Factores agravantes sobre el COVID-19

Por Miguel Ángel Caloca Heredia.
SUMARIO No venía en la etiqueta: Sobre los riesgos ocultos DESARROLLONo entendemos que no entendemos. Según quien compre boleto… (Acerca de las Probabilidades). Esa maldita campana: Probabilidad e Impacto. La complejidad sistémica ¡no es nuestra amiga! Darwin llora en su letargo (cómo opera la selección natural). Evita Jugarte la Piel (cómo operan burócratas y empresarios). CONCLUSIONES Sed unus Leo. La ética detrás de la sobrerreacción. Lecciones bíblicas en administración de empresas. BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
FACTORES AGRAVANTES SOBRE EL COVID-19
El principal problema dentro de la crisis del COVID19 es que, para los sistemas complejos, las acciones individuales (principalmente, las egoístas) tienden a tener afectaciones sistémicas e imprevisibles: a mayor grado de complejidad, menor es la previsibilidad de la totalidad de los efectos que un evento “x” pueda tener. Dicha cuestión se vuelve mucho más severa tratándose de efectos no lineales (exponenciales), como es el caso de una pandemia.
Siguiendo este orden de ideas, el presente trabajo académico pretende abordar la pandemia del COVID-19 desde distintas vertientes, explicando una amplia variedad de sus efectos en distintas ramas del actuar humano, asimismo me he planteado la tarea de exponer los motivos que han vuelto al COVID-19 especialmente peligroso para el ser humano en la edad contemporánea, para lo que el presente ensayo incluye algunos estudios de economía conductual, tanto como de sentido común.
ANOTACIÓN
Comienzo la presente redacción mencionando que este escrito no aborda ni abunda respecto de cuestiones técnicas o científicas en el tratamiento médico del COVID.19, en tanto que dicha cuestión no es mi área de interés ni de conocimiento. Soy una persona dedicada a cuestiones empírico-financieras, con lo que mi análisis versará sustancialmente sobre tópicos relacionados con ello. ¡Agradezco tu atención!
No venía en la etiqueta: Sobre los riesgos ocultos
Existen una serie de factores que pintan para agravar drásticamente la situación global, y particularmente los manejos locales de cada país que enfrenta los retos supuestos por la pandemia del nuevo virus COVID-19. De entre todos estos factores, los de mayor impacto son, sin dudarlo los Riesgos Ocultos.
Hacia los primeros años de la zapatería moderna (buscar referencia), existían en las tiendas comerciales unos simpáticos aparatos que le darían (previo pago del servicio) una radiografía de su pie; un aparato sencillamente tecnológico, de moda, lo que se dice “la sensación del momento”. Sin embargo, para ese momento los estudios médicos no se encontraban al día de las implicaciones que la radiación, utilizada para sacar las radiografías, terminaría implicando dentro del largo plazo: Las máquinas fueron rápidamente retiradas de los establecimientos sin que nadie pudiera volver a saber si alguna vez existió realmente o se trataba de un vago recuerdo…
El ejemplo referido con anterioridad evoca dos conceptos que serán fundamentales para el desarrollo del presente trabajo académico: Los riesgos ocultos y los daños colaterales, que se explican a continuación.
Los riesgos ocultos son afectaciones de carácter indirecto que un evento “A” trae consigo de forma tal que suele pasarnos desapercibida. La extensión de este concepto puede parecerse, pero solo en una forma distante, al concepto de daño colateral, que fue acuñado en el seno del ámbito militar, tal como lo enuncia el sociólogo polaco Zygmunt Bauman蜉.
Los daños colaterales también cuentan con cierto grado de impredecibilidad, o más bien, con una constante necesidad de reajustes estadísticos; pero distan sobremanera de los riesgos ocultos por cuanto que los daños colaterales son intencionales; es decir, se encuentran previstos. Lo que no nos debe dejar en un enfoque ingenuo, tengamos en cuenta que un daño colateral (intencional) a su vez podría traer una serie de riesgos ocultos (imprevistos). Una situación que con desafortunada frecuencia se ve reflejada en la óptica de quienes suelen adoptar enfoques intervencionistas pecando de sencillez en su planeación: Como Nassim Taleb plantea de forma contundente蜉, un riesgo oculto dentro de los daños colaterales en el fallido intento de cambio de régimen para derrocar a un dictador libio es que hacia 2017, existieran mercados de esclavos improvisados.
Un riesgo oculto suele ser más que una variable no integrada a un modelo (quienes sepan algo de matemáticas sabrán que dicha consideración puede ser fatal). De hecho, el riesgo oculto, guarda la consideración especialmente grave de que ni siquiera suele encontrarse considerado como variable. La naturaleza del riesgo es subsistente y persistente: El valor del riesgo nunca llega a cero, si bien se pueden tomar acciones mitigantes para reducirlo al mínimo posible, pero como veremos mas adelante nuestras consideraciones y enfoques típicos del riesgo se encuentran modelados sobre enfoques erróneos, que únicamente tienen en consideración a uno de sus elementos: La Probabilidad, pero… ¿qué pasa con el Impacto? ¡Ya lo veremos!
No entendemos que no entendemos
El ser humano es falible, tiende a la perfección en sus discursos pero, irremediablemente estamos demasiado distantes de ella. Lo que no sería un problema especialmente grave salvo por la consideración de que nos hemos vuelto ciegos a esta obviedad.
Tendemos a pensar en términos estáticos y no dinámicos. Sin embargo, sabemos que la vida implica una constante transformación (es dinámica, pues), lo que suele volver falibles –por citar un ejemplo– buena parte de los intentos estadísticos por delimitar los alcances y consecuencias que el COVID-19 tendrá en nuestra cotidianeidad. Dichas estadísticas han fallado por el simple hecho de que se centran en un aspecto estático, partiendo del presupuesto de que la nueva información no alterará sobremanera los datos ya incluidos en la muestra, subestimando el carácter exponencial del virus. Volvamos algunos años en la historia, hacia el famoso Arquímedes (¡Eureka!) quien no solo pudo descifrar los misterios de la densidad para ayudar al rey a resolver los asuntos de su corona, muy literal.
Otra de las proezas menos conocidas de Arquímedes fue la de obtener un cálculo cercano por 0.3% al valor real de Pi, una misión en la que ya varios matemáticos habían fracasado hacia aquellos días, ¿la clave de Arquímedes? Su enfoque no partió del supuesto de que Pi fuera un valor absoluto, sino que se limitó a introducir la circunferencia entre dos cuadrados e ir reduciendo progresivamente el perímetro de los polígonos, es decir; al comienzo tenemos que el valor de Pi (la circunferencia entre los cuadrados mayor y menor será menor que 4 (Figura 1).: el cuadrado mayor, del cual cada lado es igual a 1 y mayor que 3: el hexágono menor (Figura 2), del cual cada lado es igual a 0.5.
Posteriormente se realizan una serie de cálculos engorrosos basados principalmente en el teorema de Pitágoras para el cálculo de un polígono interno que tiene cada vez más lados y cuyo trazo se acerca progresivamente al de la circunferencia (Figura 3), hasta el punto en el que dejan de ser reconocibles:
6 < 12 < 48 < 96 (en este punto pareciera que el polígono se integra a la circunferencia)…
Dicho procedimiento se repite con los polígonos exteriores para arrojar una aproximación que sitúa el valor de Pi, dentro del siguiente rango:
3,1408 > Pi > 3,1428
Como se afirma categóricamente por Mickael Launay蜉, “el poder del método de Arquímedes no radica únicamente en su resultado, sino asimismo en su posibilidad de prolongarse”. Por cierto que, el nombre técnico del método empleado es “Aproximaciones por exceso y por defecto”.
Figura 1 Figura 2 Figura 3

Fuente: La gran novela de las matemáticas; La búsqueda de Pi.
Así, Arquímedes entendió hace más de veintidós siglos, lo que hoy día parece haberse olvidado, el carácter perfectible de la realidad, es decir que la vertiente dinámica/perfectible prevalece por encima de la versión estática/perfecta.
Dicho de otra forma: Es preferible una aproximación con cierto grado de error (respecto del cual debemos guardar la mayor certeza posible蜉) que un absoluto falible y extremadamente frágil. En este sentido, por aterrizar el concepto en un ejemplo, la mortalidad del COVID-19 se debe actualizar constantemente, no guardando un punto de referencia inicia: Cuando comenzó la pandemia en China, su tasa de mortalidad, y el punto de referencia mediático fue del 2% – con especial agravante para los grupos vulnerables– , siendo que al día de hoy la mortalidad en países como Italia y España dista bastante de dicho valor (9% y 6%, hacia el 23 de marzo del año en curso).
Adicionalmente, tampoco parecemos entender con suficiente claridad las interacciones que abarca un sistema complejo y su constante recomposición/ajuste; es decir, podemos pensar en acciones inmediatas con sus distintos efectos a corto, mediano y largo plazo, pero sin duda alguna, fracasamos cuando se trata de prever las interacciones que el sistema tendrá una vez apliquemos los remedios. Pecamos de simplistas al momento de calcular los efectos que una intervención podría producir o no dentro de un cierto sistema, un asunto que se ve especialmente agravado cuando no somos nosotros quienes resienten las consecuencias. La ausencia de “Jugarse la Piel” (un concepto que será explicado más adelante) invita a enfoques reduccionistas y análisis simplistas, en tanto que los daños, ya sean por riesgos ocultos o de carácter colateral, o cualquier naturaleza, no se adscriban a nuestra esfera personal de afectaciones, tanto menor será el interés por profundizar y hacer un análisis exhaustivo.
Finalmente, las heurísticas (atajos mentales) existentes de facto en nuestro código genético y que afectan invariablemente nuestra forma de pensar, nos invitan a mantenernos en la pequeña escala; es decir, inevitablemente enfocamos nuestra atención al entorno inmediato: las amenazas actuales.
Lo que explica sin lugar a duda, el que ahora mismo, nadie pueda dudar de que el mundo entero gastará trillones de dólares para paliar los efectos del Coronavirus (sumados a las pérdidas acumulables), en tanto que el gasto hubiera sido mínimo en el mes de enero; por no mencionar la inmensa cantidad de vidas que se podrían haber salvado y las grandes pérdidas en acciones que las bolsas alrededor del mundo se habrían evitado. Pero, nuevamente, el sesgo de corto plazo nos ha hecho una mala jugada.
Según quien compre boleto… (Acerca de las Probabilidades)
Uno de los aspectos favoritos de quienes adoptan una óptica reduccionista del COVID19 es que “la mortalidad del virus es del 2%”, claramente quienes suelen esbozarlo son personas que, a juzgar su estado de salud, no se encuentran dentro de dicho 2% (esto puede hacer una gigantesca diferencia).
A este respecto existen varias consideraciones sobre cómo no sabemos ver las asimetrías ni los aspectos complejos en la interpretación estadística. Comencemos pues:
Ya anteriormente te he expuesto la falibilidad de los conceptos que tienden al absoluto, y más tratándose de aspectos dinámicos, como es sin dudarlo el comportamiento de una pandemia; en la cual diariamente se va agregando información que pasa a integrarse dentro del universo de datos que compone la creación de una estadística relativa.
En este sentido, tenemos la aplicación de un sesgo conductual; conocido como sesgo de anclaje o “efecto impronta”. La descripción adecuada de este sesgo se realiza mediante un proceso biológico que implica a los patos, quienes al nacer reconocen como su madre al primer objeto con movimiento que puedan divisar dentro de su campo de vista, siguiéndolo en adelante. De esta forma, nos casamos irremediablemente con nuestra primera exposición a un dato o bien una impresión.
No es de extrañar que sigamos pensando en términos absolutos respecto de una mortalidad del 2%, dado que esta tasa fue la primera arrojada por los medios en el momento en que la situación del COVID-19 aún era local. En estos momentos, el Coronavirus ya es una pandemia mundial, asumiendo las recientes noticias podríamos afirmar que el epicentro de dicha pandemia se ha desplazado de Asia a Europa, y que, en su momento, llegará el turno para el continente americano.
Cabe mencionar, adicionalmente, que dicha mortalidad ha alterado sus índices dependiendo de cada país afectado, algunos de forma más seria; como es el caso de España e Italia (6 y 9% respectivamente) y otros de forma menor, como son el caso de Corea del Sur y Alemania, con su respectivo 1% y 0,36% (tan solo 68 muertos entre 19,000 casos confirmados).
Como puedes ver, centrarnos en un simple valor estadístic0, desactualizado per sé ya es suficiente monstruosidad para añadirle más leña al fuego, continuemos con una obviedad: Los valores estadísticos en el ramo de la salud no pueden ser absolutos.
¿A qué me refiero? Si cada segundo que pasa no nos acerca a la inmortalidad –sabemos que, eventualmente moriremos–, entonces podemos inferir con facilidad que la mortalidad se agrava exponencialmente a mayor edad. He aquí uno de los efectos de mayor grado por el Coronavirus la composición de las sociedades occidentales nos invita a pensar que son estas quienes se encuentran especialmente frágiles ante su propagación; y es que, al momento de escribir estas líneas, aún estamos reacios a comprender que la verdadera amenaza del COVID-19 no radica en su mortalidad, sino en su alta tasa de contagios.
Finalmente y en un esfuerzo por ser congruentes, es notable que la mayoría de las personas que esbozan esta estadística –del “2%”– como una justificación aparentemente racional del pánico y la sobrerreacción no se encuentren probabilísticamente en dicho porcentaje. Como veremos adelante con mayor énfasis, resulta sencillo apostar y ser valiente respecto de las consideraciones ajenas. Finalmente, quienes sean el mínimo 2%, siendo lo suficientemente generosos para admitir que dicho valor fuera cierto, entrarían perfectamente bajo el concepto de “daños colaterales”. ¿Daños colaterales respecto de qué? Pues de la economía, ¡claro!
Esa maldita campana: Probabilidad e Impacto
“¡Cisne Negro! ¡Cisne Negro!” es una de las proclamas más usuales en este mundo moderno, desde que, hacia el fatídico 2008, el filósofo matemático Nicholas Taleb Nassim encumbrara este concepto; son cada vez son más los sensacionalistas, banqueros y agentes financieros que gustan de nombrarlo sin comprenderlo.
Son dos elementos del Cisne Negro los que, en la redacción de este subcapítulo constituirán puntos de apoyo esenciales para contravenir la campana gaussiana como modelo efectivo en el cálculo de riesgos sistémicos. La esencia del Cisne Negro radica en contraposición a uno de los modelos más utilizado –no obstante, inadecuado– para la medición del riesgo: La curva de distribución normal, conocida también como Campana Gaussiana.
En este sentido, la Campana Gaussiana se centra exclusivamente en uno de los dos elementos que componen el Riesgo: la probabilidad, acorde al cálculo de una distribución “promedio” respecto de la repetición de cierto evento “x” en un número de casos determinado “y”, se tiene que probabilísticamente su distribución será uniforme y tenderá a hacer una curva, como la de la imagen a continuación.

Campana Gaussiana: Elaboración propia en Excel.
Aquí tenemos que los escenarios se dividen de forma simétrica y gradual, lo que no da espacio para las No Linealidades; es decir, las consideraciones potenciales, antes que las aritméticas. Acorde a la teoría de la curva de distribución normal, deberíamos ser omisos respecto de aquellos casos que tienen una ínfima probabilidad de suceder, recordemos que la curva de distribución nunca toca el cero, pues el riesgo siempre será latente.
Continuando, la idea del Cisne Negro se compone de tres elementos, el primero de ellos relacionado directamente con la inaplicación de la campana gaussiana, en términos fácticos, a las necesidades del mundo moderno:
El suceso no se encuentra en el ámbito de lo conocido/previsible.
El suceso tiene un gran impacto aparejado.
El suceso puede ser explicado a posteriori.
Ya hemos explicado el primer punto y su correlación con la campana gaussiana, por cuanto que el tercer punto no es relevante para estos efectos. Centrémonos pues, en el elemento intermedio, a saber el impacto que implica la consecución del evento.
El segundo elemento que integra el Riesgo es el Impacto, que ha sido desplazado de los reflectores y consideraciones académicas debido a su compleja constitución y lo impredecible que suele ser. Perdiendo terreno frente a la probabilidad y “esa maldita campana”, el impacto se había visto relegado a los rincones más distantes de las consideraciones científicas, hasta que su rescate sucedió en el año 2008 (con algunos intentos previos, cabe destacar).
Y es que, según el dogma gaussiana, o centrado en la probabilidad estadística, tendremos que desechar de facto aquellos sucesos que tienden a ser imposible de suceder. Los teóricos que defienden este enfoque fragilista se centran en decir que, tomando el ejemplo de la imagen, es mejor prevenirse respecto de una situación con un 34,1% de probabilidad de suceder cuyo impacto sea del, digamos… 10%; que tomar las precauciones para un suceso extremadamente raro (¡Cisne Negro!), digamos del 0,1% de probabilidad de suceder con un impacto del 99%.
La complejidad sistémica ¡no es nuestra amiga!
Anteriormente, hacia la Introducción, te comentaba que uno de los mayores desperfectos en las aproximaciones teóricas que realizamos es el enfoque simplista, reduccionista. No se nos da especialmente bien el entendimiento de fenómenos complejos, lo que sin duda nos lleva a realizar analogías inadecuadas, por no decir inaplicables.
En tiempos de crisis resulta una obviedad lo siguiente: Mientras más complejo es un organismo, mayor será su fragilidad. También tenemos que mientras mayor sea el tamaño de un cierto organismo o una estructura particular, tanto mayor será su fragilidad en tiempos de crisis.
A nadie extraña que durante una sequía sean los grandes animales los primeros en caer, puesto que –dicho en términos darwinianos– su adaptación no se realiza con suficiente rapidez; lo que antes fue una fortaleza y una ventaja competitiva se revela en el sentido contrario de sus poseedores; los poderosos músculos del león esconden su necesidad de proteínas, aunque en principio pareciera un punto no relevante dado que con una caza de aproximadamente quince animales al año, con veinte kilogramos de carne por sentado, parecieran ser suficientes; ¿qué sucede si espaciamos un poco más de lo usual estas quince víctimas? O mejor aún, si debido a una circunstancia extraordinaria, se vieran reducidas a diez… Otra historia toca.
La majestuosidad del elefante nos invita a olvidarnos de sus altos costes de mantenimiento como el hecho de que requieren ingerir hasta 225 litros de agua por día, ya sabemos que en tiempos de sequía los primeros afectados están en este rubro.
Puesto en términos más domésticos, cualquier amante de los perros sabrá que los costes por mantener a su compañero aumentan progresivamente según sea el tamaño de su canino de compañía.
Retomando el punto, la complejidad sistémica y la burocracia –de la cual constantemente se hace una analogía a la de un elefante reumático– no son buenos puntos de soporte para tiempos de crisis. Algo que veremos en las analogías inaplicables (respecto de enfoques reduccionistas) y de la centralización del poder administrativo y su potencial efecto dañino cuando el dirigente es un fragilista…
Darwin llora en su letargo (cómo opera la selección natural)
Otro de los asuntos que han quedado especialmente claros respecto del Coronavirus es que a las sociedades les falta solidaridad y empatía. Anteriormente ya te he explicado de que forma los jóvenes se encuentran, aparentemente, a salvo de la mortalidad y sus valores absolutos.
Algo que invita al actuar responsable e inconsciente por parte de quienes posiblemente no se vean afectados ante el COVID-19 y su propagación. Dentro del planteamiento del teorema de la supervivencia del más apto tenemos que los genes guardan la información genérica relevante y son aquellos que pueden pasar sus genes a las siguientes generaciones quienes terminan perpetuándose y ganando en el largo plazo.
Hasta aquí, todo bien. Pero para quienes dicen que “es selección natural saber mantenerse en el hogar” incurren en un grave error; empero, lo deseable sería que así fuera:
Con meridiana claridad se alcanza a adivinar el argumento, en la selección natural es el individuo quien resiente su toma de decisiones, ya sean inteligentes o negligentes. La vida salvaje resultaba mucho más sencilla que la compleja modernidad, donde el actuar negligente de un individuo –y no hablaremos de los individuos que están al mando (también conocidos como “fragilistas”– termina afectando exponencialmente el funcionamiento de un sistema entrelazado e interdependiente蜉.
Así que un joven (lo suficientemente joven) cuenta con un claro incentivo para seguir adelante en el desempeño de sus actividades cotidianas y de esparcimiento en tanto que conoce de antemano que su exposición al Coronavirus no debería implicar ninguna complicación mayor蜉
A efectos de contar con un sustento estadístico para la presente, utilizaremos los datos que recientemente ha publicado el Ministerio de Sanidad de España蜉 (con un universo de 18,959 casos notificados con información de edad al día 22 de marzo del 2020, del total de 28,572 casos). De la interpretación de dichos datos, que guardan cierto grado de congruencia con el panorama general se deduce que el 95,4% de los muertos por Coronavirus contaban con una edad mayor a los 60 años, aún suponiendo un porcentaje menor a la mitad de los casos confirmados (47,8%).
El riesgo que se expresa respecto de la tasa de mortalidad del COVID-19 es agravante y aumenta de forma exponencial por cada década a partir de los 40 años, quedando como indica la gráfica inserta a continuación:

Fuente: El País, disponible en: 
https://elpais.com/sociedad/2020-03-22/radiografia-por-edades-del-coronavirus-en-espana.html
La gráfica es suficientemente clara respecto del actuar negligente de las personas que pudiendo haberse reclutado en casa, por comodidad o esparcimiento han elegido salir de sus hogares previamente. Conviene manifestar en este sentido que, el actuar negligente/egoísta/irresponsable aplica exclusivamente para aquellos que no teniendo algo mejor que hacer y ante la inminente propagación de la pandemia en su comunidad, eligieron tomárselo como una vacación extendida.
Insisto, mientras la consecuencia no se vea reflejada en la esfera personal o la cercanía inmediata (familiares o buenas amistades), las consideraciones respecto de las medidas preventivas son inexistentes para cierta parte de la comunidad.
No se incluyen aquí, por obviedad, aquellos que debiendo trabajar o llevar el sustento a sus hogares se vieron obligados a mantenerse en las calles de su localidad, toda vez que su especial situación de fragilidad frente al sistema los ha obligado a ello…
A continuación una demostración gráfica con gran claridad visual respecto de cómo el actuar irresponsable/egoísta de algunos se refleja, eventualmente, como una afectación sistémica en detrimento de la comunidad.


Escenario A Escenario B

Escenarios: Elaboración Propia.
A manera de conclusión para el presente subcapítulo, quedemos con la siguiente frase: Lo que muchos jóvenes hagan –¡o dejen de hacer!– será la diferencia entre la vida y la muerte para otra persona.  
Otra óptica que tiende a ser omitida dentro de la adaptabilidad y prevalencia de las especias es que el egoísmo solamente resulta funcional para la perpetuación genética en los casos del estado salvaje (retomando un poco aquí al estado del ser humano hobbesiano: Homo homini lupus est; el hombre es el lobo del hombre).
Pero para que una sociedad o una manada sobreviva es necesario pasar del egoísmo/individualismo hacia un enfoque altruista/colectivo en el que –retomando el Contrato Social de Rousseau– los integrantes de la comunidad acuerden recíprocamente, ya sea de forma explícita o tácita, el ceder cierto grado de sus esferas individuales para obtener el beneficio colectivo de una estructura que les deberá proveer de mayores ventajas que perjuicios.
Entonces, el Pacto Social no constituye exclusivamente la obligación de adscribirse al orden jurídico de una comunidad sino que abarca, extensivamente, una postura altruista y de interés por el Bien Común.
Aterricemos esta cuestión, ya te comentaba anteriormente que el verdadero problema detrás de la pandemia del Coronavirus no es su tasa de mortalidad, cuyos valores relativos entran entre el 2% al 7% dependiendo del país.
Aun con lo cual la mortalidad del virus sigue siendo reducida –frente a otros virus del mismo tipo, por lo menos– y no representa la actualización de un riesgo actual. El verdadero riesgo del Coronavirus radica en su alto porcentaje de contagio, aunado a que las complicaciones acarreadas por este virus requieren de cuidados especiales así como internarse en un hospital con cuidado médico y cierto grado de distanciamiento.
La agravante de esta situación es exponencial dado que quienes guardan los cuidados de los pacientes internados corren una situación de riesgo particular por ser contagiados, convirtiéndose a su vez en focos de contagio.
La circunstancia más relevante respecto de la amenaza que representa el COVID-19 radica en el hecho de que esta enfermedad puede pasar desapercibida para efectos sintomáticos durante hasta quince días. Lo cual complica exponencialmente las posibles situaciones de contagio y amplia sustancialmente el posible seguimiento de casos, lo que a su vez representa una reducción sustancial de recursos.
Añadiendo a ello la confusión de los síntomas que el Coronavirus guarda con otras enfermedades estacionales comunes, como son la gripe y la influenza. Así, una persona podría subestimar la gravedad de su condición sin conocerse como un riesgo latente para su comunidad.
Estos factores se añaden con un efecto exponencial para terminar rebasando la capacidad del sistema de salud, en términos estadísticos según la información relevante en estos momentos (24 de marzo del 2020), aproximadamente de un 70 a un 80% de la población mexicana terminará por contagiarse, de las cuales solamente un 5% – según pronósticos optimistas– requerirá de atención médica hospitalaria.
Hagamos los números, según los datos estadísticos del INEGI蜉 hacia el año 2015, en México se contaban 119 millones 530,752 habitantes. De los que se presenta la siguiente tabla:
Total de la población
70 -80% Riesgo de Contagio
Atención hospitalaria (5%)
119´530,752
83´671,526 – 95´624,601
4´183,576 – 4´781,230
Actualmente debemos reconocer que el peligro del Coronavirus estriba en que la cantidad de casos supere la capacidad del sistema de salud para atenderlos, lo que queda plasmado en la siguiente representación gráfica:

Fuente: el Periódico, disponible en https://www.elperiodico.com/es/ciencia/20200311/epidemiologia-aplanar-curva-medidas-proteccion-evitar-colapso-sanitario-7883545
Lo ideal será mantener contenidos los casos de propagación dentro del esquema enmarcado por las líneas azules de la gráfica, pues una vez rebasado la capacidad del sistema sanitario el asunto se compleja de forma exponencial requiriendo medidas extremas para ello. En esta situación, plasmada por la línea roja del gráfico, ya se encuentran países como Italia y España en que, ante la imposibilidad de atender debidamente a la totalidad de su población se ha decretado la prohibición y aislamiento obligatorio para quienes padezcan el COVID-19 que sean mayores de 70 años蜉; es decir, los médicos deben de seleccionar a las personas que cuenten con mayores probabilidades de supervivencia, optimizando los recursos al máximo, aunque aquí, nuevamente, el daño colateral sean los mayores de edad o personas dentro del grupo vulnerable al Coronavirus.
Evita Jugarte la Piel (cómo operan burócratas y empresarios)
El principio fundamental que yace detrás del concepto de “Jugarse la Piel” es que quien la hace, la paga. Dígase que no deberías seguir el consejo de alguien que no se encuentre moral o contractualmente obligado a sufrir las repercusiones de sus palabras蜉, dicen por ahí que “hasta el más ávaro es generoso en sus palabras”.
Bajo la óptica del Jugarse la Piel no es válido, ni en un sentido ético ni personal, la transferencia de la fragilidad personal o la obtención de beneficios personales a coste de la fragilidad colectiva, un arte del que los banqueros saben muy bien.
En la jerga financiera existe una denominación para aquellos que velan por sus intereses de forma egoísta, utilizando plataformas colectivas para ello, algunos ejemplos: Ya sea un especulador financiero que busca una alta comisión vendiendo productos basura, o un jefe de operaciones (CEO) que dañaría la empresa para recomprar barato sus acciones y quedar con mejores beneficios, tanto como el estadista que oculta información procurando un escenario favorable para las elecciones venideras; todos ellos incurren en lo que se da por llamar como “problema de la Agencia”.
La manifestación más clara del problema de la Agencia se puede encontrar en la salida a bolsa de una empresa que, hasta antes de ese día, respondía exclusivamente por su manejo a los titulares de sus acciones, concentradas en un número reducido de personas; de súbito pierden dicho control y los intereses de la empresa dejan de estar por encima de todo, sino que la nueva Mesa Directiva tendrá que disponer de una planeación distinta para que se respete la voluntad de los accionistas, a los accionistas “institucionales” (esos descarados pillos que suelen jugar con dinero ajeno) no les importa algo más allá de sus rendimientos, si el bienestar de la empresa, su crecimiento o el mantenimiento de su gente en malas temporadas –¡Mucho ojo acá!– se inmiscuye con un 0,2% de ganancia, entonces deberán ser removidos tales obstáculos.
La burocracia, claro está, adolece del problema de la Agencia. Es más, la base del sistema político contemporáneo es la concentración del poder, antes que el bienestar público. Se procura la perpetuación del partido político y sus afines, dejándose lo necesario en el corto plazo para garantizarlo; finalmente, en el largo plazo es altamente probable que quienes tomaron las decisiones no serán juzgados. Lo que a todas luces implica no Jugarse la Piel.
Con la agravante de que la burocracia parece ser un sistema que se especializa en alejar a quienes toman las decisiones de las consecuencias finales de las mismas, algo muy vigente en el auge del Federalismo.
Así, resulta muy sencillo para cierto Jefe de Estado haber realizado una irresponsable invitación al pueblo para salir de sus casas y evitar las medidas de prevención, todo en pos de la economía, cuando al caer enfermo él, debido a su especial situación frente al sistema cuenta con la garantía de que será tratado procurándosele el máximo de los cuidados y la mayor prioridad, una situación de la que no podemos presumir el resto de los gobernados.
La primacía de la economía es lo que concentra todos los recursos efectivos en este entorno globalizado, por demás, aún neoliberal. Utilizando algunas triquiñuelas para crear los propios indicadores favorables蜉, en el caso federal, la política para la aplicación de pruebas del Coronavirus蜉 ha tenido su principal sustento en el prerrequisito de que existieran antecedentes de viaje o de contacto con alguien que los tuviera, una política que deberá reajustarse ante la reciente entrada de México a la Fase 2 de Contingencia蜉.
La siguiente figura lo explica con claridad meridiana:

Figura: Verás lo que queramos… Fuente: Godín Financiero, disponible en https://www.facebook.com/GodinFinanciero/
Abundando en este enfoque de la aplicación de pruebas, tenemos la reflexión siguiente: ¿Te has dado cuenta de que el COVID-19 parece focalizarse exclusivamente en las naciones de primer mundo?, ¿o será que son estas naciones las que cuentan con mayores recursos para identificar el virus? … Es poco probable ¡extremadamente poco probable! que estas naciones “en vías de desarrollo” (México incluido) no se encuentren afectadas por la pandemia, aun cuando el clima pudiera prestarles algo de socorro pero no basta como para ser considerado como una barrera efectiva ante el virus: De esta manera, Singapur, Malasia o Brasil no se encontrarían resintiéndolo en estos momentos.
Dicho lo anterior, por puro sentido común, deberías evitar confiarte de aquellos que cuentan con grandes incentivos para el ocultamiento de los hechos objetivos, una verdad que queda plasmada en el siguiente dicho: “No preguntes a un agente de seguros si te hace falta una póliza”.
En desafortunada congruencia con lo anterior, observamos que la centralización del poder nos ha llevado a un escenario mórbido, pesado. El accionar de la burocracia administrativa ha dejado mucho que desear y en este sentido finalmente el sentido común ha terminado por imponerse.
En este caso, el actuar egoísta nos ha proporcionado una amplia ventaja respecto del actuar administrativo, particularmente del Gobierno Federal. En sus respectivos rangos de aplicación, el sector privado tanto como los organismos con autonomía reconocida y posteriormente, los gobiernos locales, tomaron medidas preventivas hasta con dos semanas de anticipación al Gobierno Federal, quien fue echando culpas y clamando paranoias colectivas; lo que si bien podría ser cierto, no por ello es menos racional (ya platicaremos sobre la ética de la prevención individual) que una postura despreocupada.
Una breve mención sobre la transferencia de la fragilidad y la concentración del rendimiento en un ámbito distinto de la burocracia:
Dejando de lado el actuar administrativo en el sector público, pasemos con los privados, quienes –en su justa medida–, reflejan las actuaciones de la esfera pública, hay excepciones, empero. Algunos empresarios sin escrúpulos, posiblemente presionados por sus accionistas o bien, ante la necesidad de impresionarlos en un escenario adverso, no se han tocado el corazón para reducir (temporalmente, eso sí) su plantilla de empleados.
Han sido duramente criticados por el público en general a pesar de sus débiles respuestas蜉, la razón es obvia, estos empresarios no parecen entender otro de los principios esenciales tras el concepto de Jugarse la Piel y es el siguiente:
“Quienes han disfrutado los rendimientos en tiempos prósperos (especialmente si han utilizado a otras personas para ello), deberán de hacerse cargo de las pérdidas (incluidas las de su gente) durante las condiciones adversas”.
CONCLUSIONES
Sed unus Leo
Bien decían los generales que “es mejor tener a un león comandando un ejército de ovejas, antes que tener a un ejército de leones comandados por una oveja”; en la vida, muchos asuntos se resumen a una mera cuestión de actitud.
Las minorías tozudas e inteligentes han impuesto sus designios a los de la mayoría flexible, algo que podrás comprobar en su supermercado de confianza cuando procure encontrar productos koscher, te vas a sorprender, sé lo que digo… En fin, volviendo al tema; Uno pero león es una forma de expresar la gallardía y el coraje necesarios para lidiar con los sinsabores del gregarismo y sus consecuencias.
En la vida, como en todo lo demás, es necesario cierto grado de coraje para salir adelante; recordemos que las elecciones por omisión siguen siendo eso: una elección. Con la única diferencia que son otros quienes terminan por decidir nuestro Destino.
Son distintos los enfoques que se han abordado al respecto de la inminente crisis sanitaria debido al Coronavirus, el primero de ellos es sumamente reduccionista con argumentos del tipo de la mortalidad del 2% y la primacía absoluta de la economía y el segundo es tildado de paranoico, dado que las afectaciones no son aún tan graves como las de otros países, sin caer en la cuenta de que, siendo el caso y guardando la escala debida, la situación mexicana será mucho más compleja y desafortunada que la de estos países, por cuanto que México tiene una población sustancialmente mayor que la de estos países. Aún contando con el beneficio del bono demográfico, no se compensa la situación en relación con la cantidad de mexicanos que cuentan con enfermedades crónico-degenerativas y otras agravantes del Coronavirus: A saber la obesidad y un estilo de vida sedentario, sumemos a ello los hábitos alimenticios de nuestra población, et voila!
En este sentido vale reconocer el papel clave que ha tenido la esfera individual y el sentido común, nadando en contra de las disposiciones del Gobierno Federal y su lenta reacción.
La ética detrás de la sobrerreacción.
Las decisiones preventivas individuales implican indirectamente un alto al ritmo de propagación de una pandemia. La salvaguarda colectiva requiere (sobre todo ante factores poco conocidos/comprendidos como las estadísticas y su mal uso o la relatividad de los valores absolutos) de cierto grado de excesiva precaución individual. Aún cuando esta actitud parezca guardar cierto grado de aversión respecto de la confronta entre intereses individuales y colectivos. Son necesarios los individuos que se preocupan de los riesgos comparativamente “insignificantes”, según sea el momento.
El riesgo asumido para una epidemia viral que se multiplica de forma exponencial, no aritmética, en sus primeras etapas es demasiado bajo. Tanto como para ser considerado una exageración y pasar a integrar el perfecto ejemplo de lo que el pánico y la sobrerreacción suponen. Pero estas personas, quienes no alcanzan a ver más allá de su nariz, adolecen un problema filosófico conocido como el problema de Lucrecio, enunciado a continuación:
El tonto cree que la montaña más alta del mundo, es la más alta que ha visto él.
Ha quedado claro, ¿cierto? Ciertos sesgos parecieran afectar nuestra toma de decisiones ante la inminente espada de Damocles que pende peligrosamente sobre nuestras cabezas; a saber el sesgo del statu quo (i), de confirmación (ii), de la relatividad (iii) y la interpretación a corto plazo (iv). Que se pueden traducir como sigue:
(i) Tendemos a ser optimistas respecto de que nuestra situación actual se mantendrá, (ii) filtramos la información de tal manera que favorece la continuación de nuestras creencias (que todo está bien, por ejemplo), (iii) no somos buenos comparando nuestra situación ni siendo empáticos y (iv) finalmente, no reaccionamos sino hasta que tenemos el peligro delante de nuestras narices, esto si somos lo suficientemente generosos para suponer que nos ha dado tiempo de reaccionar.
No son pocos los que han hablado sobre el tema: abogados, economistas, politólogos hablando de inmunidad, microbiología y otros asuntos, ¡lo que es querer acaparar el reflector! Hasta cierto punto inclusive el sector médico ha venido a caer en dicho sesgo (pero de buena fe, aparenta) al explicar escenarios por demás optimistas sobre el desarrollo de la pandemia, que distaron de cumplirse como hoy día podemos verificar. La cuestión es sencilla: En un esfuerzo ético, dejemos que los expertos hablen de lo suyo, no en vano viene la Anotación realizada apenas comenzando este artículo.
En fin, que estos individuos defensores a toda costa (mientras no sea a su costa, tanto más da) de la economía y su desarrollo, no son más que IPI´s (más adelante explico la denominación, te lo prometo). Es altamente probable que estos individuos no entendieran el contundente mensaje detrás de las declaraciones del modelo matemático emitido por la UNAM蜉: La prevención es la clave; de hecho, la reducción de casos o la ausencia de los mismos, significa un éxito en las estrategias de prevención realizadas: cuarentena voluntaria, sana distancia, reducción de las salidas a casos de extrema necesidad, etc. Pero para ellos, dicha cuestión sería una razón más para no tomar consideraciones respecto de la pandemia que toca la puerta, ellos tienden a confundir la ausencia de pruebas con la prueba de ausencia (no son lo mismo). Dígase que, son el tipo de persona que contrataría un seguro de muerte cuando vaya camino al sarcófago.
Tomemos en cuenta la actuación de una persona que ignora los riesgos potenciales por el hecho de que son eso, potenciales. Es altamente probable que en su actuar irresponsable termine por contagiar a más personas de las que debería si se le hubiera confrontado en el momento adecuado.
Ahora, un poco de magia sobre la conducta humana: Ya te he hablado sobre las minorías tozudas, así en el ámbito familiar una persona puede marcar la diferencia marcando el ejemplo y la pauta a seguir; confrontando constantemente a los familiares irresponsables y tomando medidas enfáticas respecto de su cuidado personal. Ahora, esta situación es exclusiva para los escenarios en que el riesgo sistémico es exponencialmente grande para la comunidad en contraste del individuo, para quien puede ser nulo.
Recordemos que los sistemas complejos se autocorrigen y avanzan por sencilla eliminación, pongamos un ejemplo: La caída de las torres gemelas hacia el año 2001 implicó una mejora sustancialmente agresiva respecto de la seguridad en las líneas aéreas; en este sentido, fue necesario el sacrificio de unos cuantos para que la industria adquiriera consciencia de sus riesgos exponenciales (Lo Desconocido desconocido).
En este sentido, tenemos que el riesgo de los individuos involucrados fue menor al bienestar colectivo que se produjo: las lecciones aprendidas. En el caso de la pandemia basta que nuestro sujeto en cuestión goce de buena salud y sea relativamente joven (menor a los 40 años) para encontrarse suficientemente “a salvo”, una forma de ponerlo en el sentido inverso, donde el riesgo individual es grande y el riesgo colectivo mínimo, sería un accidente de tráfico: Aun tratándose de una carambola, tendremos un número de afectados finitos que difícilmente podría superar la veintena.
Bajo estas circunstancias, de un riesgo sistémico exponencial con grados de impunidad, se convierte en egoísta incluso en una actitud psicópata el actuar sobre las bases “racionales” (¿alguien podría decirme en que etapa del cáncer debería dejar de fumar?). Cada omisión individual implica un potencial riesgo exponencial para la colectividad.

Imagen del Washington Post, obtenida en: https://www.washingtonpost.com/graphics/2020/world/corona-simulator/
En la imagen previa, se ejemplifican con claridad cuatro escenarios posibles para la distribución de la pandemia de Coronavirus en un cierto territorio, el primer caso claramente corresponde al actuar negligente e irresponsable de una serie de individuos egoístas (ante la alta tasa de contagio, tampoco es necesario que sean tantos; lo cual lo vuelve más preocupante).
El caso 2 es aplicable a las medidas de prevención por cierto grupo de la sociedad que han hecho mancuerna para frenar la distribución del virus, medidas como el aislamiento voluntario y el seguimiento de las normas de precaución y demás recomendaciones.
Adicionalmente esta reacción agresiva invitará a quienes se toman la pandemia por chiste a abordar un enfoque pragmático distinto, recordemos que como seres sociales que somos, tendemos a la repetición de lo que observamos (lo que se denomina como gregarismo): Si me lavo las manos en un lugar donde nadie más lo hace, tácitamente los estoy poniendo en evidencia, instándolos a actuar de forma responsable, un tip adicional, los efectos de este tipo de acciones se ven notablemente incrementados si añadimos una o dos miradas de desprecio al realizarlas o algún comentario sarcástico, sobre la educación y los modales al comer en la mesa, por ejemplo.
Lecciones bíblicas en administración de empresas
Retomemos a los empresarios sin escrúpulos del capítulo anterior (específicamente, al final de “Evita Jugarte la Piel”) para quienes es sencillo gritar “¡Cisne Negro!, ¡Cisne Negro!”; pues si eres empresario o un empleado administrado este capítulo cierra la cereza del pastel porque te enseñáremos lecciones esenciales de administración (obvias, pero no por ello aplicadas…).
La Biblia tiene un sinnúmero de enseñanzas para todo aquel que guste leerla con cierto grado de apertura, en última instancia, como dijera Galileo: “Nunca he encontrado una persona tan ignorante que no se pudiera aprender nada de ella”.
Continúo, la Biblia tiene distintas enseñanzas sobre la debida administración de distintos recursos, ya sea el dinero, la fe o la estima propia; algo que también sucede en sus similares ideológicos tal como El Corán y la Torah.
En fin, la situación contemporánea habría sido bien librada por no pocos personajes bíblicos; ya el previsor Noé, de quien todos se mofaban al principio (recordemos la ética detrás de la sobrerreacción) hasta Faraón, de quien hablaremos un poco más a continuación.
El ejercicio del poder implica ante todo, el arte de la administración pública. Se dice que hace algunas décadas, antes de que existiera el crédito fácil (a cargo del erario y las generaciones venideras) y cuando los recursos finitos eran los que existían en el mismo momento, solamente las personas capaces eran designadas para administrar los recursos del Estado.
Cualquier que ejerza un cargo de poder debe ser consciente de que su especial condición (sus beneficios) lo obliga respecto del cuidado de los demás; no es válida la salida fácil, implicaría deshonor y el castigo divino.
De esta forma, Faraón tenía muy claro dentro del marco bíblico en el que José interpretó sus sueños acerca de la abundancia, el concepto de lo que Jugarse la Piel significa, tanto como la previsión racional.
Faraón gozó de siete años de abundancia frente a siete años de escasez, siete vacas gordas que fueron devoradas por siete vacas flacas, demostrando en una analogía violenta e impactante, que la abundancia es más difícil de administrar que la escasez. Bien se dice: “Alaba a quien es estoico en la abundancia, que es sencillo serlo en la escasez”:
Reincidiré las ocasiones necesarias hasta que el entendimiento de esta máxima sea claro: Quien ha disfrutado de los beneficios también deberá pagar las consecuencias, llegado el momento. Para el cargo de Faraón el desentendimiento era más que imposible, impensable. Así que, con la ayuda de José y sus dones, creó un plan de contingencia, cuyo principal sustento es la reserva.
Paréntesis: Recordemos que a la Madre Naturaleza le gusta tener opciones, algo contrario que a los fragilistas seguidores de Samuelson (economistas clásicos y otros) a quienes daremos en llamar como Intelectuales Pero Idiotas蜉 (IPI´s, en adelante), para quienes todo debe estar al punto dentro de su mayor grado de optimización: Para ellos sería una aberración el tener dos hígados cuando se pueden vender a un excelente precio en el comercio sanitario, tanto como dos ojos, orejas y demás; afortunadamente, en ciertos asuntos muy íntimos y personales, no estamos a su cargo.
Una pequeña puntualización: Los IPI´s parecen ser personas altamente capacitadas, generalmente enmarcadas en el dogma tecnócrata donde cualquier buen certificado da permiso para que las sandeces se vuelvan sabiduría, en fin… Cierra paréntesis.
Seguíamos con que la administración debida debe tener cierto margen operativo, con lo que Faraón administró su abundancia para hacer frente a la adversidad en tiempos por venir. Se anticipó, de la mano de José, a las vacas flacas, minimizando en extremo el sufrimiento de su pueblo y garantizando su supervivencia y es que, para Faraón es más notable el vínculo con su pueblo de lo que hoy día es para un Jefe de Estado o bien, un empresario, quienes fácilmente se desdicen en culpas a situaciones externas, sin admitir sus responsabilidades: ¡Ojo!, que vienen con el cargo.
Esperemos que la presente crisis financiera y de salud, nos invite a repensar y reestructurar nuestras finanzas personales y empresariales, al orden de que contemos con un Fondo de Emergencias, concepto que debiera ser implementado en las finanzas de todos por cuanto que te brinda un margen de operación y opcionalidad ante este tipo de situaciones, típicamente imprevistas.
El Fondo de Emergencias es el equivalente a seis meses de tus ingresos mensuales, o si quieres hacerlo un poco más reducido, deberás hacer el cálculo por seis meses de tus gastos mensuales. El Fondo de Emergencia se administra y se mantiene en un instrumento de alta liquidez: Los Cetes a 28 días son una excelente opción
Afrontémoslo: Desconocemos los designios de la Vida, sabemos mucho menos de lo que nos gusta admitir; no entendemos que la certeza es un lujo al cual no podemos acceder los humanos. La incertidumbre hacia el futuro siempre está, podemos ignorarla o podemos aprender y mitigar, subsanar, prepararnos para lo que viene… Porque, aun cayendo la roca y con el sistema en jaque, asumiendo que la recesión económica por venir (esperen otro texto al respecto) pase de forma optimista, estos fenómenos seguirán ocurriendo y cada vez con mayor velocidad entre cada ciclo.
Tenemos mucho por aprender, ¡aprendamos pues!
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Bauman, Zygmunt. Daños colaterales: Desigualdades sociales en la era global, 1ª ed., Fondo de Cultura Económica. México, 2011. 233 pp.
Nassim Taleb, Nicholas. Jugarse la Piel, 1ª ed., Paidós. México, 2017. 387 pp.
Launay, Mickael, La gran novela de las matemáticas, 1ª ed., Paidós. México, 2017. 246 pp.

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