de la de sus marcas[…] de las inversiones realizadas para incrementar la visibilidad y el atractivo de sus productos…”[11] A los transgénicos les corresponde ganarse su “legítimo” lugar en el Mercado, dicho pues, la aceptación general de su consumo, traducido en una mayor inversión y fomento de los OGM.

Retomando la conclusión de Malthus, bastante similar a la de Hardin y convergente al trabajo de Ostrom, podemos concluir que los transgénicos surgieron, como una alternativa “adecuada” al planteamiento del problema poblacional. Sin embargo, no se trata ni de cerca de una solución, acaso sea un mecanismo de suplencia, el cual comienza a verse como insuficiente en lo que a la producción de insumos para su consumo se refiere.

El verdadero cuestionamiento no se encuentra en los planteamientos de una cuestión poblacional, sino que trasciende de este ámbito. A pesar de que el consumo de los recursos nos atañe a todos, al ser una necesidad vital del ser humano. Este consumo es consecuencia de una errónea ideología en lo concerniente al Libre Mercado. Ello, ya lo afirma categóricamente el conocido economista Joseph Stiglitz en su libro El Malestar en la Globalización: “El descontento con la globalización no surge sólo de la aparente primacía de la economía sobre todo lo demás, sino del predominio de una visión concreta de la economía -el fundamentalismo del mercado- sobre todas las demás visiones.”[12]; éste carácter imperativo de la economía ante todo, es lo que lleva a la “sensatez” de la solución que cada pastor toma al seguir añadiendo un animal tras otro al rebaño.

Debemos darnos cuenta de lo finito que es nuestro mundo. Asimismo, regular el consumo, pues a pesar de que los transgénicos hayan sido una alternativa viable para enfrentar el problema de una posible “insolvencia material de consumo” en lo que a recursos naturales se refiere, jamás los podrán suplir; por lo que no son -ni serán- la solución. Conviene realizar una reflexión de lo leído y preguntar: ¿Cuánto tiempo más podremos ser parte activa en lo insostenible de este sistema consumista? Es decir, debemos hacer consciencia y cambiar (hacer eficientes) nuestros hábitos de consumo, antes que nos alcance la Catástrofe Malthusiana, cuya sombra ya se encuentra oscureciendo el panorama presente.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:

BAUMAN, Zygmunt. Vida de Consumo. 1ª ed., México, Fondo de Cultura Económica,2016. 205 pp.

GARRET H, James. TheTragedy of theCommons. Vol. 162, UnitedStates of America, Science, 1968. Pp. 1243-1248.

MALTHUS, Thomas R.Ensayo sobre el principio de la población. 32ª ed., Argentina, Editorial CLARIDAD, 2007. 192 pp.

PIKETTY, Thomas. El Capital en el Siglo XXI. 2ª ed., México, Fondo de Cultura Económica, 2015. 657 pp.

RICARDO, David. Principios de Economía Política y Tributación. 47ª ed., Madrid, Editorial PIRÁMIDE, 2003. 356 pp.

SCHLAGER E. & OSTROM, Elinor. PropertyRightsRegimes and Natural Resources: A Conceptual Analysis. 1ª ed., UnitedStates of America, LandEconomics, 1992. 262 pp.

STIGLITZ, Joseph E. El malestar en la globalización. 1ª ed., De Bols!llo, 2016. 447 pp.

BIBLIOGRAFÍA EN LÍNEA:

ARANA, Ismael. China pone fin a la política del ‘hijo único’. EL MUNDO, España, 29 octubre de 2015, http://www.elmundo.es/internacional/2015/10/29/5631febf46163f27348b4645.html[consulta: 23 de noviembre, 2016]

FAO, El Estado Mundial de la Agricultura y la Alimentación. FAO, Roma, 2004, http://biblioteca2012.hegoa.efaber.net/system/ebooks/14035/original/Estado_Mundial_de_la_Agricultura_y_Alimentacion_2003.2004.pdf[consulta: 23 de noviembre, 2016]

OMS, 20 Preguntas sobre los alimentos genéticamente modificados (GM). OMS, 15 octubre de 2002, http://conacyt.gob.mx/cibiogem/images/cibiogem/comunicacion/divulgacion/20questions_es.pdf[consulta: 23 de noviembre, 2016]

IMÁGENES:

FIGURA 1 obtenida en: http://cienciasdejoseleg.blogspot.mx/2014/02/la-catastrofe-malthusiana.html

 

 

[1] BAUAMN, Z. (2016)Vida de Consumo. Fondo de Cultura Económica. pp. 43-44.

[2] MALTHUS, T. (2007)Ensayo sobre el principio de la población. CLARIDAD. pp. 162-164.

[3]Ibid., p. 47.

[4] SCHLAGER, E. y OSTROM, E. (1992)PropertyRightRegimes and Natural Resources: A Conceptual Analysis,LandEconomics, 249-262.

[5]RICARDO, D. (2003)Principios de Economía Política y Tributación, PIRÁMIDE, 56-58 pp.

[6] HARDIN, G. (1968)TheTragedy of Commons, Science, v. 162, pág. 1244. pp. 1243-1248.

[7]ARANA, I. China pone fin a la política del “hijo único” EL MUNDO, 29/10/2015, visto en http://www.elmundo.es/internacional/2015/10/29/5631febf46163f27348b4645.html

[8]OMS, 20 preguntas sobre los alimentos genéticamente modificados. 15/10/2002, visto en http://conacyt.gob.mx/cibiogem/images/cibiogem/comunicacion/divulgacion/20questions_es.pdf

[9]FAO. (2004)El Estado Mundial de la Agricultura y la Alimentación, pp. 84-86.

[10] En consideración del autor del presente ensayo, dicha progresión ya se ha visto rebasada, en virtud de los puntos anteriormente expuestos. Y sin tomar en cuenta, la escasa o nula participación que del Mercado de Consumo toman las poblaciones pobres, factor a considerar al tenor de los Objetivos del Milenio.

[11] PIKETTY, T. (2015)El Capital en el Siglo XXI.Fondo de Cultura Económica,pág. 63.

[12]Stiglitz, J. (2016)El malestar en la globalización, pág. 385.